Con el estallido de la burbuja de las acciones de tecnología a comienzos de 2000, se terminaba un mercado alcista de acciones de casi veinte años. Por esas épocas las acciones que ofrecían dividendos eran vistas como “reliquias pintorescas del pasado, propias de la vieja economía”.
En medio de la crisis actual, caracterizada por muy bajas tasa de interés y pobres perspectivas de crecimiento económico en el mundo avanzado, ha revivido el interés por ese tipo de acciones. Y sus perspectivas no pintan mal: lo que se deshizo en 30 años no se arregla de la noche a la mañana. Por alguna razón exigía Benjamin Graham, tan vigente hoy como a mediados del siglo pasado, que uno de los requisitos para adquirir una acción es que ofrezca un dividendo por lo menos igual a dos tercios del monto que ofrecen los bonos “triple A”.
Una buena herramienta es el fondo SDY. Creado en agosto de 2.005, invierte de acuerdo con el índice “S&P High Yield Dividend Aristocrats” correspondiente a las 60 acciones dentro del índice “S&P Composite 1500” de empresas norteamericanas con el rendimiento del dividendo más alto (dividendo anual por acción/precio por acción).
El problema es que nada de lo que ofrece el mercado es regalado: muchas veces el cociente es alto por una fuerte caída en el precio respectivo. Para tratar de reducir ese riesgo, el requisito fundamental del fondo para pertenecer a este club privilegiado es que sus miembros hayan aumentado sus dividendos anualmente, a lo largo de los últimos 25 años. Se supone entonces que son empresas sólidas, bien posicionadas para brindar los dos componentes del retorno total: valorización y dividendos. Gracias a que su universo es más amplio que el del tradicional S&P 500, incluye empresas de diversos tamaños.
A diferencia de las metodologías usuales que ponderan sus componentes de acuerdo con su tamaño, este fondo lo hace trimestralmente, según el monto del cociente. Adicionalmente, la permanencia de cada acción en el índice es revaluada una vez al año, por ejemplo cuando la acción deja de pertenecer al club de los 1.500.
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