Es asombrosa la similitud que ha tenido la evolución de los sistemas sociales humanos con la evolución de la vida. Podemos ver las comunidades de cazadores-recolectores primitivos con muy poca división y especialización del trabajo y muy poca diferenciación de rangos, y hacer una metáfora entre ellas y las primeras colonias de algas verdeazuladas e inclusive algas en general, en las cuales vemos que las células no son muy diferentes unas de otras, y sin embargo, buscan aglomerarse por la ventaja adaptativa que esto pueda representar. De alguna manera, de ahí salieron las primeras comunidades de células con algo de división y especialización del trabajo y complementación de tareas.

 

En la economía feudal, vemos comunidades con algo más de división y especialización del trabajo. En ella aparecen ya además de los agricultores, los artesanos, los mercaderes, etc. Sin embargo, el flujo de mercancías, productos agrícolas, etc., se daba a través de un sistema circulatorio mucho más lento, constituido principalmente por caminos de herradura en los cuales circulaban carretas haladas por caballos. La comunicación era igualmente lenta, y la mayoría de máquinas eran propulsadas por energía animal y humana (salvo algunas excepciones como los molinos de viento). Cuando uno piensa en esos sistemas sociales pude fácilmente hacer una analogía con los vegetales. En los cuales uno puede ver que no hay sistema nervioso y el flujo de nutrientes ocurre por un sistema circulatorio bastante lento, conformado por el xilema o vasos leñosos que llevan la savia bruta o ascendente por pura tensión superficial y el floema o vasos cribosos que llevan la savia descendente o elaborada, por gravedad.

 

Un vegetal, como organización de células, tiene ya muchas más células o individuos especializados para determinadas tareas, que intercambian su trabajo con otros individuos que están especializados en otras. Hay grupos de células dedicadas al transporte de savia ascendente, otros grupos están especializados en la elaboración de nutrientes con la savia ascendente y la luz solar que recibe la planta y luego los despachan al resto de la planta por medio de otras que están encargadas de llevarlos hasta el último rincón. También hay grupos con una función específicamente reproductiva y nos podríamos extender indefinidamente explicando cómo la organización de células que conforma una planta, se parece a la organización de seres humanos que conformaba una comunidad feudal.

Hay un momento de la historia en el cual las comunidades de seres humanos desarrollan una capacidad de comunicarse más rápidamente lo cual les da una mayor capacidad de reacción como colectivo, ante los cambios del entorno. Eso ocurre con la revolución de las telecomunicaciones. Comenzaron a tenderse por entre las comunidades, unos cables que permitían que los seres humanos se comunicaran unos con otros de manera mucho más rápida, eso unido a unos medios de transporte mucho más rápidos que hacían que circularan los bienes y se dieran los intercambios mucho más aceleradamente. Podemos hacer una muy buena similitud entre estas comunidades, y los animales con sistemas nerviosos primitivos. En los cuales vemos ya un corazón que hace que los nutrientes fluyan de manera mucho más rápida y una mayor división y especialización del trabajo. Los animales tienen ya una buena cantidad de órganos, cada uno dedicado a una tarea específica que beneficia a la colectividad en general y al mismo tiempo necesita de todo lo que el colectivo le aporta.

 

Con la revolución de la información que se está dando actualmente, podemos ver que la tendencia ha sido a que haya una especie de concentración de comunicaciones e información en unos núcleos dedicados al procesamiento y coordinación. Eso se parece a la aparición de los ganglios neuronales en algunas especies animales. Por ejemplo, en los moluscos gasterópodos, ya se puede ver un corazón formado por una aurícula y un ventrículo y un sistema nervioso primitivo “que consta esencialmente de un collar periesofágico que contiene un par de ganglios cerebroides dorsales, una masa ganglionar ventral y un par de ganglios pediales. De la masa ventral salen numerosos nervios que inervan los órganos de la cabeza y las vísceras”.21 Sería perfectamente previsible, que si se mantuviera esta tendencia, los organismos sociales, siguieran evolucionando hacia unos organismos cada vez más inteligentes (entendiendo inteligencia como la capacidad de reorganizarse rápidamente para adaptarse a los cambios del entorno).

 

Podría pensarse que por ejemplo, los barcos-fábricas que viajan por el mundo mientras van produciendo mercancías, las cuales dejan en los puertos a los que llegan, a cambio de dinero, víveres, materias primas y otro tipo de cosas que les sirven como alimento, son una variante de sistemas sociales humanos que ya son capaces de desplazarse hasta donde se encuentra su fuente de alimento. Si en algún momento no encuentran lo que buscan en un puerto determinado, pueden seguir hacia el siguiente. Podríamos pensar, desde ese punto de vista, que algunas de nuestras comunidades podrían seguir esa tendencia hacia crear ciudades móviles.

