Unir esfuerzos y pensar más como país por encima de intereses particulares o de pequeños grupos, debería ser uno de los propósitos de todos los colombianos en esta década que comienza.

Estamos en un momento de cambio en el que el país está evolucionando con resultados que aunque podrían ser mejores, son positivos en medio de las dificultades, lo cual es una oportunidad para mantener el impulso y avanzar en las transformaciones que queremos.

Tuvimos un crecimiento económico del 3.3% en el tercer trimestre de 2019, el más alto en cuatro años, y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) proyecta un crecimiento del 3,5% en el 2020, el más alto en la región.

El Banco Mundial, en un informe del año pasado sobre Colombia asegura que “Se espera que una mayor rentabilidad en el sector petrolero incentive las inversiones en explotación y exploración. Un mayor número de cierres financieros para los proyectos 4G y un repunte en la ejecución de los proyectos existentes es un buen augurio para la inversión durante el período 2020-2021. La política monetaria acomodaticia y las condiciones financieras favorables en el mercado interno también respaldarán el crecimiento”.

Son buenas noticias si a esto le sumamos que Colombia hoy es reconocido como uno de los destinos más atractivos para invertir, somos la sede del primer Centro para la Cuarta Revolución Industrial en América Latina y el país ganó 3 posiciones en el Índice Global de Competitividad (IGC), del Foro Económico Mundial (FEM) 2019, siendo esta la posición más alta que hemos ocupado en los últimos 14 años. También somos un hub de exportación de servicios de BPO en la región. Y la lista podría seguir.

Aunque no hay duda que aún tenemos muchos aspectos que solucionar, unos a corto plazo y otros que toman más tiempo, es clave aprovechar este momento para seguir avanzando. Necesitamos cambiar nuestra visión interna y hacernos más fuertes como nación remando todos hacia el mismo rumbo, aún entre nuestras diferencias. Nadie es ni puede ser ajeno a este propósito.

El deterioro y el fracaso se originan en las divisiones, y en general los seres humanos somos más proclives a encontrar satisfacción en la crítica que destruye y en sentirnos más importantes si sobresalimos cuando juzgamos y señalamos a los demás resaltando sus equivocaciones, olvidando que lo que más nos molesta en los demás hace parte de nuestros defectos. Este comportamiento hoy es más evidente como consecuencia de la hiperconectividad y la facilidad de opinión que permiten las redes sociales. Eso debe cambiar.

En las empresas podríamos empezar por reforzar los valores, construir confianza entre los colaboradores a través de  una cultura de tolerancia y respeto por el pensamiento y las opiniones de los demás que trascienda a sus familias y círculos cercanos, así como el principio de “Si no tienes algo bueno que decir, mejor no digas nada”. Igualmente en nuestro entorno familiar. Parece inocuo. Pero cada kilómetro empieza con un paso.

La naturaleza nos muestra ejemplos de unión y cooperación que podrían inspirarnos. Recientemente conocí uno, a través de las “hormigas de fuego”. Durante el fin de año tuve la oportunidad de ver un video sobre estos insectos y me sorprendió su solidaridad y trabajo en equipo para enfrentar con éxito las dificultades a pesar de su tamaño. Son también llamadas “hormigas rojas” por su color, y para sobrevivir durante las temporadas de inundaciones en las regiones donde habitan, se toman de sus pequeñas patas y forman balsas que gracias a sus cuerpos grasosos les impide hundirse protegiendo así a su reina, hasta que encuentren un lugar seco en donde empezar de nuevo.

Ellas responden a un propósito superior y entienden que su supervivencia depende de permanecer juntas para asegurar su futuro. La que se suelta, no lo logra. La estructura de la balsa es tan perfecta que en estudios realizados por científicos en laboratorios, estos tratan de hundirlas, pero salen nuevamente a flote sin soltarse.

Los colombianos hacemos parte de un país de 50 millones de personas, “una gran balsa” en medio de muchos desafíos, que inicia una década con grandes oportunidades para navegar con éxito. Con seguridad tendremos la grandeza para tomarnos de las manos y mantenernos a flote.