Tanto en los mercados financieros como en el béisbol la anticipación es la clave para ganar. No obstante, suele ser considerablemente más difícil anticiparse a lo que sucederá en las bolsas, ya que muchos agentes tienden a perder más rápidamente su racionalidad en este oficio.
Adelantarse a un hecho futuro es muy complicado, ya que tendemos a minimizar o excluir de nuestros cálculos eventos que tienen un impacto importante en el resultado. Cambios en el patrón del clima, la muerte de una agente, un atentado terrorista, un cambio de política, pueden ser ejemplos típicos de ello. Y como suceden más a menudo de lo que pensamos, las probabilidades de fallar en nuestros pronósticos son más grandes que las de acertar. Sin embargo, esta ardua labor no se abandona, dado que quien logra anticiparse mejor al mercado es el que se lleva los mayores réditos. Es una lógica fácil de incentivos.
Así que tanto jugadores de béisbol como corredores de bolsa siempre tratarán de relacionar diferentes tipos acciones entre sí que permitan pronosticar cual va a ser el próximo paso del mercado o contrincante. Los corredores siempre van a tratar de ver patrones en gráficos de precios o de volumen, o leer entre líneas las intenciones de los hacedores de política (policy makers), hasta el punto que ha habido quienes han tratado de anticiparse a anuncios viendo el tamaño del maletín del presidente de la FED (un maletín grande significaba problemas, uno pequeño que todo iba bien), entre muchos otras prácticas que muchas veces se parecen más a la lectura de una taza de chocolate que a una medición seria. No obstante, en la carrera por ser el mejor todo es válido, y hay a quienes les funciona este tipo de métodos.
El corredor serio analiza los eventos económicos que tiene a la mano para tomar decisiones, pero cuando los hechos son contradictorios (unos dicen que debes compra y otros que debes vender) la situación tiende a complicarse a pasos agigantados. Por lo general, se ponderan los hechos para hacer una estratificación de los más importantes a los menos y así poder tomar una decisión, lo que no siempre es tan claro. Sin embargo, y con las herramientas matemáticas más sofisticadas, la probabilidad de éxito sigue siendo muy restringida a la hora de tomar la mejor opción.
Paradoja Bursátil
Actualmente, el mercado no para de recibir noticias contradictorias sobre el desempeño de la economía mundial, haciéndole el trabajo a los corredores mucho más difícil. Pero la gran mayoría optaron por pensar que era más fácil caer en una segunda recesión que en una recuperación, entonces el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos tendría que hacer todo lo que estuviera a su alcance para evitar otra crisis como la del 2008, así que se implementaría una tercera fase de irrigación de liquidez (quantitative easing – QE). La FED compraría bonos del tesoro, y con ello habría más dinero en la economía, incentivando la inversión y el crecimiento. Esto llevaría a una valorización importante de los bonos y las acciones.
Esta es la cadena de eventos que proyectaron muchos financistas, así que todos empezaron a comparar bonos y acciones. Entre más malos eran los datos en Estados Unidos, más cerca estaríamos de un QE3, así que las acciones más subían. Un hecho bastante contradictorio, pues uno debería esperar a que las acciones subieran cuando la economía se estuviera recuperando, no debilitando, pero la probabilidad de una política de liquidez cambiaba todo.
Con el pasar de las semanas los malos datos hicieron que se descontara rápidamente el QE3 en los mercados financieros. Su efecto se encuentra inmerso en los precios actuales de los activos. Ya solo falta que se dé la noticia para que los inversionistas salgan a liquidar sus posiciones, lo que generaría un desplome en las bolsas mundiales. Esto configuraría una verdadera paradoja. No obstante, esta aún no se ha hecho realidad y pueda que ni se dé de esa forma, ya que hay otra paradoja en carrera en este momento.
Nadie esperaba que de pronto empezaran a salir buenos datos en la economía de Estados Unidos, mientras que Europa y Asia continuaban su camino hacia un estancamiento económico. La confianza ha vuelto a subir junto con la producción industrial, y el comercio cada vez toma más fuerza. Esto ha llevado a que muchos corredores estén realmente confundidos. ¿Cuándo sale un buen dato deben vender, ya que esto aleja la posibilidad de un QE3, o deben comprar, debidos a que es un buen aliciente sobre el futuro de la economía americana?
Esta segunda paradoja es la que ha llevado a que los mercados mundiales, incluido el nacional, hayan bajado el volumen de sus cotizaciones y las bolsas se muestren con comportamientos erráticos.
Aún no sabemos si va a haber un QE3 o no en el corto plazo, pero si que una proyección débil de la situación económica mundial ha socavado en la racionalidad de los mercados y los agentes, dando origen a paradojas que fueron imposibles de predecir en el papel meses atrás. Todo gracias a unos datos positivos que parecen sacados del sombrero de un mago, debido a su baja posibilidad de ocurrencia.
@joseluisalayon