Muy importante que la persona que nos acompañe sea inteligente y con motor propio, es decir de atajar, que sean auto-controlada y autónoma, aunque muchas veces dos de la misma categoría terminan compitiendo entre sí o se haciéndose daño y es mejor que sean complementarios, ejemplo el activo y el pasivo, el malgeniado y el de buen humor,  el acelerado y el pausado, el  creativo soñador con el aterrizado y precavido, el enfocado con el disperso etc.

La mayoría de las veces las personas no piensan en las bondades de los opuestos o las bondades de los iguales y terminan haciendo chispas o pelando porque son muy diferentes o porque son muy parecidos.

Lo importante es cómo le sacamos partido a las diferencias o a las similitudes y cómo basados en un buen uso de esas características logramos sortear los diferentes retos de la vida diaria, volcándolos a nuestro favor y obteniendo los mejores resultados.

Hay muchas personas que se pasan la vida discutiendo por las diferencias o por las semejanzas, en vez de construir sobre las enormes posibilidades de tener un doble o de tener el contrario.

Ahora bien, aparte de la inteligencia, el autocontrol, el motor propio y las afinidades o complementos, lo clave de todo está en la actitud frente a los cambios o frente a los retos diarios, eso si es lo más importante, porque de la actitud que tomemos frente a las realidades que son problemas o restricciones o errores o dificultades está la capacidad de sobrevivir o tener éxito o fracasar o morir como equipo o como empresa o como relación.

En las empresas aplica lo mismo, no basta con tener inteligencia, ser proactivo, saber, tener experiencia o ser compatible con la cultura interna, asuntos esenciales que no pueden faltar en un trabajo, la actitud frente a los retos y a los cambios diarios es vital y puede hacer que todo lo demás se venga abajo. Son 6 puntos que uno no puede dejar de analizar y contemplar a la hora de elegir un colaborador.

Si falta alguna de las 6 nos vamos a afectar pero hay 3 vitales: inteligencia, compatibilidad y actitud.

No es menor pero el compromiso y la lealtad con la causa o con el líder o con el socio o con la organización son ingredientes de los que no se puede prescindir y definitivamente no se consiguen el primer día pero cuando se logran son el pegante que asegura larga duración en una relación o son lo que acelera una finalización abrupta.

Finalmente un noveno ingrediente es la fortaleza en los principios y valores que es un tema que viene de cuna o de la formación del hogar y asegura que la persona sea incorruptible o tenga un comportamiento impecable independiente de la situación de estrés que esté pasando. Suelo decir que cuando esté malhumorada la persona es importante asegurar que no saque un destornillador para clavárnoslo en un ojo, por mencionarlo en forma dramáticamente suave. Si hay valores y principios no habrá comportamientos salidos de tono.

En resumen las claves de un colaborador o socio son: inteligencia, autocontrol, proactividad, conocimiento, experiencia, compatibilidad, compromiso, lealtad y principios o valores sólidos.