En el mundo de hoy se ha olvidado esa famosa frase “Lo que tiene valor para mí no tiene precio y lo que tiene precio, no tiene valor para mi”.
Quiero volver sobre ella para llamar la atención y con algunos ejemplos invitar a trabajar esa frase que nació hace muchísimos años con gran sabiduría, tanta que aún hoy sigue siendo válida y con mucha potencia.
La primera parte de la frase lo que significa es que si algo o alguien es valioso para una persona o una empresa u organización en términos de lo que le provee o en lo que significa en su operación o en su vida, la persona o la entidad está dispuesta a lo que sea con tal de conservar o perpetuar su permanencia o su vínculo, es decir, no hay límite en lo que haya que hacer para mantener o asegurar el bien o la persona o el servicio porque significa mucho o es muy útil o necesario, algo así de evidente como el oxígeno para vivir, es vital.
Por otro lado, si una persona o una organización siente que la única relación que existe es un precio, el vínculo es muy pobre y en consecuencia cambiarlo o acabarlo no significa esfuerzo porque es reemplazable o inútil. Su aporte no tiene valor agregado o no es vital y hasta puede estar estorbando o sobrando.
Cuando estamos hablando de relaciones entre personas o entre empresas o entre personas y organizaciones, la gran pregunta es ¡Que significa esa persona o esa organización en mi vida o en nuestra empresa o para nuestra empresa? ¿Si pierdo a esa persona o a esa empresa o se aleja o nos deja, cuanto me va a doler o cuanto voy a perder en todos o en varios sentidos o cuanto me va a costar cuando considero todos los impactos de su ausencia?
Aquí el orgullo no vale y no es un ingrediente sensato, el dinero no es una limitación, decir a la persona o a la organización lo que significa para nosotros y demostrárselo en forma tangible puede hacer la diferencia para conservarlo o conservarla. Desde luego una persona o una organización que nos agrega valor al negocio o a nuestras vidas, no solo hay que cuidarla sino que hay que manifestarle con frecuencia y darle buenas muestras de nuestro afecto y sentimiento. Cuando la relación pasa por un momento difícil es muy complicado tratar de manifestar lo que no hicimos a tiempo.
Del otro lado están los que no agregan valor y muchas veces no hemos tenido la valentía de reconocerlo y de sacarlos de nuestra órbita cercana. Suman más cuando nos dejan o cuando no están, por eso la frase complementaria que dice que lo que tiene precio no tiene valor para mi es lo que nos da un mensaje claro sobre la importancia de alguien o de algo. Cuando uno tiene en mente el costo de alguien o de algo es porque en la realidad no es tan importante o no significa mucho para nosotros, nos duele su costo y por eso sentimos que pagamos demasiado, en otras palabras, sale caro. En este orden de ideas se entiende más el dicho que dice que lo barato sale caro. Hay personas o cosas que por un centavo ya son caras.
He visto muchas veces en las organizaciones deambular personas que son evidentes por su aporte negativo a la entidad y sin embargo allí están o allí siguen, restan más que sumar o dividen más que multiplicar. Cuantas relaciones personales son tóxicas, cuantas personas se nos acercan para provocar daño o para aprovecharse de nosotros y mantienen la cercanía solo mientras les somos útiles y después que ya les hemos servido nos abandonan. ¿Valen la pena este tipo de personas? Conviene estar monitoreando en nuestras vidas cuantas personas agregan valor y cuantas nos aprovechan en un momento dado. Conviene rodearnos de las que nos agregan valor y mantenernos alejados de las que nos restan valor, de los “electrones humanos” o de los “electrones empresariales”
Abramos los ojos para estar alerta y así mantener y conservar o conseguir y adicionar vínculos que agreguen valor y por el contrario aceleremos el paso para alejarnos o cerrar los vínculos que restan valor y nos roban energía.