Por: Luis Raúl Uribe Medina

Llegamos un año más a nuestra celebración del aniversario de aquel 1 de marzo de los años setenta, cuando un grupo de pioneros, “quijotes” de esta amada profesión, se reunió por otros motivos pero dijeron: “Que bueno establecer esta fecha como la del día del contador en Colombia”, pues había otra fecha en mayo para el día del contador de las américas; y así fue: lo aprobaron y quedó establecido.

Nos sentimos orgullosos de esta fecha, pues los contadores vemos que por fin, al menos un día en el año, la gente se acuerda y a veces dicen: “verdad que hoy es el día del contador (por ahí vi esa noticia en el “Face”), te felicito”. Bueno, algo es algo.

A pesar de la buena intención de estos no bien reconocidos adalides de nuestra profesión, no escogieron bien la fecha, pues en marzo, desde enero y casi hasta junio la mayoría de los contadores (sobretodo los del día a día, denominados por como “los de a pie”), están demasiado ocupados con múltiples obligaciones y tareas tanto internas como externas en las empresas y casi no tienen tiempo para disfrutarla. En muchos casos no pueden asistir a las reuniones y eventos programados, pues el cierre anual, la exógena, informes a la “Súper”, las próximas asambleas, la declaración de renta etc., no se lo permiten, mientras unos pocos disfrutan de estas reuniones, que en mi opinión muchas son de cumplimiento, es decir “cumplo y miento”, pues ni las universidades ni las agremiaciones las preparan con verdadera vocación de homenajear a los contadores, en su mayoría son un formalismo simplón, solo eso.

En mi concepto, conociendo la contaduría como pocos, aun a la fecha el desempeño en un 80 % (y me puedo quedar corto) no es de profesionales, muchos aun lo hacen como un “oficio” y las empresas, entidades, el Gobierno (Ministerios, Dian, etc.) y las asociaciones (una paradoja) no tratan a los contadores con el verdadero respeto y dignidad que una profesión exige. Es la cruda verdad y parodiando a nuestro Gobierno: “Duélale a quien le duela”.

La mayoría de las universidades tiene el programa de contaduría para cubrir los gastos fijos de las mismas; no invierten en ella, no hay verdadero soporte, y los profesores de hora cátedra, también medio y tiempo completo (aún con maestrías y les pagan sueldos irrisorios), mal pagados, van allá a escampar, pero no hay vocación y, por ende, cada día vemos que la calidad de los contadores que egresan a granel es deplorable, mal preparados en todo sentido, y el empresariado se queja y se aprovecha para ofrecer salarios ridículos. El problema no es la oferta, sino la demanda; la mayoría se regala por cualquier cosa.

No hay una verdadera unidad en la profesión, y las federaciones y asociaciones (que tienen pocos afiliados) se aprovechan para beneficio personal de los directivos. Hay algunas que llevan más de 10 o 15 años con los mismos directivos, algunos sin ninguna representación verdadera; hay casos donde tienen 20 asociados en su respectiva ciudad, cuando allá hay un universo de 2.000 contadores (1 %).

Hay mucha competencia desleal, envidias y todavía es válida la frase: “El peor enemigo de un contador público es otro contador”. Triste pero real.

Hay un 20 % de verdaderos profesionales que la dignifican, que sacan la cara por esta amada profesión, que hoy en día, con la globalización, sus Estándares Internacionales de Contabilidad y Auditoría, y con otro componente, el manejo del inglés técnico, han aceptado el reto y la están llevando a los más altos niveles, hasta que la coloquemos en el rango que debe ser: el “Top 5” de las profesiones; en el mundo es así. Nuestra profesión es tan importante y digna como la medicina, el derecho, la ingeniería, la docencia.

La fe pública que solo otorga el profesional contable es de gran respeto y dignidad.

¡Feliz día del contador! Desde mi balcón veo el devenir de esta sufrida y amada profesión.

 

Luis Raúl Uribe Medina

Contador público gerencial de la Universidad de San Buenaventura, especialista en NIIF y NIA. CEO de Uribe y Asociados Consultores.