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¿Justifica diversificarse más allá de los EEUU? Parte II

hadler@stanfordalumni.org

En la entrega anterior vimos como el “SPY, un fondo de amplio espectro especializado en los Estados Unidos, ha obtenido una rentabilidad anual en diez años cercana a 15%. Y cómo un fondo internacional como el “EFA,” de características similares, ha producido una rentabilidad de 5.5%.

No sobra recordar que, en lo corrido del año, a octubre 5, el primero ha obtenido un rendimiento de +7%, y este último una rentabilidad de -5%.

Igualmente, vimos por una parte que el consejo tradicional ofrecido a los ahorradores norteamericanos con respecto a una adecuada diversificación internacional ha sido asignar alrededor de 30% a acciones internacionales. Se origina en la teoría clásica de portafolios, que sostiene que para reducir la volatilidad y mejorar la utilidad por unidad de riesgo, se requiere de componentes con bajas correlaciones. Aclaramos que una correlación alta se produce cuando las dos variables se mueven en la misma dirección, negativa cuando se produce en direcciones contrarias, y que es de cero cuando los movimientos son totalmente independientes.

Por otra parte, vimos cómo inversionistas de la talla de Warren Buffet, y John Bogle han sostenido que esta diversificación internacional no es necesaria.

Un par de reconocidos estudios ayudan a aclarar el tema.

Uno de ellos, publicado por la firma de investigaciones Morningstar para el periodo 1971-2019, muestra cómo a partir de 1995 las correlaciones correspondientes a estos dos índices en periodos de 5 años han venido en constante aumento. Su punto más bajo fue de 0.26 en 1997, y su punto máximo 0.92 en el 2013. En el periodo más reciente, la correlación fue de 0.83.

Igualmente, en un estudio presentado en noviembre del 2015, los profesores Allen Michel e Israel Shaked de la Universidad de Boston, y Jacob Oded de la Universidad de Tel Aviv, examinaron el comportamiento de las correlaciones de un conjunto de índices con respecto al índice S&P 500 durante un periodo de 19 años.

Con la excepción del oro, sus gráficas tomaron forma de “U:” altas cuando los retornos del índice estaban en sus extremos (tanto al alza como a la baja,) y bajas durante los tiempos normales. Concluyeron que “esta diversificación puede ser factible bajo condiciones relativamente tranquilas; pero durante mercados tumultuosos, y cuando más se requiere, esta puede ser imposible de lograr.” Ocurrió precisamente durante la crisis financiera del 2008, cuando las correlaciones entre los mercados aumentaron dramáticamente, ocasionando que los métodos tradicionales de diversificación dejaran de ser efectivos.

Para quienes buscan una diversificación internacional adecuada, ¿basta entonces limitarse al mercado de los Estados Unidos? Podría decirse que la respuesta es sí, y no.

Una posible alternativa es no ceñirse a asignaciones fijas, sino más bien adoptar estrategias flexibles. De hecho, la reversión a la media es una fuerza poderosa en finanzas, y una de las pocas afirmaciones que se puede hacer con certeza es que el liderazgo se rota. Efectivamente, y de de acuerdo con el estudio de Morningstar, en periodos de 5 años el índice internacional superó al S&P 500 durante 1979-1984, 1989-1994, y el más reciente, en el periodo 2004-2009

Gracias a este rezago, las acciones internacionales gozan ahora de niveles de valorización mucho más favorables. En efecto, la relación precio/ganancias (proyectadas a un año) del fondo “SPY” está actualmente en 24, contra un poco más de 18 para el “EFA.”

Adicionalmente, algunos países están por delante de los Estados Unidos en el ciclo de la pandemia, y alguna debilidad que ha mostrado recientemente el dólar hace más atractivas las acciones en moneda extranjera.

El problema con este tipo de estrategias es que los mercados suelen comportarse irracionalmente durante largos periodos, haciendo difícil acertar con los puntos de entrada y salida.

Al respecto, desde 1994 la firma Dalbar ha cuantificado el efecto de las decisiones por parte de los inversionistas en fondos mutuos a corto y largo plazo. Año tras año, los resultados muestran que el inversionista promedio obtiene menos, y con frecuencia mucho menos, que el rendimiento que logran los fondos.

Bien lo comentó alguna vez el señor Buffet, a raíz de los descalabros bursátiles sufridos por el científico Newton. “De no haberse traumatizado por sus pérdidas, habría descubierto su cuarta ley del movimiento: para los inversionistas, como un todo, los rendimientos decrecen a medida que el movimiento aumenta.”

Harry Adler

Ingeniero Industrial de la Universidad de los Andes, MBA de la Universidad de Stanford. Empresario independiente como socio y gerente general de las firmas comercializadoras "Socodi" y "Argenti." durante 25 años. Asesor en inversiones internacionales, columnista sobre temas financieros, conferencista hadler@stanfordalumni.org

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