Moverse por Bogotá es una de las situaciones que más complejas se han vuelto en los últimos años, el tráfico pasó de ser imprevisible a ser insoportable. Ya no hay un día en la semana en el que desplazarse por la capital no se haya vuelto un dolor de cabeza para cada uno de los más de 7,2 millones de habitantes que registró el DANE en sus últimas estadísticas.
La problemática es tan grave que según el último índice de tráfico de TomTom –uno de los mayores fabricantes de sistemas de navegación para automóviles y teléfonos móviles del mundo- y mencionado por el Foro Económico Mundial, en junio de este año, Bogotá es la segunda peor ciudad en el planeta para conducir.
En el índice solo nos supera Bombay, India, una ciudad que tiene más de 18 millones de habitantes con una extensión de menos del 50% comparada con Bogotá. En la deshonrosa lista, el nivel de congestión de la ciudad india es del 65%, contra el 63% de congestión observada acá.
Desde ese punto de vista, el problema no se queda solo en un simple asunto de tráfico. Las consecuencias colaterales que trae consigo una difícil movilidad afectan desde la salud de los habitantes, hasta la productividad de las empresas y, por consiguiente, el desarrollo económico del país.
Los problemas de salud comienzan por el exceso de polución, que inciden en el sistema respiratorio y sus consecuencias: gripa, bronquitis y neumonía, entre otras. Esto deriva en un aumento de las incapacidades laborales, que generan sobrecostos para las empresas y un mayor gasto en el sector salud.
Además, la salud mental es un tema que cada vez es más tenido en cuenta al realizar los estudios sobre movilidad y un factor clave a la hora de hablar sobre empleo y productividad.
Un estudio realizado por INRIX Global Traffic Scorecard de 2019 indicó que los bogotanos pierden 272 horas al año, más de 11 días metidos en trancones y embotellamientos. Este factor afecta directamente la salud mental de los ciudadanos y su principal riesgo es el estrés, que según el Observatorio Europeo de Riesgos equivale a entre el 50% y 60% de los días de trabajo perdidos por una persona. Según esta misma entidad, algunos de los detrimentos para la empresa son el aumento de los accidentes laborales, un creciente índice de rotación de personal, disminución del grado de motivación y satisfacción, empeoramiento de la reputación, descenso de la productividad y por último una caída de los beneficios y pérdidas económicas.
En ciudades como Londres, en la que los habitantes pierden 227 horas anuales a causa del tráfico, el costo económico llega a ser de £1,680 libras esterlinas, unos 6,7 millones de pesos por persona.
Son todos estos factores los que hacen que nos replanteemos nuestra postura como empresarios frente a la movilidad y cómo lograr mejorarla. La industria de BPO, por ejemplo, apoya iniciativas que ayudan a disminuir el tráfico en las ciudades, flexibilizando y añadiendo horarios laborales diferenciales, para que los trabajadores se movilicen en horas no pico, así como un aumento importante en el número de trabajadores remotos y teletrabajadores en las empresas que hacen parte del sector.
En este sentido, el Gobierno Nacional con el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de las TIC, están adelantando acciones para construir una Política Pública del Fomento del Teletrabajo, invitando a las personas que se quieran unir a esta iniciativa a participar en los talleres a realizarse en el país. La información se puede encontrar en ww.teletrabajo.gov.co. En la actualidad hay más de 120.000 teletrabajadores en Colombia y son cerca de 13.000 las empresas que implementan esta modalidad.
Hay otras alternativas para mejorar la movilidad como el carpooling o carro compartido, una medida que pueden implementar las organizaciones para que sus empleados utilicen un solo vehículo entre varias personas cuando se dirigen hacia el mismo lugar. En Colombia hay Apps que permiten utilizar este servicio de manera gratuita, contribuyendo además, a mitigar los aproximadamente 1.400 kilos de CO2 que produce al año un bogotano que recorre cada día, en promedio, 20 kilómetros con su automóvil.
Dichas facilidades sumadas a otras medidas de transportes alternativos como el uso de bicicletas, de uso personal o compartido, y las patinetas eléctricas que están en auge -y deben ser reguladas-, pueden ser una solución viable si nos comprometemos en su regulación y fomento.
¿Qué necesitamos para lograr que estas soluciones se implementen y funcionen? Irene Portabales González, lo resume en su blog para el Banco Mundial. Según la autora, hay 4 puntos necesarios: La seguridad vial es vital para que los usuarios sientan confianza de montarse en una bicicleta o patineta, incluso compartir su vehículo; una infraestructura adecuada para este tipo de vehículos alternativos como ciclovías conectadas y áreas de parqueo; la integración con el transporte público masivo, por último, la conciencia ciudadana para un uso correcto y responsable con las normas de tránsito y el resto de los peatones y vehículos.
Portables se refiere también a una institucionalidad fuerte y políticas específicas, al igual que Ralf-Peter Schäfer, vicepresidente de información de tráfico de TomTom, quién afirma que se debe trabajar para que los vehículos sean eléctricos, compartidos y autónomos. Con ello, “nuestro futuro estará realmente libre de congestión y emisiones; tenemos la tecnología para hacer que esto suceda, pero necesitamos de una colaboración global y el esfuerzo de las autoridades viales, los gobiernos, los fabricantes y conductores de vehículos”, declara Schäfer.
¿Estamos todos dispuestos a lograrlo?