Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

La madurez profesional, se iba logrando, con el pasar de los tiempos, dentro de la Organización Corona. Cada vez, las responsabilidades eran mayores y mi gestión cubría frentes y retos de mayor envergadura.

El país, se preparaba para una de sus épocas más críticas, dentro de una historia, sin fin, plena de violencia y desafíos de modernización que llegaron a tocar la médula de la nación. Un nuevo gobierno se avecinaba, liderado por un presidente conservador, gran humanista y preocupado por la cultura, en sus más insignes expresiones. Belisario Betancourt, de extracción campesina, paisa de pura cepa, y con una mezcla de apego a los valores sociales más tradicionales, con una visión de país, tan amplia, que su talante le permitía entenderse y dialogar con todos aquellos que tuvieran pensamientos económicos y políticos muy diversos, unido a una concepción muy liberal del estado y su economía; proponía la apertura hacia una globalización que, tímidamente, se asomaba en el horizonte de una sociedad patriarcal y muy cerrada, tanto en el campo de las ideas, como en el de los conceptos sociales, culturales y políticos de internacionalización que ya se vislumbraban en las relaciones entre los países más desarrollados del hemisferio occidental y Japón. Este último, tomaba el liderazgo, dentro de las naciones de oriente.

La Organización Corona, se preparaba para ese cambio en la concepción cultural de la sociedad colombiana que, hasta ahora, se comportaba de manera muy cerrada a los vientos de internacionalización que empezaban a soplar en los mercados internacionales. Colombia, tenía una economía blindada, desde el punto de vista de las regulaciones que pretendían mantener los monopolios empresariales que no querían abrirse a la libre competencia. La Organización Corona no era ajena a esta situación, pero tenía una ventaja que, con el tiempo, sería estratégica: los precios de sus productos, en el mercado, los fijaba con base en estándares internacionales. Los niveles de productividad y eficiencia, igualmente.

Muchas veces, tuve que acompañar las gestiones que había que hacer ante INCOMEX –Instituto Colombiano de Comercio Exterior—, para que las cuotas de importación de insumos de producción y activos fijos, no se nos ajustaran, de tal manera, que nos impidiera satisfacer los picos de demanda que los empresarios que hacíamos las cosas bien, teníamos que satisfacer, con el ánimo de mantener a nuestros clientes. Ello, no siempre se lograba, pues las estadísticas y los promedios que manejaba la burocracia estatal no entendía nada de temas que hoy son comunes a todos; como el servicio oportuno al cliente. Así era como, sin darse cuenta —¿o si?—, estas demoras llevaban a los clientes a abastecerse del contrabando que, fomentado por las barreras arancelarias y los cupos de importación, generaba y propiciaba el crecimiento de una clase de comerciantes contrabandistas que, sin ningún escrúpulo, vivían y se enriquecían aprovechando estas circunstancias.

Esta nueva clase social emergente, con sus gustos extravagantes, fomentaría los anti – valores del “todo vale” que preparaba el camino para otra clase social, más influyente y depredadora, que le costaría a Colombina muchas vidas y una muy mala fama, en todo el mundo, de la cual, aún no ha podido liberarse: los narcotraficantes y su red de subalternos testaferros que, aún hoy, se ven, sobre todo, en el campo colombiano, propiciando el desplazamiento de las tierras de los campesinos humildes que han hecho de Colombia el segundo país del mundo con este grave e injusto problema.

En medio de este ambiente, con el ánimo de dar vivienda a las innumerables familias desplazadas de los campos que acrecentaban los cordones de miseria de las grandes ciudades; el gobierno, proponía el desarrollo, en las periferias de estas ciudades, de proyectos urbanísticos de “lotes con servicios”, para que tales familias los desarrollaran para construir allí, poco a poco, su vivienda.

