El nuevo milenio trajo consigo cambios importantes en todos los aspectos del ser humano. Basta con observar la forma como los millennials conciben el mundo para darse cuenta de la gran distancia que existe entre ellos y los baby boomers. Estos avances generacionales de diferencias muy marcadas en tan poco tiempo exponen retos muy serios para todas las instituciones sociales, el trabajo, la familia y la educación.
En este último aspecto, la noción de cómo educar ha evolucionado para dar respuesta a los retos de un mundo globalizado. Es así que pruebas internacionales como PISA ya no buscan evaluar la cantidad de datos que un alumno de 15 años puede llegar a almacenar, sino cómo un niño de esta edad logra enfrentarse a problemas comunes con algunas nociones de matemáticas, ciencias y lenguaje.
Era lógico hace unas décadas centrar la educación en la memorización de información que pudiese ser útil, pero ahora que los teléfonos inteligentes son tan comunes, toda la información está a una búsqueda de distancia. Por tanto, el nuevo reto no es el almacenamiento de información sino su correcta interpretación para la toma de decisiones.
Los últimos resultados de las Pruebas PISA mostraron el gran avance que ha tenido Colombia en los últimos años en este aspecto, pues el país empieza a cerrar brechas con modelos educativos como el chileno, al mostrar un mejor desempeño en matemáticas, ciencias y lenguaje. De igual forma, la apuesta en el país en el modelo de Jornada Única con énfasis en estas mismas materias, es un buen indicador a futuro.
Con un núcleo fundamental sólido en ciencias básicas y lenguaje, los estudiantes pueden desarrollar su potencial para cualquier carrera universitaria o técnica. Esta es la premisa del énfasis que se le quiere dar a la Jornada Única, junto con la evidencia estadística que muestra que entre más alta es la habilidad de los estudiantes en estas materias, mayor es su expectativa de ingresos futuros y calidad de vida.
De otro lado, la calidad en la educación debe ser indiferente a los factores socioeconómicos de los estudiantes. En Estados Unidos en 2005, por ejemplo, el 17% de los resultados académicos en ciencias eran explicados por estatus socioeconómicos. Porcentaje que se redujo a un 11% en 2015, evidenciando un gran avance en cuanto a equidad social, pues mientras no se cierre la disparidad en temas de educación, los problemas sociales seguirán latentes.
Bajo este mismo supuesto el Ministerio de Educación Nacional ha venido trabajando en programas para que la educación de calidad no sea un privilegio atado a los ingresos de las familias. Hecho que representaría un gran avance en cuanto a equidad social y lucha contra la informalidad, ya que la falta de oportunidad es un factor central en el entendimiento de la violencia en sus múltiples dimensiones.
De igual forma como se avanza en proyectos educativos, el Ministerio también debe centrar esfuerzos en estudios de calidad que permitan una mejor evaluación del sistema educativo nacional y de su evolución, tal como se hace en países desarrollados, y de esta forma evitar invertir en recetas que no se adapten al entorno local.
Es un camino largo el de mejorar la educación en un país como Colombia, pero ya se viene avanzado.
@joseluisalayon