La noticia pasó casi de agache: el DANE y la FAO presentaron, hace pocos días, los resultados sobre la encuesta que adelantaron sobre la seguridad alimentaria en Colombia. Los resultados, por decir lo menos, son inquietantes.

De acuerdo con la encuesta, 28 de cada 100 hogares en Colombia están en condición de inseguridad alimentaria, es decir, no tienen acceso satisfactorio a los alimentos, por lo que no pueden cubrir sus necesidades básicas en cuanto a la alimentación de sus integrantes. La encuesta, además, revela que en Colombia hay cerca de 15,5 millones de personas que se enfrentan a escenarios de inseguridad alimentaria moderada o severa.

No cabe duda de que el fácil acceso a los alimentos y una nutrición adecuada son determinantes para el progreso y bienestar de cualquier sociedad, por lo que es inminente poner sobre la mesa las opciones que tenemos para hacerle frente a la inseguridad alimentaria en nuestro país.

Es por eso que aquí, desde Cultivando al Ser,  me detendré sobre dos alternativas —de suma importancia— en las que estamos trabajando desde la cámara Procultivos de la ANDI para aportar no solo a la seguridad alimentaria del país, sino también al desarrollo y crecimiento de los productores del campo y sus comunidades.

Comienzo entonces por mencionar la importancia de una óptima protección y nutrición de los cultivos. A través del trabajo que realizamos desde hace años en campo, hemos detectado que las productividades en la gran mayoría de nuestros cultivos (por no decir todos) está por debajo de los líderes mundiales y, los más importante, de países con condiciones similares a las colombianas.

Nutrir y proteger de manera inteligente los cultivos no es más que utilizar —según las indicaciones del agrónomo para cada caso— las tecnologías disponibles como plaguicidas y fertilizantes. Un clima tropical como el nuestro nos obliga a proteger con precisión a los cultivos de un alto número de plagas, malezas y enfermedades, de igual manera es vital ofrecerles a los cultivos los nutrientes necesarios para obtener cosechas más abundantes y de calidad.

Otro de los programas en los que avanza Procultivos ANDI apunta a conectar a los agricultores y a los apicultores. Es necesario romper de una vez por todas con ese falso ‘divorcio’ entre ambas actividades y, por el contrario, buscar que cada vez más haya productores del campo que sean tanto agricultores, como apicultores.

¿Por qué? La razón es muy sencilla: la polinización dirigida. Esta actividad, que consiste en guiar a las abejas para que polinicen un cultivo específico, no solo aumenta la productividad de los cultivos (tal como lo hemos constatado en campo), sino que también se convierte en una nueva fuente de ingresos para los apicultores, quienes pueden cobrar por este servicio.

La efectividad de estas dos opciones para mejorar la productividad de los cultivos y contar así con alimentos sanos y suficientes, ya han sido probadas por Procultivos ANDI con agricultores y apicultores en diferentes regiones del país, ahora la tarea está en convertir estas alternativas en políticas de largo aliento que nos aseguren nuestra alimentación y desaten todo el potencial del agro colombiano.