Por: Guillermo Casal. Colaborador de Auditool
La corrupción
La corrupción consiste en una traición a los deberes fiduciarios de protección de bienes o intereses empresariales, coludiéndose con una contraparte con intereses opuestos, recibiendo por ello un pago o beneficio indebido.
La corrupción puede tomar diversas formas:
- Decisiones en conflicto de intereses. Por ejemplo, un funcionario que contrata a un familiar o amigo que no es el mejor candidato/a para el puesto, debido a su vínculo
- Los beneficios indebidos. Se ubican en una zona “ gris”, en circunstancias en que un trabajador o funcionario recibe un pago, regalo o beneficio por una contraparte con intereses opuestos a los de la organización, no en virtud de un accionar u omisión indebida de deberes, sino, por el contrario, por haber cumplido diligentemente con su labor. Aun así, no corresponde la recepción del beneficio, porque coloca al funcionario o trabajador en conflicto de intereses con su empleador y puede generar un compromiso futuro con la contraparte de negocios que otorgó el beneficio.
- El soborno. En este caso, incurre en soborno pasivo quien recibe un pago de una contraparte de negocios para traicionar sus deberes fiduciarios con una organización, en tanto que realiza soborno activo quien concede dicho pago. El soborno a funcionarios públicos es siempre delito, sea activo o pasivo, en tanto que el soborno entre privados requiere que se compruebe un daño para la organización para poder configurarse como acción reprochable en sede judicial
Si bien la corrupción es una conducta en la que pueden incurrir todos los trabajadores, ya sea los de “cuello blanco”, con responsabilidades jerárquicas, como los de “ cuello azul”, con tareas operativas, es de toda evidencia que los sobornos que puede recibir un funcionario “ de cuello blanco” son cuantiosos, por ejemplo, por adjudicar una licitación a quien no hubiera correspondido.
Un soborno de un trabajador “ de cuello azul” refiere a decisiones eventualmente menores, como no realizar un corte de servicio a un cliente moroso de una empresa de servicios públicos. Debe tenerse presente, sin embargo, que si eso se convierte en habitual puede dar lugar a la generación de verdaderas organizaciones delictivas dentro las empresas o instituciones, deviniendo así en crimen organizado y resultando en daños mayores y en una mayor complejidad investigativa.
Autor: Guillermo Casal – Argentina
Contador Público y Master en Economía y Administración de Empresas en Argentina. Con más de 35 años actuando en todas las especialidades de Auditoría. Auditor Interno, Externo, Informático y Forense. Obtuvo todas las certificaciones del IIA (CIA,CCSA, CFSA, CGAP, CRMA). También la CFE (Examinador de Fraudes) y la CISA (auditor informático). Dedicado hace 15 años a la consultoría y capacitación. Fue colaborador de Luis Moreno Ocampo, exfiscal penal de la Corte Internacional de la Haya, y Stephen Walker, exagente especial del FBI.