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Ante la inminente entrada en vigencia del TLC con los Estados Unidos, voces incrédulas ponen en duda que Colombia esté preparada para afrontar tamaño compromiso. Una suerte de imaginario de incapacidad nos ha acompañado durante toda nuestra historia patria, llevándonos a desdeñar el producto nacional mientras rendimos tributo al artículo foráneo.

Necesitamos creer en nuestro país. En lo que produce. En la creatividad nativa. Potenciar la capacidad de trabajo autóctona. Y como si consultáramos en un gran libro de autoayuda, dotarnos de coraje para asumir el culebrero camino que se avecina.

Por eso esta columna. Se busca con ella, mostrar algunos productos nacionales que han trascendido las fronteras, marcando hitos  en el acontecer económico universal. Para la muestra, se le tienen cinco botones:

1.    Los Huevitos de Uribe: Colombia y el huevo tienen una larga relación. Aquí tibiamos, freímos, comemos, mandamos, echamos y tenemos huevo, entre otras muchas variedades. La cultura popular está llena de huevos. El huevito “No me olvides”. El “Kinder” y sus figuritas sorprendentes. El huevito de Pascua y el mañanero. Y hasta ciertas adaptaciones de Humpty Dumpty, que vienen a engrosar la larga y bucólica lista de huevos antropomórficos.

 

Pero nada ha tenido el éxito comercial y publicitario de los denominados “Huevitos de Uribe”. Aunque nacieron en 1952, alcanzaron su etapa de esplendor y consumo entre 2002 y 2010, año en que fueron descontinuados. Pero para qué: la gente vivía por ellos. Su promotor, visionario, llegó a advertir rechazando las imitaciones: “Cuidemos esos huevitos. Si una gallina está echada, culeca, con unos huevitos, y uno le cambia de gallina a esos huevos, es muy posible que esos huevos, en lugar de sacar los pollitos, se enguaren”. Por eso hay quienes quieren revivir los Huevitos de Uribe. Volverlos a sacar y mostrarlos. A ver qué pasa, marica.

 

2.   Mermelada Echeverry: los colombianos estuvimos durante mucho tiempo acostumbrados a las mermeladas ricas, pero finitas. Las de Fruco, por ejemplo, que venían en unos vasos cuquísimos, a los que las mamás les quitaban la etiqueta y los dejaban para el consumo interno. Hasta que lanzaron la Mermelada Echeverry. Alcanza para todo. Usted puede untárselas a las regalías, a las 100.000 casitas, a la salud, a las pensiones, a la educación. Para lo que la quiera, se le tiene. La Mermelada Echeverry rinde que da gusto. Su creador, citado por Ecos del Combeima, dijo: “La Mermelada la estamos repartiendo bien”.

 

3.   Chicken Dril: lo cierto es que el ingenio nacional va más allá de los productos alimenticios. Para la muestra, Chicken Dril. Este pantalón amarillo pollito, en su locución latina, ha recorrido el territorio nacional dejando impresionados a propios y extraños. Aunque presenta algunas arrugas y tiene mala caída, ha resultado una prenda de combate porque está bien de tiro. Luce con camisas azul, roja o verde, el color que le pongan y distintos partidos, sin notarse la diferencia. “Donde otros se vieron como un gil, ahí está Chicken dril”. Elegante, sobrio, bien puesto. Rechace imitaciones. Para las fotos, Chicken Dril. Para las Cumbres, Chicken Dril. En el invierno, Chicken Dril. Y como dice el jingle: “Otra noche en Cartagena, pero con Chicken Dril”.

 

4.   El Metro de Petro. El fruto más conspicuo de destinar el 10% de las Regalías (ver Mermelada Echeverry, Inc.) para inversión en Ciencia y Tecnología, es el denominado “Metro de Petro”. Nadie se explica cómo pudo ser aprobado ese proyecto, dada la cantidad de vueltas que da. Pero ahí va. Para quienes crecieron con el Sistema Métrico Decimal, y relacionaban cada unidad de medida con un múltiplo o submúltiplo de 10, el “Metro de Petro” constituye una verdadera ruptura. No más certezas. Se acabaron las cosas seguras. Adiós a lo previsible, bienvenida la incertidumbre. El Metro de Petro sirve para todo. Lo mismo para un tren ligero que para un tranvía, para un TransMilenio, para el SITP. Va por la Décima, por la Séptima, por la 26 y sobra para medir la ALO. Su campaña publicitaria en Twitter es candidata a ganar los Premios Colombia en Línea 2012, en la Categoría Mejor Sitio de Ilusión Virtual. Lo cierto es que este invento tiene un gran futuro por donde se le mida.

 

5.   La Morenaza. Esta muñeca es el más reciente y exitoso producto nacional. Su popularidad ha traspasado fronteras y pronto ocupará las portadas de las principales revistas, si me das un regalito, mi amor. La Morenaza ha batido todos los récords de ventas –-800 dólares–, dejando a la Barbie como una flacuchenta chichipata y desteñida. En el paquete completo incluye ida al bar y baile, aunque hay que cancelarle por aparte chicles y preservativo. Pero ¡ay! de que no le paguen cuando la acuesten. Se le activa una alarma para llamar a la policía, porque negocio es negocio, socio. En vez del Kent de la Barbie, La Morenaza trae a Bob’ (apócope de bobo, tonto, pendejo, pelotudo, bola), que para nadie es un secreto. Se puede dejar sola en el cuarto, que no se da cuenta de nada. Hay que pagar un excedente, si se quiere tener acceso a un muñeco amigo que vive en Dubai y se la puede llevar en cualquier momento. Le gusta la buena vida. Algunas mamás no les quieren comprar La Morenaza a sus hijas, porque va y dejan de estudiar. Atención, warning, terms of conditions: a. La Morenaza no se vende directamente. b. Había que entenderse con La Manager, que venía detrás en la primera versión, y ahora con el abogado que va por delante, maneja la caja y vive la pasión del defensor. c. Tiene perro, pero se lo está cuidando un amigo.