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¿Nos les ha pasado que les aparecen conocidos lejanos o cercanos que les piden ayudas, acompañamientos, préstamos, etc que requieren con urgencia porque ellos están siendo víctimas de alguna circunstancia que por extraña razón el resto de sus familiares y amigos cercanos no los quieren o no los pueden ayudar?

Son las pobres víctimas solitarias que solo lo tienen a Usted como su persona salvadora  (una y otra vez) y su vida, según ellas, depende de las colaboraciones y acciones de Usted en pro de esa agobiada víctima.

Usted puede seguir ayudando y aportando las veces que quiera, si en ese escenario se siente a gusto y legítimamente siente que está aportando positivamente a la vida de otra persona.

Si por el contrario, Usted comienza a sentir que como persona  solo es utilizada y abusada porque es una de las pocas personas que cree en la supuesta víctima de las turbulencias y retos naturales que la vida trae a diario y aparte de eso empieza a sentirse mal o le afecta emocionalmente, psicológicamente y hasta físicamente las ayudas que frecuentemente le piden o da, es mejor que le ponga freno a la situación.

¿Cómo detener la dependencia que la persona declarada como víctima ha generado de Usted como persona salvadora? ¿Cómo parar y evitar el abuso? ¿Cómo detener la relación que se está volviendo tóxica y está causando daño mental o físico porque genera miedos, nervios, ansiedad y desgaste emocional o económico o de tiempo porque no se ven mejoras?

La respuesta a las preguntas exige valentía, decisión y desapego de nuestra parte.

Hay que cortar de tajo la relación y la supuesta dependencia que nos han querido crear en la mente.

Las únicas responsabilidades reales que tenemos son nuestros padres, nuestra pareja o nuestros hijos y de pronto algún amigo de alta cercanía que haya quedado solitario y esté atravesando por una mala situación o se encuentre en una condición de vulnerabilidad absoluta, pero el resto de personas que no convivan o hayan convivido con nosotros estrechamente por largo tiempo en nuestras vidas y no tengan la cercanía indicada no son nuestra responsabilidad directa y en consecuencia nuestro voluntariado puede cesar en cualquier momento.

El punto vital en esta reflexión es que en el camino de la vida nos vamos llenando de voluntariados y nos vamos echando al hombro cargas que no nos corresponden y con el pasar del tiempo el peso de esas cargas nos va cobrando la factura. Desde luego siempre es bueno ayudar al prójimo, pero no a costa de nuestras vidas.

Para cortar de tajo hay que alejarse de la persona que se quedó pegada pidiendo y pidiendo ayuda y eso significa quitarle nuestra atención y en consecuencia no corresponder sus llamados, ni solicitudes, ni contactos, previa indicación elegante del aviso indicando que no se volverá a apoyar por fuerza mayor soportada  en nuestra propia salud emocional o física y de nuestra disponibilidad de tiempo o medios.

Recuerden que lo que le pase a la persona sin nuestra ayuda no es nuestra responsabilidad y si no encuentra otras alternativas y algo grave le pasa, quiere decir que era como una especie de paciente terminal en un hospital que al desconectarlo de las máquinas que lo mantienen vivo se muere y en consecuencia su vida estaba artificialmente mantenida en buena parte a costa de la nuestra.

Ahora bien, sin ir a los extremos mencionados en el párrafo anterior, debemos tener la tranquilidad mental que da el saber que mientras pudimos ayudar lo hicimos con voluntad y con ganas pero como todo en la vida acaba o tiene un límite, no debemos temer el dar por concluida nuestra labor. Lo más probable que va a ocurrir es que van a aparecer las personas que realmente tienen la responsabilidad de ayudar a la persona y que simplemente estaban aprovechando que otro (Nosotros) les hacia la tarea o van a surgir otros nuevos colaboradores sin el desgaste que por el uso y el abuso ya tenemos nosotros.

Todo esto que les acabo de narrar me ha pasado varias veces por mi vocación de ayuda al prójimo y ahora recuerdo una señora muy querida en mi casa paterna que con el tiempo se había vuelto adulto mayor y su único hijo se había acostumbrado a ver que sus patrones la cuidaban y veían por ella con gran cariño. Hubo que ser tajantes en entregarle la señora al hijo que ya tenía su independencia económica y así finalmente el que tenía que responder inició a hacerse cargo de la madre, como le correspondía. El hijo hizo una buena labor de cuidado de la señora hasta que ella murió muchos años después. El punto aquí es que si no se da por terminado un apoyo y se genera la distancia, los que tienen que responder se recargan porque no perciben que les toca actuar y se aprovechan sin que haya mala intención en ello, solo es porque se sienten cómodos.

La moraleja de esta reflexión es: Para acabar el uso y el abuso, suelte el apoyo y la cercanía, que así otros aparecerán o el universo concluirá y cerrará el requerimiento.

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