Todo tiempo pasado fue mejor, dirían algunos, sin embargo, sí viajamos en el tiempo nos encontramos con varias otras pandemias que tuvieron impactos mucho más letales que la actual. Este mal de muchos, nos lleva a reconocer, por contraste, cómo producía gran bienestar y cómo era de chévere ver a la gente sonreír, dar un abrazo o incluso un beso. Por lo menos, darse la mano o conversar un poco más cerca de 2 metros. Claro, no necesariamente al extremo de la proximidad de montarse en un Transmilenio como se recuerda en la cotidianidad de la mayoría de habitantes de Bogotá.
La pandemia nos ha dejado muchas lecciones, algunas representarán incorporaciones positivas para la sociedad, pero la mayoría mantendrán la indiferencia acostumbrada. En todo caso, si hay algo que nos ha afectado por estos días, ha sido la posibilidad de encontrarnos solos con nosotros mismos. Nos ha mostrado una realidad poco común, nos ha enfrentado a la cara opuesta de la cotidianidad. Nosotros frente a nosotros como en un espejo. Dentro de cuatro paredes e incluso en ocasiones estrellándonos con los demás miembros de la familia. Pero lo que puede resultar más complicado es precisamente este encuentro de nosotros con nosotros.
Normalmente no sacas una cita para estar contigo, no te agendas para tener un par de horas y conversarte o escribir sobre ti o hacer planes sobre la base de reconocer quién eres y para qué estás en este plano, ¿de qué se trata todo esto de vivir? La mayoría de religiones lo mencionan, algunas de forma tangencial y otras con algún desarrollo, sin embargo, en general no profundizan en la respuesta a estas preguntas que nos han acompañado desde el origen de nuestra especie hasta nuestros días de pandemia.
Estamos indefensos frente a nosotros mismos. Estamos desnudos al reconocer nuestra vulnerabilidad por haber estado encarcelados 5 meses. Platón en la antigua Grecia ya se había referido al cuerpo como la cárcel del alma y más adelante Marguerite Yourcenar escribió un libro “una vuelta por mi cárcel”. Pero ¿cómo lograr un balance entre el cuerpo la mete y el alma? ¿qué le falta a nuestras vidas? Sant Rajinder Singh Ji Maharaj comparte en su libro El poder sanador de la meditación (2008), el proceso de búsqueda del Príncipe Siddhartha, quien teniéndolo todo, se encontró de súbito con el sufrimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte y reconoció que la vida es sufrimiento y todos los deseos del mundo conducen al dolor y la infelicidad. Esta revelación le inició en la búsqueda de una paz y felicidad que no fueran transitorias, sino eternas. La felicidad no se encuentra en ningún objeto del mundo, sólo se puede encontrar internamente. En el exterior siempre hay desilusión, aún el diamante más puro tiene un defecto. La verdadera joya se encuentra en tu interior.
Pero, ¿cómo encontrar la fuente inagotable de bienaventuranza? Saca una cita contigo, busca un lugar silencioso, desconecta cualquier motivo que te vincule con tus sentidos, siéntate cómodamente como para no tener que moverte, pero no tanto como para dormirte. Cierra tus ojos y pon tu atención entre tus dos cejas, repite mentalmente el nombre de Dios con el que te sientas más cómodo o si no crees en Dios, repite la palabra o idea que quieres invocar. Al principio no habrá mayores logros, sin embargo, con el tiempo y la constancia, el encuentro con la luz Divina en tu interior llenará tu copa de éxtasis y desplazará la ansiedad y la soledad y te ayudará a conseguir una vida saludable y balanceada en tu trabajo, estudio y hogar.
Aunque pensé en terminar la columna en el punto anterior y entonces esperar a que muchos escribieran para conocer más sobre el tema de la meditación, quiero terminar compartiendo que lo importante no es lo que yo diga o escriba. Por el contrario, lo que es más interesante es la posibilidad de tomar la decisión (por el motivo que te acompañe) de comenzar a tener la experiencia. No hace falta que le creas a Siddhartha, ni que le creas a estas letras. Lo que realmente vale toda la pena es que, luego de comenzar a meditar, lo que se experimenta deja de ser parte de las palabras que se lleva el viento, para comenzar a hablar sin palabras. La meditación sugiere unos beneficios para la salud, en el manejo del estrés, en la posibilidad de enfocarse y concentrarse mejor en todos los procesos de nuestra vida, pero cuando también existe una intención espiritual, lo más relevante sería reconocer que a través de la meditación tenemos la oportunidad de conocernos a nosotros mismos, saber quiénes somos realmente, perder el temor a la muerte y finalmente reconocer y experimentar la esencia divina que nos acompaña. Pero no me creas. Solo experiméntalo.
Héctor Heraldo Rojas-Jiménez Ph.D. en Sciences Politiques de la Université Sorbonne Nouvelle Paris III, realizó una estancia de investigación postdoctoral en el Manchester Institute of Innovation Research de la University of Manchester, MA en Desarrollo Económico y MA en Relaciones Internacionales en el Mundo Contemporáneo, Profesional en Finanzas y Relaciones Internacionales y Abogado. Investiga sobre bioeconomía, gobernanza, desarrollo local y análisis internacional. Ha publicado, libros, capítulos y artículos sobre estudios asiáticos, estudios políticos, relaciones internacionales, bioeconomía entre otros.
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