Hay tiempo para todo y lo que es, ya ha sido, y lo que será ya fue, por eso la coyuntura que vivimos ya ocurrió porque todo se repite y las lecciones aprendidas florecen sólo en manos de los sabios que actúan sin hablar, que demuestran sin decir, que hacen sin prometer, porque tienen valores, no precio.

Cuántas situaciones como la actual ha vivido repetidamente el mundo, desbalances económicos por factores imposibles de controlar desde los países, y cuando pasa la difícil situación, sorprende conocer a la gente que la superaron porque despreciaron la demagogia salvadora y se dedicaron a trabajar cambiándose a sí mismos, para cambiar lo demás.

Hoy de nuevo tenemos inclementes precios internacionales y costos logísticos que impactan la economía agrícola, golpeando a la cadena desde las fincas, hasta los consumidores finales. Así mismo, discursos, promesas y medidas irreales conocidas en el pasado y que se quieren repetir en lo que será, pero no solucionarán la situación.

Debemos trabajar con y por los productores del campo, para que huyan del individualismo y se enfoquen en sus necesidades para superarlas con realismo, dotándose de la economía solidaria que une esfuerzos colaborativos armoniosos, en pro de estructuras eficientes de siembra, cosecha, compra, venta, financiación y otros.

Suena bien, obvio no es mágico, requiere acompañamiento y dedicación, pero sólo calcular la agobiada posición que tienen los productores del campo hoy día, evidencia lo antieconómico que es no conducirlos a que sean empresarios solidarios, así sea con una o menos de una hectárea en su finca. Para nadie es desconocido, que en promedio los productores reciben apenas el 15% de los precios que los consumidores pagan por sus productos.

Por lo anterior, es necesario trabajar simultáneamente componentes de productividad, manejo del cultivo, certificaciones, cooperativismo o asociación, auto-eficiencia, ser empresarial, desarrollo humano, comercialización, financiación, y sobre la marcha ejecutar mediciones, pruebas, ensayos y error, porque cada finca y así mismo cada ser humano son diferentes.

El trabajo es integral y compuesto, imposible para quienes no lo hagan, posible para quienes queremos el cambio propio, y así lograr una agricultura consciente, próspera que proveerá los alimentos del mundo. Procultivos ANDI incursiona con el modelo Manejo Agronómico Disruptivo que desarrolla los diferentes componentes y pese el tiempo que implica realizarlo, como su enorme trabajo, vale la pena. Aquí dejo la memoria gráfica del modelo, que ya hemos probado y seguiremos ejecutando.

Todo pasa y pasará, logrando la agricultura que soñamos y merecemos.

Un abrazo,