Los altibajos son parte de la vida y cuando aparecen sabemos realmente quiénes somos y el calibre que tenemos. Desde la impetuosa pandemia no han parado las adversidades, sin embargo, hoy reconocemos que lo único capaz de levantarnos de la arrolladora fatiga, es la valiente postura de seguir adelante.
El balance del 2022 es reiterado por los actores de la economía nacional como un año difícil para todos, así mismo, para los insumos de protección y nutrición de cultivos, pues también fue golpeado por las dificultades logísticas globales, el conflicto entre Rusia y Ucrania, la devaluación acelerada del peso colombiano y la inesperada situación climática que retrasó e impidió la siembra causando decrecimiento en el área de importantes cultivos.
Por supuesto, el incremento de los costos de producción y el deterioro importante de los márgenes y la rentabilidad de los negocios, tanto en los agricultores como en las empresas, fue evidente, y si se suma el crecimiento del comercio ilegal con la falsificación de productos, fue realmente desalentador.
Sin embargo, gracias a la perseverancia, el enorme trabajo y la firmeza de las empresas se garantizó el abastecimiento de insumos para la protección y nutrición de cultivos. Ojalá valoremos el tener en Colombia 13 plantas de producción porque mitigaron los efectos de lo ya mencionado, una situación que además anhelan otros países vecinos dependientes de la importación de formulaciones.
Las perspectivas del 2023 exigen un cambio y un nosotros diferente, pues Procultivos ANDI hizo una exploración con las empresas afiliadas y espera un año mejor, que si bien no llegase a ser de crecimiento en las utilidades y en los márgenes de rentabilidad, ojalá sí sea de estabilidad. Por eso será clave monitorear el comportamiento de la tasa de cambio, revisar periódicamente el abastecimiento de materia prima y, por ende, de insumos de protección y nutrición de cultivos. Por otra parte, debemos estar atentos al clima, del cual depende la agricultura para que permita un mejor panorama de siembra y así mismo la recuperación de áreas.
Finalmente —y muy importante— en el 2023 será fundamental fortalecer y extender los esfuerzos colaborativos armoniosos y medibles para trabajar con los productores del campo en sus fincas. Necesitamos lograr mejores cosechas en cantidad y calidad, con prácticas sostenibles. Es un reto que ya alcanzamos en unidades productivas de pequeños y medianos agricultores, por parte de Procultivos ANDI, por eso la posibilidad ahora de escalarlo a las diferentes regiones del país.
Saber HACER en las fincas es lo que necesitamos para lograr la agricultura sostenible del 2030, según Naciones Unidas, pero primer debemos saber SER.
Vamos para adelante.
Crédito foto: albert.aschl on VisualHunt