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¿Será que el señor Buffet está perdiendo su apuesta?

 

hadler@stanfordalumni.org

A propósito de los altos costos que tradicionalmente impone el sistema financiero, tema abordado por el señor Warren Buffet en la asamblea de accionistas del 2006 de su empresa “Berkshire Hathaway,” este manifestó por esos días que estaba dispuesto a apostar un millón de dólares a que el rendimiento de un portafolio conformado por diez fondos de cobertura, seleccionados por su eventual oponente, no superaría en un período de diez años al rendimiento de un fondo indexado de muy bajo costo invertido en el S&P 500.

Al no encontrar oponentes, el señor Buffet dio un parte inicial de victoria, argumentando que este hecho era un indicativo de que muy posiblemente él estaba en lo cierto.

Pero un año más tarde, el señor Ted Seides, en ese entonces socio activo de la firma “Protégé Partners,” especializada en identificar y recomendar fondos de cobertura, aceptó el reto, jugándosela con un portafolio de cinco fondos de fondos.

Cabe aclarar que un fondo de fondos no invierte directamente en los instrumentos financieros tradicionales, sino a través de otros fondos. Esto, obviamente, implica una capa adicional de costos, que por lo general oscila alrededor de 1%.

La apuesta quedó formalizada a partir de enero del 2008, al invertir cada uno $320,000 dólares en un bono del Tesoro diseñado para producir un millón de dólares al finalizar el concurso. Quedó estipulada la entidad de beneficencia donde deberán ser consignados, según quien sea el ganador.

Para quien no está familiarizado, cabe recordar que los fondos de cobertura son el espacio donde participan muchos de los más talentosos cerebros, y donde navega el dinero “inteligente.”

Pero debido a su escasa reglamentación, y a su facultad para asumir altos niveles de riesgo, están permitidos solo para clientes institucionales, y para individuos calificados gracias a su patrimonio e ingresos.

Este privilegio no resulta barato. Tradicionalmente involucran cargos de manejo del 2% sobre activos, más 20% sobre las utilidades, aunque estas condiciones pueden variar. Y no tiene nada de raro que impongan restricciones con respecto al cuándo y al cómo se puede retirar el dinero.

El primer fondo de cobertura apareció en 1949 cuando el señor Alfred Winslow Jones se apoyó en una técnica de cobertura (utilización de un instrumento financiero para contrarrestar una posible pérdida en una inversión) para tratar de neutralizar el efecto de las caídas en los precios de las acciones.

Busca generar rendimientos positivos tanto en los buenos tiempos como en los malos, sin que de ninguna manera se pueda garantizar el resultado. El ejecutor básicamente apuesta a favor de lo que considera buenas acciones, y en contra de las que le resultan menos atractivas. Obviamente se limita la rentabilidad potencial.
Con respecto a estas últimas, la estrategia requiere tomarlas en préstamo, con el compromiso de adquirirlas y reponerlas más adelante, ojalá a un precio más bajo.

Cuando el mercado sube, se espera que las ganancias obtenidas en las primeras sean mayores que las pérdidas en las otras. Y cuando baja, que las ganancias en las segundas sean mayores que las pérdidas en las primeras. Si el plan de vuelo se cumple, se gana independientemente de la dirección del mercado; de lo contrario, la pérdida puede ser por partida doble.

Hoy en día los fondos de cobertura tienen una infinidad de variaciones. Los hay muy agresivos, y otros que utilizan estrategias conservadoras. Pueden utilizar libremente, y en secreto, todo tipo de activos, estrategias e instrumentos financieros.

¿Será que el señor Buffet está perdiendo la apuesta?

Cumplidos ocho años, los medios informaron sobre la diferencia a favor del señor Buffet, prácticamente abismal: 65.7%, contra 21.9%.

Y es que no solo los altos costos han jugado en contra del señor Seides.

Primero, y como regla general, se ha comprobado que los fondos de cobertura tienden a sobresalir cuando los mercados se caen. Un problema que él enfrenta es que a partir del 2009 el índice S&P 500 no ha hecho más que subir.

Segundo, es muy posible que a través de sus cinco fondos de fondos, su portafolio involucre un número demasiado grande de ellos. Es muy posible que ese exceso de diversificación haga que sus retornos sean apenas promedio. Y cuando los retornos son promedio, los bajos costos juegan un papel decisivo.

Y tercero, se encontró con un rival que muy rara vez pierde una a puesta.

 

Harry Adler

Ingeniero Industrial de la Universidad de los Andes, MBA de la Universidad de Stanford. Empresario independiente como socio y gerente general de las firmas comercializadoras "Socodi" y "Argenti." durante 25 años. Asesor en inversiones internacionales, columnista sobre temas financieros, conferencista hadler@stanfordalumni.org

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