Gates y Buffet lograron motivar a 40 multimillonarios como ellos para que donaran la mitad de sus fortunas. La idea suena realmente fantástica, tener todo esos recursos para… hmmm… para… ¿En qué será que van a invertir esta plata donada a la filantropía? La felicidad se convierte rápidamente en preocupación.
Las donaciones no son necesariamente algo bueno por ser algo que se regala a una persona necesitada, en muchos casos incluso se puede tener resultados desastrosos. Es que en temas de desarrollo tenemos claros los preceptos generales como que la educación, el trabajo y la salud son buenos. Pero, ¿de qué tipo? Podemos escoger entre el bachillerato clásico y la escuela juvenil campesina… ¿Cuál es el más indicado para cada contexto? Si algo tenemos claro los economistas después de muchos golpes, es que no hay recetas únicas para lograr el desarrollo y salir de la pobreza. (No olvidemos el consenso de Washington y el caso Asiático).
Las donaciones, como todas las inversiones, tienen que ser eficientes. ¿Cómo identificar cuál es la prioridad? Casi siempre las mismas comunidades no saben con claridad qué es lo que más necesitan para salir de la pobreza, pero al menos deberían ser consultadas y no llegar con las donaciones que alguien considera más conveniente desde su corazón, o su escritorio, o su desconocimiento. Por ejemplo regalar para África mosquiteros para combatir la malaria cuando la gente ni siquiera tiene camas en donde ponerlos es algo muy común. Es necesario hacer un estudio serio y consensuado entre las partes para evaluar los enfoques y dar pasos de bebé.
Una vez identificado el tema en que se quiere trabajar aparece otra complejidad. ¿Cómo afrontarla? Se puede hacer una intervención vertical en salud por ejemplo enfocándose en sida, u horizontal mejorando el nivel del sistema de salud en general. Y si se escoge una o la otra, no se tiene claro cuál es la forma más eficaz y eficiente de hacerlo. Los experimentos aleatorios siguen a la medicina para probar si los medicamentos funcionan o no con grupos de control y otro que recibe el tratamiento. Con procesos estadísticos y econométricos se estima el impacto real de la intervención. Así están sugiriendo expertos: antes de hacer grandes y costosas intervenciones sin estar seguros, hacer pequeños pilotos para hacer una medición del impacto. Esto obviamente tiene sus dificultades y limitaciones pero suena bastante sensato y se han conseguido interesantes resultados.
La preocupación viene entonces que toda esa plata llega a instituciones que no necesariamente están siendo eficientes y que no siempre están logrando sus objetivos, en especial cuando tienen muchos más recursos para pensar en grande y pueden hacer algo de un impacto mucho mayor. Qué tristeza que se perdiera la oportunidad de hacer grandes cosas porque se malgastan los recursos o porque, cosa muy común, se destruyen los mercados por ejemplo al regalar zapatos y acabar así con la industria local, en vez de promover soluciones de mercado. Sería terrible que la gente perdiera credibilidad en el cambio y las donaciones por ver los recursos malgastados o perdidos como ha ocurrido en África (aunque siempre seguirán los que quieren inmortalizarse o lavar su nombre a través de obras benéficas).
Si se van a hacer intervenciones, hay que hacerlas bien hechas, y si se va a donar plata, hay que hacerlo a conciencia y ser crítico, involucrarse en las causas para evaluar la seriedad. Es necesario que quienes donan los dineros exijan que se les demuestre que la intervención ha sido efectiva, esto, lógicamente, además de pedir certificados de donación la cual ayuda a la organización receptora a organizarse y evitar desapariciones de recursos. Estoy en desacuerdo que pidan con el mercado plata para “los niños”, cuando no especifican que hacen, no sé cómo controlan la plata, así como tampoco estoy de acuerdo con las limosnas.
Si bien apoyo las donaciones serias e involucradas, lo más importante es pagar impuestos. Sólo con los impuestos se puede hacer país y no podemos quejarnos del país cuando estamos haciendo triquiñuelas para que los impuestos sean menores. Si es capaz de darle plata a alguien que le pide en la calle, o se las da a instituciones que ni siquiera sabe que hacen, mejor páguele al gobierno. Recuerde que Colombia es el tercer país más inequitativo de la región y que está contando con sus impuestos para dejar de serlo.