Los apegos son cargas que se nos van pegando y algún día nos llegan a pesar tanto que nos aplastan.

Soltar los amarres o el ancla es lo que permite a un barco ir a  navegar…

Un amigo me contó su difícil historia cuando quedó viudo y con tres hijos donde el mayor tenía 5 años. Se había podido entregar a la pena y llevar por la vía dura la vida sin una compañera. Su reflexión, aunque muy dura fue muy práctica y le permitió rehacer su vida…”o me entierro con ella o la dejo partir de mi mente y la recuerdo con gratitud” Esa decisión de soltarla y dejarla ir, le permitió un tiempo después abrir su corazón para encontrar una nueva compañera que le ayudó con la crianza de los hijos pequeñitos y lo hizo feliz.

De eso se trata esta reflexión, hay que soltar y cuanto antes, mejor. El que no suelta se ahoga y no evoluciona.

En las empresas la gente se queda pensando que son los mismo grandes jefes que fueron y ya no son.

Hay gente que sigue pensando que fue el esposo o la esposa de un ser humano grandioso y maravilloso que ya no existe o que se marchó y está con otro o con otra.

Qué tal los que todavía siguen actuando como si los padres que ya murieron existieran y todo se mantiene estático y sin definir por respeto a los que ya no están.

Esta no es una invitación a no tener sentimientos o a no ser humanos. Tenemos sentimientos y somos humanos, pero hay un tiempo razonable para los duelos, unos necesitamos más y otros menos pero el duelo no puede durar toda la vida y menos dejarlo a uno como una estatua…Paralizado.

Hay que soltar!!!

Es importante dejar ir lo malo y lo bueno, ambos!

En la vida todo es pasajero, todo es temporal y todo cambia constantemente. Todos los cambios duelen, pero mientras más rápido evolucionemos a “aceptar” nuestra nueva condición, más rápido nos vamos a sanar o se van a curar las heridas.

Soltar es “aceptar” los hechos y volver a partir o a arrancar.

Si perdimos dinero o propiedades o perdimos una oportunidad única o un amigo o un empleo o un hermano o lo que sea de valor para nosotros, hay que aceptar la pérdida lo más pronto posible y solo cuando eso se da, comienza el camino a la reconstrucción, sanación y a la nueva vida.

Yo me he quebrado tres veces, asunto que es doloroso y vergonzoso, pero luego de esas difíciles situaciones hay que aceptar lo que pasó, aprender de ello y levantarse con valentía para seguir en la lucha, para buscar la forma de volver a iniciar con otros argumentos, en otros escenarios, con otras ideas o con otras personas o en otra parte. Como dice el refrán “a lo hecho, pecho” o “Una vez el ojo afuera, no hay Santa Lucia que valga”

Aceptar que nacimos con algún defecto físico es un proceso difícil en la medida que el defecto es algo notorio y al principio se tiene que experimentar la burla o la lastima o el repudio o el rechazo. Lo más difícil es aceptarse como somos. Después que uno se acepta, suelta el problema y el sentimiento que lo reprime o lo amarra a un comportamiento negativo o inferior o represivo o vengativo o culpable o resentido y empieza el cambio y el crecimiento hacia una nueva postura y una nueva vida llena de fortaleza y de poder, llena de confianza y de valor que nos lleva a buscar el logro, la estabilidad, la realización y la felicidad en nuestra nueva ruta de vida.

A nuestro alrededor todo se ve distinto cuando aceptamos y nos desprendemos de lo que fue y ya no es y vemos nuestra realidad con neutralidad, con gran esperanza y como un nuevo camino que nos da la vida, como una verdadera nueva oportunidad. “Borrón y cuenta nueva”. Me desprendo, acepto, suelto mi pasado y aprendo para construir mi presente y con él mi futuro.

Si no suelto, no lograré salir del sufrimiento y del dolor y no tendré oportunidades…Quiero ser masoquista  y quedarme en lo más oscuro del dolor?… O decido vivir y encontrar de nuevo la felicidad que hay para mí a la vuelta de la esquina o  al  pasar la página para escribir un nuevo capítulo de mi existencia?

Prefiera vivir!!!