Luigi Valdés Buratti, es mexicano, conferencista, escritor y una de las mentes más brillantes y visionarias en lo que a innovación se refiere. Fue uno de los invitados de lujo en el III Congreso Agroindustrial que celebró la ANDI este primero de diciembre en Bogotá. Con él conversé sobre la innovación en el agro y este fue el resultado de mi charla.

María Helena Latorre: Colombia tiene todo el potencial para ser despensa mundial de alimentos. ¿Qué le podrías decir a los agricultores colombianos para alcanzar esa meta?

Luigi Valdés Buratti: La primera cuestión que tiene que pensar es ¿qué quieres para ti? Si alguien dice “yo quiero producir para mi despensa diaria y no me quiero meter en problemas”, es válido. Por otro lado hay gente que dice “yo no me conformo con esto” y que busca crear empresa.

El segundo punto es la innovación, de la que hay dos tipos. Una se da en cómo ser más eficiente con mejores productos. Eso es simplemente eficiencia, que te va a hacer ganar más con lo que estás produciendo. La segunda es qué tienes y cómo lo vas a vender. Entonces eso es lo que tienes que buscar, de qué manera podemos romper con el esquema tradicional de “cómprame sacos”. La pregunta es por qué no buscamos un medio o un proceso y lo vamos avanzando. Allí es donde puede ser muy interesante la innovación.

MHL: Dentro de ese proceso de innovación, de pensar diferente, ¿qué tan válido es copiar las cosas que están bien hechas?

LVB: Totalmente válido: si alguien lo hizo bien cópiale y luego añádele lo tuyo. No tiene nada de malo copiar, es más, decía Picasso “los inteligentes copian, los genios robamos”. Yo robo ideas y me reclaman y luego se roban mis ideas y yo digo “qué bueno”, por eso les doy mi material, eso me ayuda a mejorar. No pasa nada si copias, déjate el orgullo atrás, pero trata de copiar y mejorar, aporta tú también.


MHL: ¿Tienes algún ejemplo práctico de una innovación con productos agrícolas?

LVB: A mí me gusta mucho la gente que hace vinos exclusivos. Entre impuestos, distribuidores, restaurantes y clientes el vino que cuesta 200 pesos al del restaurante lo vende a 400, pero al final al productor le llega muy poca ganancia y el restaurante se gana una mayor tajada. Entonces dices “¿quién es el que está ganando?”. Imagínate entonces que como productor te digan “María Helena te mando a hacer 50 botellas de vino con etiqueta y producción exclusiva que serán mis regalos de Navidad”. Entonces el vino que a ella le costaría 400 pesos le costó 200 y tú le ganas 180 en vez de ganarle 10 y todos ganamos.

MHL: La agricultura colombiana se está envejeciendo, el relevo generacional no se está dando. Sé que la innovación no tiene edad, sin embargo, ¿qué le dirías a los jóvenes que pueden agregarle un enorme valor a la agricultura?

LVB: Todo se puede innovar y todo se puede hacer grande. También creo que todos tenemos fecha de caducidad, esa fecha la puedes acortar o la puedes alargar. Por ejemplo, tu papá te hereda una tienda de alquiler de videos, pues estás heredando un cadáver.

Entonces los jóvenes pueden tener ideas más frescas, pero también necesitan una actitud mental que es “¿ya te moriste?”. No, todavía puedes meterle más emoción al proyecto. Todo eso es un proceso de educación -esto no es espontaneo-, para que empieces a pensar diferente.

Un ejemplo que no es de agricultura pero que es muy interesante. Cuando se está trabajando con emprendedores creemos que el emprendedor está entre 20 y 25 años, pero no es cierto eso. A los 25 años están buscando novia, están tomando cerveza, luego están los emprendedores entre 35 y 40 años que ya tienen más experiencia, que ya conocen el mercado y ya pueden tomar decisiones. Esos son del nicho fuerte de emprendedores.

El poder de una idea

MHL: El emprendimiento está muy emparentado con la tecnología, pero parece ser que el campo está lejos de ella. ¿Cómo conectar estos mundos?

LVB: El problema del campo es que los tenemos acostumbrados a la frase: “¿ a cuánto me vendes un saco?”. Tenemos que ver de qué manera ofrecemos más valor por lo que se ofrece. Pero también te voy a decir una cosa, ¿sabes por qué mucha gente no cambia? Porque tampoco sabe cómo.

Hicimos un proceso de liderazgo creativo y de neuroinnovación en el que te transferimos los cinco modelos de innovación y liderazgo creativo. Dura cinco meses dos días al mes y solamente después de 100 horas la gente empieza a cambiar. Esto no es una conferencia ni un proceso de un día, necesitas procesos bien largos para que la gente tome confianza y vaya encontrando oportunidades. No dije que fuera fácil, yo dije que funcionaba que es diferente. Si fuera fácil, pues todo el mundo lo haría.

MHL: ¿Dónde poner entonces la mira?

LVB: Lo que estás buscando son buenas ideas, no tienen que ser muchas, con una es suficiente. Starbucks es una idea de alguien que la pudo comercializar, McDonald’s es una idea de alguien que la pudo comercializar, que encontró el momento de hacerlo. Estas metodologías te generan muchas ideas.

MHL: A lo que hay que meterle el diente definitivamente es a aliviarle la vida al consumidor y nosotros tenemos los productos para hacerlo. Hay que pensar cómo…

LVB: Hay un video que hizo Tesco en Corea del Sur. Tesco es como Walmart, y en ese país el director dijo: “quiero ser el número uno en ventas sin abrir nuevas tiendas”, porque el competidor coreano era más fuerte, ¿Qué hicieron? En el metro pusieron el supermercado, con fotografías de los productos en súper alta calidad y la gente compra por medio del celular y le llega a su casa. Esas son las ideas que son diferentes.