Esto, presentaba una oportunidad estratégica importante para los empresarios productores de materiales para la construcción, pero, era evidente, que el traslado de tales materiales, a los lotes de sus nuevos propietarios, hacía que los costos se incrementaran, por el oneroso transporte en que se incurría al trasladar los materiales desde los expendidos, en los centros de las ciudades, hasta los lotes con servicios en las periferias que el gobierno había entregado a estos pobres ciudadanos que no lograban conseguir un salario mínimo para su sustento.

Había que buscar la solución que el gobierno no aportaba, para enfrentar estos problemas.

Fue así como, en una sorpresiva e improvisada reunión que, en EXPOCONSTRUCCION, tuve con el nuevo presidente de la República, como resultado de su visita al Stand de Corona, en esta feria de construcción —que, a la postre, salió ganadora del premio al mejor expositor—, pudimos hablar del tema con el señor Presidente, quien me animó a convocar a los empresarios, para enfrentar el reto de llevar los insumos hasta los lotes en las áreas periféricas de las ciudades.

Fue así como, varios empresarios de la construcción, empezamos a ver las oportunidades que nos brindaba el nuevo mercado naciente y empezamos a desarrollar la estrategia.

Había que desarrollar un prototipo para probar la idea.

Ya tenía experiencia en esto del desarrollo de los nuevos mercados, pues, las lides en la Organización Corona, me habían dado la oportunidad de desarrollar el mercado de la remodelación, sacando los productos de Corona, de los depósitos de materiales de construcción, donde compartían con otros como el cemento, el ladrillo y las varillas de hierro. Fue así como tomamos la decisión de presentarnos, con personalidad propia, ante amas de casa, arquitectos y diseñadores, con una imagen innovadora, acompañada de buenos diseños, puntos de venta especializados y este nuevo concepto, como productos de decoración con alternativas de mejoras en diseño y ambientes para las viviendas ya construidas y con algunos años de uso.

Así nació una campaña publicitaria que se posicionó en televisión como “los Rodríguez tienen Corona”, efecto demostración que invitaba a cambiar los baños y las cocinas de los hogares colombianos, por alternativas de moda, de conformidad con las nuevas tendencias del diseño, de la arquitectura y ambientación de interiores en el mundo. Todo esto, apoyado con puntos de venta especializados, donde se dejaba el concepto de materiales para la construcción, por el de elementos de diseño y decoración de interiores para el hogar. Así nacieron los salas de venta de Corona en las ciudades y, muchos distribuidores, complementaron sus depósitos de materiales para la construcción, con salas de ventas cuyo buen gusto, posicionaba los productos en un nivel superior y con mejores precios para un mercado más sofisticado y exigente.

Pues bien, toda estrategia exige creatividad y, con base en las experiencias vividas, había que contar con los aliados que nos acompañaran en este desafío de hacer que los insumos de construcción llegaran, con oportunidad y bajo costo, a los nuevos habitantes de estos lotes. Dentro de ellos, por mis buenas relaciones con la Sociedad de Arquitectos, en El Valle del Cauca, pude llegar a la Fundación Carvajal que coordinó la disposición de un lugar adecuado, en el Distrito de Aguablanca, en Cali, para el montaje del primer centro abastecimiento para el desarrollo progresivo de viviendas en lotes con servicios a nivel nacional.

Así empezó un modelo que se replicó por todo el país y que supo complementar una idea de gobierno con el sector privado que supo aprovechar esta circunstancia de la entrega de “lotes con servicios” como una oportunidad de negocio que concilió, de manera muy efectiva, la iniciativa del Estado con las necesidades de una población muy deprimida y sufrida, logrando prestar un servicio social que, sin perder el sentido empresarial de los proveedores, permitió un abastecimiento más económico y con productos adecuados a esta población.

Era mi primera experiencia tangible y de gran envergadura que me mostraba cómo las iniciativas de libre mercado, bien orientadas por el Estado y los empresarios, lograban lo que el Estado solo no puede alcanzar.

Compartir post