Toda decisión trascendental en nuestras vidas tiene sus consecuencias y sus riesgos, motivo por el cual conviene analizarlas bien, con sus pros y sus contras, antes de tener la valentía de tomarlas que es sin duda el ingrediente adicional para dar el paso adelante o el paso atrás.
Me refiero a decisiones como: Matrimonio, divorcio, cambiar de empresa, conseguir y concretar un buen socio, deshacer una sociedad, decidir dónde vivir, salir del país, despedir un empleado, cerrar un negocio, vender un negocio, tener un hijo, irse de la casa, regresar al país, estudiar una carrera, autorizar una cirugía de alto riesgo, alejarse de un ser querido, etc.
¿Qué tal una equivocación en una de estas decisiones que acabo de colocar como ejemplo?
Para tullirse del susto, ¿verdad?
Cada una de estos sucesos trascendentales o cruciales amerita un plan previo que lleve a un paso a paso detallado en lo que refiere a las etapas previas para asegurar un manejo impecable que derive en el momento definitivo de la ejecución de la decisión y luego un paso a paso del manejo de las consecuencias de la ejecución de la decisión tomada. Todas las etapas son importantes, es decir, antes del momento crucial, en el momento crucial y después del momento crucial.
En la mayoría de los casos, la etapa previa y el momento cero que es cuando se ejecuta la acción generan muchos nervios y mucha tensión o carga emocional que hay que saber llevar y manejar para mantener el equilibrio.
Cuando el hecho ha ocurrido hay que llenarse de fortaleza ganas y entusiasmo para manejar lo que significa una nueva ruta en la vida personal o empresarial, bien sea porque cerramos un antiguo capítulo o porque iniciamos uno nuevo.
Para todos los casos, bien sea iniciar o bien sea terminar se requiere un cierto grado de valentía.
Por otro lado, cada vez que enfrentamos una decisión crucial es claro que vamos a tener una experiencia única, que es como si estuviéramos aprendiendo a vivir de nuevo, porque cada reto es un mundo diferente lleno de sorpresas y de nuevas emociones.
Cada vez que tenemos que enfrentar tener que tomar una decisión crucial es natural ponerse nerviosos días antes y una vez tomada la decisión hasta se nos espanta el sueño días antes de ejecutarla. Cuando llega el momento culminante o momento de la verdad los nervios aumentan al máximo, como es lógico y solo hasta después de un rato despierta uno de una especie de anestesia temporal para darse cuenta que ya pasó el reto, ya se cumplió y nos encontramos en la condición de post decisión.
Cada momento de planeación de una decisión vital, tomar la decisión y ejecutar la decisión es un momento único e irrepetible y cada uno genera sus propias tensiones como lo genera el temor a lo desconocido…Es normal.
De todas maneras lo clave es lo que pasa después de ejecutada la decisión, asunto que hay que planear desde antes porque generalmente exige un mayor cuidado que el previo y es una etapa que va a durar mucho tiempo.
En resumen las decisiones cruciales exigen temple para manejar los nervios previos y valentía para ejecutar y administrar las consecuencias del impacto del resultado, pero hay que tomarlas para no estancarse y para dar vuelta a una situación específica de la vida.