Este blog va dedicado a aquellos médicos generales quienes a pesar de todas las dificultades provenientes de un sistema indiferente a las necesidades del enfermo, logran mantener sus principios éticos y profesionales y aun no han sucumbido……
¿Existe hoy en día la práctica general de la Medicina?
El Régimen de Salud que opera en Colombia, ha cumplido uno de los objetivos más inesperados e increíbles, registrados en la historia de la Medicina: logró exterminar al Médico General. Un buen médico general con sus sentidos y preparación clínica, ética y moral al servicio de los enfermos, con capacidad de diagnóstico y resolución de muchos de los problemas que aquejan a los enfermos, ha sido percibido por la mayoría de los administradores, desde la concepción del sistema, como un obstáculo al “correcto” desempeño de la Medicina empresarial, dirigida a la venta de servicios.
Hoy en día, usted va a consulta médica y lo atiende una silueta vestida de blanco, que le solicitará algunos datos de filiación, residencia y ocupación. Primero los números, las comprobaciones y el papeleo. Entre dientes, mirando la pantalla de su computador, mascullará algunas preguntas inconexas acerca de su salud y muchas veces, sin examinarlo o siquiera tocarlo, escribirá algunas órdenes de laboratorio o le prescribirá algún analgésico y en el “mejor” de los casos, lo remitirá a un especialista. Es posible que usted no pueda reconocer la cara de su médico a los pocos minutos de ser atendido.
Lo increíble es que esa persona que lo atendió, pasó por lo menos seis años en una Facultad de Medicina. Ningún otro profesional debe ejercer su carrera en condiciones en las que se le exige utilizar al mínimo sus conocimientos y que se olvide de todo aquello que aprendió acerca de “una meticulosa historia clínica”, “un análisis cuidadoso de cada caso” y otras frases que eran pronunciadas por los profesores durante los años de formación y que deben producir risa a los administradores del sistema (muchos de los cuales fueron médicos también).
El ejercicio de la Medicina se cimentaba hasta hace unos años, en la excelencia profesional de los médicos, del Médico General, del médico de familia. Hoy en día ese médico, que funcionaba como eje de la atención a los enfermos desapareció, para ser reemplazado por una especie de “técnico” (por llamarlo de alguna manera) con formación irregular y conocimientos apenas rudimentarios acerca del manejo y resolución de algunos problemas clínicos.
Lo peor de todo es que los médicos generales no nos hemos dado cuenta de ello: seguimos pensando que actuamos como profesionales doctos, sin ninguna autocrítica, reclamando mejores ingresos sin mirar la calidad de lo que nos vemos obligados a hacer en 15 o 20 minutos de consulta, en donde el tiempo real dedicado al paciente es de menos de 7 minutos.
El sistema de salud actual, no necesita médicos generales, necesita tecnólogos que puedan apenas orientar la venta de tecnología diagnóstica y terapéutica que realizan las hoy integradas instituciones recaudadoras de dinero y prestadoras del servicio, operadas a su vez, por otro grupo de médicos conformado por especialistas. El abismo entre los dos grupos de médicos es tan grande, en lo que se refiere a formas de contratación, remuneración, preparación y oportunidades, que en la práctica se trata de dos profesiones totalmente distintas.
Decenas de Facultades de Medicina de calidad académica variable, compiten cada día por lograr llenar sus “cupos” de estudiantes. Ya no realizan un proceso de selección de aspirantes, sino un proceso de admisión, sustentado no pocas veces en la capacidad de pago del aspirante. Algunas de ellas, han debido ceder en su calidad de formación profesional, ante el poco o nulo espacio que a la formación académica permite el Sistema, pues resulta claro que los verbos facturar y enseñar no se pueden conjugar simultáneamente junto al lecho del enfermo. Lo que resulta irónico es que muchos de los planes de Salud Pública, diseñados por el propio Gobierno, todavía mencionan al médico general como la base fundamental de la Atención Primaria, desconociendo el hecho contundente, de que en nuestro país ya no se practica la Medicina General, resolutiva por excelencia.
Miles de estos médicos generales, sometidos a contrataciones leoninas, a pagos irregulares exiguos, sin prestaciones sociales, sin oportunidades reales de mejorar su nivel de vida, son los que atienden al grueso de enfermos que acuden a los servicios de salud. No hemos entendido que esta situación se desata porque creemos habernos graduado como profesionales, pero permitimos que nos traten como profesionales de segunda. La autocrítica y la dignidad, brillan por su ausencia en los foros médicos.
Pero los enfermos no cambian, siguen necesitando a su médico de cabecera. Necesitan creer y sentir que el médico está para preocuparse por su salud, por su bienestar. Un precio demasiado caro están comenzando a pagar los enfermos. Muchos de ellos, se convertirán en víctimas mortales, ante la indiferencia de quienes tienen la capacidad de cambiar las cosas y la falta de valor de quienes teniendo alguna influencia en la sociedad, siguen permitiendo que esto ocurra.
Desconocer la importancia de la medicina especializada y su íntima relación con la Atención Primaria, es un error que disipa los esfuerzos de mejoramiento de la atención integral al enfermo. Agendas de eminentes médicos especialistas atiborradas de consultas que podrían haber sido resueltas o bien estudiadas antes de llegar a sus manos, resultan en pérdidas incalculables de recursos y en el avance de muchas de las complicaciones que presentan los pacientes por las demoras injustificadas, que a su vez atiborran los servicios de Urgencias. Un círculo vicioso del que nadie parece darse cuenta…..