@cgalvarezg
La Secretaría de la Movilidad, como encargada de resolver por parte del gobierno del Alcalde Gustavo Petro el espinoso problema del tránsito en Bogotá, ha modificado la medida del Pico y Placa. Sus argumentos de venta es que desde el 3 de julio las personas podrán utilizar más tiempo su vehículo, pasando de 112 a 70 horas mensuales o de 14 a 7 horas al día. Ha creado también una zona sur sin restricción, separada por un muro social invisible, que ellos llaman “delimitación por una franja continua de 5 vías principales”.
Como reflexiona Daniel García – Peña, en su carta de renuncia al cargo de Director de Relaciones Internacionales de la Alcaldía de Bogotá, no voy a apostarle a que le vaya mal a esta propuesta, “como irresponsablemente hacen muchos”. Al contrario, me gustaría que tuviera éxito, mucho éxito, como dice García Peña, “por el bien de Bogotá, pero aún más por Colombia, que se merece una esperanza luego de tantas frustraciones, por que tu y yo sabemos que el futuro del proyecto de transformación democrática que nuestro querido país requiere, depende en gran medida de lo que suceda en Bogotá en los próximos tres años y medio”.
Por eso, en mi condición de ciudadano y cumplidor de la norma, quiero aclarar porqué no siento que esto está hecho para que los ciudadanos que tienen carro “utilicen su vehículo más tiempo”. Por el contrario, y ahí puede estar la inteligencia de la medida, lo que se logra es restringirlo más.
Desde el 3 de julio, la restricción se hará de acuerdo al último dígito de la placa. Para los días calendario hábiles ‘pares’ la restricción es para placas terminadas en números pares (0, 2, 4, 6 y 8) y los días calendario hábiles ‘impares’ la restricción es para placas finalizadas en números impares (1, 3, 5, 7 y 9). El número impar de mi placa (7) pasará de tener restricciones diarias los lunes y jueves (dos días a la semana, 8 días en julio) a dejar de circular 11 días (una semana de 2 y otra de 3). La situación se repite en agosto, por cuestión de los festivos. En septiembre, que no tiene días felices, y está dividido en cuatro precisas semanas, los ocho días del Pico y Placa anterior se convierten en 10. Así que por ese lado, no puedo utilizar mi vehículo más tiempo, y la medida sí logra disminuir la circulación de automóviles.
Ahora bien, podría utilizar mi vehículo más tiempo, por la reducción de los horarios: hay Pico y Placa en la mañana, desde las 6:00 hasta las 8.30 y en la tarde, de 3:00 a las 7:30. “De esta manera se libera la restricción entre las 8:31 de la mañana y las 2:59 de la tarde”. Eso es posible para quienes tenemos horarios flexibles, una minoría privilegiada, que tendremos 6 horas y 28 minutos para sacar el carro y “hacer vueltas”, antes de devolvernos volados para que no nos toque pararnos hasta las 7 y 30 de la noche.
Además de lograr que las horas “valle” se vuelvan “pico”, y que el trancón endemoniado no comience a las 8:00 de la anoche sino a las 7:30, la medida, prácticamente, hace que miles de personas queden con el mismo día de 14 horas sin carro. Esa tácita bondad de la medida rige para las personas que tienen horarios estrictos de trabajo, y una hora de almuerzo, que deberán dejar en casa su automóvil. A menos que las empresas organicen a su personal de modo que pueda llegar después de las 9 y salir a las 7 y 30 para sumarse al trancón de la noche. Así que para esas personas, clase media en su mayoría, que el Alcalde en su visión social ha elevado a la categoría de ricos, no sólo tendrán dos o tres días más de restricción, sino que por situaciones prácticas quedarán sin carro todo el día. Muy inteligente la medida, porque tampoco sirve para que ese gran grupo de propietarios “utilicen el vehículo más tiempo” ni “todos los días de la semana”.
Esa premisa puede cumplirse para quienes viven en la zona de exclusión. Es decir, en el 25% de la ciudad, es decir, 5 localidades: Usme, Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Rafael Uribe Uribe y Tunjuelito. Esas personas podrán circular libremente, confinadas en el área que delimita un muro de cinco vías principales. Allí, efectivamente, “se toman en cuenta las especificidades del territorio” y se cumplirá la premisa que busca “el desmonte gradual del pico y placa con prioridad en zonas donde se usa en mayor medida el transporte público y los medios no motorizados”.
Pero muchas de esas personas generan sus ingresos y desarrollan sus actividades en interacción con el 75% restringido de la ciudad. Perderán dos o tres días a la semana o tendrán que hacer sus entregas y desplazamientos volados en el agónico horario valle, propiciando, en principio situaciones caóticas por la velocidad y el afán.
Así, que la verdad, es que la medida aumenta la restricción en el uso del vehículo particular. No es cierto que, en términos prácticos, permita que el carro se utilice más tiempo, como han asegurado sus promotores. Al pan, pan, y al vino, vino. Y al pico, pico, y a la placa, placa.