@cgalvarezg
Leo el periódico y parece que fuera dictado por la muerte. Editado por ella y por su amiga viva: la corrupción. La muerte en cada página. Sin falta. Como si pautara o pagara espacios. Yo soy la muerte, la muerte soy, toca El Gran Combo. Huye que te coge la muerte…
No es la muerte de la eutanasia. Ni la muerte del aborto. Ni la muerte de la catástrofe de “Sandy”. Tampoco la muerte de la guerra. “Cansado de la guerra, piloto de la FAC pide baja”. Es la muerte que se ha apoderado de la vida cotidiana de Colombia. De la vida de su juventud. De una juventud que ha entrado en una especie de locura. En la apoteosis de la intolerancia.
Hinchas de Santa Fe asesinan a un menor en la madrugada del domingo. Una cámara filma el momento. Batalla de varillas, insolencia de cuchillos. William Andrés Vásquez de 17 años está muerto. También Lady Bonilla. Tenía 27 años. Su esposo, un patrullero de la Policía la acuchilló. “Duros como el infierno son los celos, sus brasas son brasas de fuego encendido con ardor”. Por celos, reciclador casi acaba con barrio en Cali.
Asesinado El Duke en Medellín. La muerte no respeta ni al rapero.
Si no te matan, te dejan inválido. Jonatan Cárdenas Angarita tiene 21 años. Hace un mes, cuando regresaba a su casa en Bosa, fue interceptado por tres adolescentes. Huyó. Lo persiguieron lanzándole piedras. Le acertaron una en la cabeza. Cayó. No lo levantaron a patadas: le sometieron. Le desnudaron. Le robaron. No puede caminar. Su madre dice que volvió a ser un bebé.
La mayor parte de las cosas le suceden a la juventud. Rica o pobre, la juventud. ¿Cómo explicar el desastre? Hay que suponer. Lanzar opiniones como globos heridos. Están perdiendo la fe en la vida. Sus padres, la sociedad en que viven no les dan aliento. Los primeros están ocupados trabajando. Laborare stanca. Llega el dinero para el sustento. Se van el afecto y el tiempo de la compañía. ¿Qué es un padre o una madre sino una compañía? La sociedad, por su parte, luce corrompida. Grandes grupos de población están reducidos a la lucha por la supervivencia.
Es una paradoja. Estamos en la época más florecida de la información, incluso del conocimiento. Un grupo de premios Nobel y galardonados científicos escribe ante la crisis europea: “La ciencia puede ayudarnos a encontrar respuestas a muchos de los acuciantes problemas de este momento: nuevas formas de aprovechar la energía, las nuevas formas de producción y de los productos, formas mejoradas para entender cómo funcionan las sociedades y cómo podríamos ordenarlos mejor. Estamos justo en el comienzo de una nueva y revolucionaria forma de comprender cómo funcionan nuestros cuerpos, lo cual tendrá consecuencias incalculables para nuestra futura salud y la longevidad”. Y sin embargo, cada vez afianzamos más nuestros comportamientos primarios. La violencia.
No concebimos el futuro. La esperanza se ha ido volviendo más chiquita. El mundo no va por buen camino. El Club de Roma lo advirtió en 1972: el crecimiento tiene límites. Los tiene esta forma de vida que vivimos. Las cosas no han cambiado. Escribieron “Los límites del crecimiento: 30 años después”. Las cosas cambiaron para empeorar. Por eso todo es presente. Gozo presente. Corto amor presente. Hedonismo presente. Falsos ídolos, el becerro de oro presente. ¡Cómo nos hizo de daño el narcotráfico que nos da tan buen rating! ¿Qué sería de la literatura y de la TV sin el narco?
En la pérdida del respeto por la vida cuenta la pérdida del temor. El primero, a Dios. El límite original. El principio de la sabiduría es el temor a Dios. Tampoco hay temor a la justicia. La justicia está en paro. Antes cojeaba pero llegaba. Hoy cojea pero no llega. Tiene tiempos eternos, impunidades descaradas. Por vencimiento de términos quedan libres las personas comprometidas en el asesinato del muchacho al que le robaron el celular. Mientras la gente sale a la noche de brujas, Luis Andrés Colmenares completa dos años de haber sido asesinado con sevicia. Nada pasa. Y no se nos cae la cara de vergüenza. La justicia parece una fiesta de disfraces.
Por todo lo anterior, y tal vez por otras cosas –-tener que vivir drogados o borrachos, el fin que justifica los medios, la venta diaria de nuestras almas al diablo, la oscuridad apocalíptica de estos tiempos–, la muerte está desatada. Feliz. Se lleva nuestra juventud en su guadaña.