 

Fuera de todas estas especulaciones futuristas, es importante que tengamos claro que desde esta perspectiva de los sistemas sociales entendidos como seres vivos, estos seres vivos se alimentan de intercambio comercial. Desde los países, pasando por las ciudades y llegando a nivel más pequeño con las empresas, todos desde esta perspectiva, son grupos de seres humanos reunidos en organizaciones, en las cuales cada individuo o grupo de individuos tiene unas funciones muy específicas que deben beneficiar al resto de la comunidad. Al mismo tiempo, a cada individuo le preocupa la supervivencia del sistema social en general, pues su propia subsistencia está atada a la supervivencia de la colectividad en general. Es decir, sin colectividad no hay individuos y sin individuos no hay colectividad, igual que sucede en la relación que tiene un organismo pluricelular cualquiera con las células que lo componen. Por otro lado, si un sistema social se alimenta de intercambio comercial y por algún motivo ese intercambio no se da, el sistema queda condenado a morir de inanición

 

Este es un concepto entendido claramente en la guerra. Desde la aparición de las primeras Ciudades Estados, apareció también la estrategia de guerra del sitio. Sitiar a una ciudad, era instalar a todo un ejército frente a sus murallas, para detener la entrada de cualquier tipo de provisiones a la ciudad y matar a sus habitantes de hambre.

 

La ciudad de Cartagena, después de su independencia tuvo que resistir un sitio que redujo su población a la mitad. Por eso ostenta el título que le confirió el Libertador Simón Bolívar, de «La Heróica».

 

La ley de comercio de Estados Unidos habla de la importancia de su política comercial equiparable a su política bélica. Textualmente podríamos citar unos apartes de su “Ley bipartidista de autoridad de promoción comercial 2002”:

 

La ampliación del comercio internacional es vital para la seguridad nacional de Estados Unidos. El comercio es vital para el crecimiento económico y la solidez de Estados Unidos y para su liderazgo en el mundo(…) Los acuerdos comerciales hoy sirven los mimos propósitos que los pactos de seguridad cumplieron durante la Guerra Fría, atando a las naciones por medio de una serie de derechos y obligaciones mutuas (…) El comercio generará nuevas oportunidades para los Estados Unidos y preservará la fortaleza sin paralelo de los Estados Unidos en los asuntos económicos, políticos, y militares.17 

 

Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, uno de los principales desafíos de la reconstrucción de Europa y Japón era no dejar morir de hambre a su población, pues la mayoría de sus fuentes de alimentos se habían dañado, el comercio estaba suspendido y buena parte de la mano de obra con capacidad de trabajar la tierra había muerto en la guerra.

 

Como nosotros llevamos varias generaciones sumergidos en una guerra interna, muchos de nosotros no hemos experimentado la escasez de alimento que viene de la mano con la guerra. No sabemos lo importante que es para una nación tratar de garantizar su auto-abastecimiento, tanto de alimentos, como de agua y energía

 

Cuando nuestros políticos no apoyan a nuestros campesinos y permiten que ingresen alimentos más económicos desde el exterior, no están simplemente dejando olvidado a un grupo minoritario y quejumbroso que no se adaptó a la globalización. Están atentando contra la seguridad alimentaria del país, es decir, que en caso de una guerra con una fuerza externa, solamente con bloquear unos cuantos puertos estratégicos, en poco tiempo nos tendrían de rodillas.

 

Igual sucede con la Energía. Si dejamos el monopolio de la provisión de Energía en manos de un privado extranjero, queda nuestra soberanía en una situación difícil, pues estaremos obligados a aceptar cualquier condición que nos quieran imponer. Supongamos que decidan subir las tarifas un 100% aprovechando que no tenemos a nadie más a quien comprarle. Supongamos que decidan vender la energía a Panamá, Ecuador o Venezuela en vez de a nosotros. O simplemente supongamos que en caso de un desacuerdo decidan interrumpir la provisión de energía.

 

Y ni hablar de nuestros recursos hídricos y los bosques que van de la mano con la venta de la energía a un privado extranjero, y las posibilidades que eso abre para dicho privado y que les serán negadas a nuestros hijos.

 

 

La falta de apoyo a nuestros campesinos y la venta de los monopolios estatales a privados extranjeros son un atentado a la soberanía nacional. No son solamente un problema de los activistas y los manifestantes. Son un problema de seguridad nacional que nos afecta a todos.

 

Ramiro Calderón

Senior Consultant

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