Famosa y muy didáctica la narración de una entrevista entre el jefe y el futuro empleado así:
Jefe: Que saber hacer Usted?
Empleado: Se hacer caso
Jefe: Queda contratado!!!
Qué difícil lograr que la gente haga caso!
He escuchado muchísimas historias de jefes que emplean horas y horas dando consejos y guía a un colaborador y muchas veces ocurre que es como si estuvieran botando las palabras al mar de aire, entran por un oído y salen por el otro y jamás se quedan para obrar el cambio requerido o conseguir el objetivo deseado o enderezar el curso de los acontecimientos.
Cuando eso ocurre, uno sabe que la tarea o la asignación va a salir mal y que al final el colaborador va a terminar saliendo de la organización por desobediente y por no haber cumplido objetivo alguno.
La adolescencia es una época de la vida que se repite mucho en las empresas, aunque la gente no tiene la edad entre los 13 y los 19, pero a pesar de ser mayores y maduros, no hacen caso y terminan dejando de hacer o haciendo actividades diferentes que conducen a resultados distintos a los esperados o simplemente no dan resultado. Es algo así como un comportamiento maduro y consciente de rebeldía tonta que atenta con patear la lonchera y terminar siendo despedido o desvinculado por no escuchar o no atender diligentemente las recomendaciones o las instrucciones del jefe o del amigo o del compañero, que en general buscan lo mejor para la persona y la organización.
No hay peor sordo que el que no quiere oír, dice el refrán. En el mundo moderno donde no se manejan las amenazar y la gerencia es participativa, mucha gente mal entiende las instrucciones porque no se las dan con voz fuerte o militar y olvidan que el jefe es el jefe o el orientador es el orientador y para eso están, para hacer que las cosas pasen y las tareas se ejecuten, la diferencia está en que en estos tiempos modernos se parte de la base de personas que tienen disciplina, autocontrol y mucha responsabilidad, gente madura desde temprana edad, que saben que hay que hacer las tareas y anticiparse, más que esperar a que le llamen la atención y les respiren en la nuca por no hacerlas.
En las organizaciones hay mucha gente que se comporta como adolescentes. No hacen caso y luego dicen que nadie los escucha o ayuda y juegan a ser los rebeldes y en ocasiones agresivos frente a las personas que les orientan para que hagan las tareas requeridas y en la forma correcta. No importa el número de veces que se les pida una tarea o labor o las veces que se les indique cómo hacerla y los beneficios de hacerla así, ellos jamás harán caso, porque hacen solo su voluntad.
El tema es sencillo cuando se trata de una persona pequeña en la jerarquía de una organización, porque se le desvincula y asunto arreglado. La dificultad se magnifica cuando el que se comporta como adolescente tiene un cargo de responsabilidad y todavía peor si es un cargo de jefatura o dirección, asunto que termina impactando en forma evidente los resultados de la empresa. Aunque esta dificultad finaliza en una desvinculación, el dolor que produce es mayor y el costo alto. Las evidencias son por fortuna fáciles de encontrar y comprobar, porque los resultados esperados no se dan en el tiempo requerido y la “muerte” se produce por incumplimientos.
Los NOYENADA como he definido llamarlos abundan y en general retardan, complican, cuestionan, entorpecen, enredan o dificultan un objetivo, una tarea, un plan, una idea, una decisión, una acción, una iniciativa.
Cuantos NOYENADA tiene a su alrededor? Su trabajo depende de alguno de ellos? Qué sería de la organización si no existieran los NOYENADA?
La gente se aguanta los NOYENADA porque prefieren buscar vías alternas para sobrepasar las dificultades que ellos generan o porque es desgastante entrar en largas discusiones sin sentido o sin final posible con ellos. Otras veces la gente los evita porque se vuelven como una pesadilla, argumentan o hablan y hablan pero nada se concreta porque siempre están en contravía de cualquier propuesta y la alternativa soñadora que ellos plantean rara vez vuela o rara vez funciona, pero están ciegamente convencidos que si lo hará…Será que también deberían llamarse NOVENADA?
La solución, detectarlo y tener el valor o la valentía de denunciarlos con hechos para que en un futuro la organización haga conciencia y los desvincule.
Hágame caso!!!