cgalvarezg@gmail.com

@cgalvarezg

La improvisada peatonalización de un trayecto de la Carrera Séptima puede reflejar que el Centro de Bogotá no va para ningún lado. Muchas tareas se están efectuando en ese espacio histórico y sus áreas aledañas conformadas mediante distintos tipos de arquitecturas y usos, pero la suma no cuadra en el marco de un proyecto sólido y consistente, que defina ese territorio y lo haga sobrevivir como espacio de ciudad a los trasiegos de las administraciones.

Mientras la renovación del CAN se adelanta a través de la recién creada Empresa Nacional de Renovación Urbana Virgilio Barco Vargas, y tiene al experto Andrés Escobar a la cabeza –-con su experiencia reciente en la Ciudad Empresarial Luís Carlos Sarmiento Angulo—, el Centro de la capital tiene de todo un poco.

Está el interesante proyecto BD Bacatá, que levantará la torre más alta de Colombia en la esquina de la Carrera 5ª con Calle 19. Quienes pasamos por ahí, e imaginamos ese magnífico complejo de apartamentos, oficinas, centro comercial y hotel, también quisiéramos saber cómo se va a manejar el tráfico y la movilidad en ese punto, que era ya crítico y caótico sin mirar al cielo. Tal vez Alex Steffen, en el conversatorio “Renovación urbana en las capitales del mundo”, que se realizará la próxima semana con el apoyo de La W, nos aclare esa duda en la Bogotá del futuro más o menos inmediato. Sobre todo cuando el proyecto tiene críticas tan serias como las que se esgrimen en el interesante blog Torredebabel.info.

La Empresa de Renovación Urbana de Bogotá, empresa comercial e industrial del D.C., vinculada a la Secretaría de Hábitat, tiene también su idea del Centro de la ciudad. Está expresada en la Operación Estratégica del Centro (Plan Centro), con una inversión privada del 80% y el resto con dineros públicos. Tiene ambiciones grandes en lo que respecta a movilidad, hábitat, recreación, deporte y desarrollo económico (ver http://www.eru.gov.co).

Los proyectos de la ERU están representados en el Plan Centro, que vale la pena conocer en detalle; el Centro Cultural España que no arranca; San Victorino; la atrevida y ambiciosa Estación Central, que renueva la parte oriental del destrozado Barrio Santa Fe de mi infancia, al que una medida malhadada decidió convertir en Zona de Tolerancia. Y si nos ajustamos al criterio de Centro Ampliado, también estaría el proyecto Avenida Comuneros, que ojalá traiga buen vivir a esa zona de la Calle Sexta.

Busqué sin fortuna en la página de la ERU el Proyecto de la Alameda Cultural San Martín. Este importante corredor conectaba la Biblioteca Nacional y el Parque Nacional, contando con la renovación justa y respetuosa de ese confuso sector que rodea la parte noroccidental de la Plaza de Toros y la atorada ampliación del Museo Nacional. ¿Qué se hizo?

Lo que sí está pasando por allá es que los vecinos de las Torres del Parque han visto cómo la adecuación de la Calle 26 para TransMilenio en ese sector está volviendo miserable y depredando el Parque de la Independencia. Me indican que la construcción implementada rompe la armonía del entorno y desconecta a la biblioteca y al MAM con el parque arrinconado, dándole la espalda a una bonita solución que previó el maestro Rogelio Salmona.

También el Proyecto del Eje Ambiental del gran arquitecto es objeto de polémica. Armando Silva señala que ha resultado un fracaso (y así parecen confirmarlo el abandono y la suciedad que lo recorren). La esposa viuda de Salmona, la arquitecta María Elvira Madriñán defiende su valiosa concepción original, en la que no estaba contemplado el paso del devastador articulado de TransMilenio, al que no hay adoquín que le sobreviva y que arruina con saña su vocación peatonal.

En el fondo de todo el berenjenal del manejo del Centro de la ciudad, hay una oposición de conceptos plantada en el uso y el precio de la tierra. En la denominada “gentrificación” se buscaría la ruina de áreas del Centro,  para que sectores pudientes los recuperaran y adaptaran a sofisticadas formas de hábitat. Es claro que a esa noción se opone por completo el alcalde Gustavo Petro.

Conocí un borrador del Plan de Desarrollo Bogotá Humana 2012 – 2016, que la administración viene cocinando y que el alcalde entregó a 72 nuevos integrantes del Consejo Territorial de Planeación Distrital. Ellos son, no sé cómo, los representantes de la sociedad civil organizada y antes de 30 días deberán entregar sus recomendaciones y observaciones.

Petro concibe la revitalización del centro urbano y del centro ampliado. El PDD propone una ciudad densa y compacta (no tenemos otra alternativa que una Bogotá vertical, mientras concretamos la Ciudad – Región), y está arranchado en dos propuestas significativas y trascendentales: que la densificación se haga sin segregación y que sea verde. “Rechazamos el curso que han seguido las megalópolis latinoamericanas y asiáticas que se han extendido arrasando el territorio y destruyendo el medio ambiente –-se lee en el texto–.  En el caso de Bogotá, la conurbación es inaceptable”. En ese contexto encuentran sentido las tecnologías verdes de transporte, que Petro proponía para la Séptima y que le caerían de perlas al infamemente desvencijado Eje Ambiental.

Traté de exponer en esta columna, la multiplicidad de ángulos que tiene esta situación del Centro de Bogotá. Creo que el asunto se debe debatir, en escenarios más amplios y apreciando experiencias en otras capitales del mundo. Pero tomando, en todo caso, y prontamente, un rumbo cierto, una orientación única ojalá bajo una sola cabeza gerencial, que garantice que el Centro no siga descentrado.