Todos nacemos con sensores naturales que nos advierten respecto a la bondad u hostilidad de lo que nos rodea pero pocos tenemos la conciencia despierta respecto a esos sensores y cómo usarlos a nuestro favor.
Voy a darles un ejemplo, una noche cuando estaba durmiendo comencé a toser y toser y toser, me levanté y dije a mi esposa que sentía frio, me puse un sweater y medias y agregamos una cobija a la cama. 20 minutos después ya no tenía tos, al día siguiente cayó la granizada más poderosa en 100 años y la ciudad completa quedó bloqueada y declarada en emergencia. Mi organismo avisó con 12 horas de anticipación y con sus alarmas y sensores naturales que había ocurrido un cambio climático importante y algo grave venía. Cuando hay humedad excesiva me da tos.
Nuestros sensores son parte vital de nuestro organismo y hay que aprender a usarlos y previamente hay que reconocer que los tenemos.
Varios de Ustedes deben estar en este momento haciendo memoria de sus detectores de frio o de calor o de humedad.
Los sensores más frecuentes se activan con la comida. No todos podemos comer de todo. Hay organismos que no toleran la carne, otros no pueden con los mariscos, otros no pueden ni probar el café, hay muchos que no pueden beber leche o comer sus derivados, a otros les cae mal el aguacate o palta, unos no pueden probar los fríjoles o las lentejas, algunos no pueden comer moras, etc. Cada cual sabe de lo que estoy hablando. El organismo nos indica con sus sensores lo que es bueno o lo que es malo y si desconocemos esas señales nos va mal.
Las alarmas se prenden en la atracción o en el rechazo de los seres humanos. Hay personas cuya presencia nos agrada mucho, la disfrutamos y hasta buscamos porque nos hacen sentir bien pero hay personas cuya presencia nos produce malestar y hasta dolor de estómago instantáneo, personas que no quisiéramos ver y con las que no nos gustaría compartir ni un minuto. Aquí pasa exactamente lo mismo que con los alimentos o con el calor o el frío. Los alimentos no tienen problema, ni el frío, ni el calor, ni las personas, pero todos no somos para todo…Recuerdas?
Nuestros sensores naturales se parecen a los que hoy día observamos en las máquinas. Hay detectores de lluvia o de oscuridad en nuestros autos, detectores de movimiento en los baños y corredores de los hoteles o edificios, señal de aceite bajo o de llantas con poco aire o señal de poca gasolina y esos detectores son del mismo tipo o hacen igual que nuestro detector de estómago vacío o el de dolor de músculos y los escalofríos, estos últimos como detectores naturales de fiebre.
Hay personas a las que les duele la cabeza con alguna frecuencia porque es su sensor de calor o de exceso de comida o de malgenio o de hambre, a otros les duele las rodillas o los huesos o las articulaciones como señal de posible lluvia o clima frio, pero las señales más potentes son las que anticipan hechos o leen energías que vienen en camino como cuando las personas le dicen a uno que lo llamaron con el pensamiento…Oye te estaba pensando y apareciste…Lo que pasó en realidad es que la cercanía del arribo emitió las señales suficientes para que el cerebro actuara y nos pusiera en el pensamiento de la persona, que lo que evidenció fue la cercanía. Cuando el mismo hecho sucede sin que haya cercanía y lo que nos llega es una llamada, es obvio que la conexión fue en un plano superior y lo que sucedió es que hubo una real conexión de la persona que nos quería contactar y que nos hizo pensar en ella por la potencia de su deseo y de inmediato recibimos la llamada. Casi que nuestro pensamiento fue una alarma que dijo “te va a llamar fulano”.
Las alarmas anticipativas las tenemos instaladas pero como dije en un principio, algunas personas no saben que las poseen y mucho menos saben usarlas. Los que hemos desarrollado esa percepción profunda de nuestras alarmas, somos las típicas personas a las que suelen decir que tenemos intuición o buen olfato o buen ojo o buena brújula.
Revise sus alarmas y sensores, enciéndalos y aprenda a monitorear lo que le manifiestan, verá como la vida lo sorprende positivamente, por su capacidad de percibir y anticipar hechos.