Seguro que les ha pasado que ingresan a una empresa y con el pasar del tiempo se dan cuenta que lo que inicialmente conocieron comienza a desaparecer y la empresa va dando giros en estructura, giros en cultura, giros en estrategias, giros en la gente que la compone y termina siendo una empresa muy diferente a la que nos atrajo y nos sedujo originalmente. Sentimos que estamos en otra empresa.
Igual pasa con nuestras parejas, un día nos conocimos y nos sentimos atraídos por la forma de ser, por lo que cada cual hacía o trabajaba, nos sedujeron muchas y muy llamativas características que cuando va uno a ver, con el pasar de los años, van cambiando y termina uno con una pareja que no se parece en nada o se parece poco a la original con la que iniciamos relación, sencillamente porque hemos crecido o hemos madurado, hacemos otras cosas o tenemos otras dedicaciones o trabajos o responsabilidades y hasta encontramos que los gustos son diferentes a los que teníamos en el pasado, mejor dicho, estamos con otra persona.
Todo cambia y es lo normal y lo natural. La vida es una película de aventura con retos minuto a minuto, día tras día, pero nosotros nos quedamos con la fotografía del primer día…
¿Y entonces qué hacemos? ¿Cual es el juego en la vida?
El reto es seguirse la ruta a pesar de los cambios y mantener la atracción no sobre pasados que ya no existen sino enamorarse a diario de la nueva empresa o de la nueva persona que nos acompaña, que es la de siempre pero evolucionada, ese es el verdadero reto, construir una relación día a día con el mismo entusiasmo del primer día. Desde luego lo fácil es no seguirse la ruta y acabar la relación por incompatibilidad ante los cambios.
Construir un buen edificio es un reto que exige cuidado, ejecución cuidadosa y paso a paso, paciencia, tiempo, cuidado, calidad, etc…Por el contrario, derrumbar un edificio, que lleva rato en pie, toma segundos con explosivos estratégicamente bien colocados para el efecto.
Igual pasa con el buen nombre, construir una reputación tarda muchos años y se hace paso a paso, tarea por tarea con mucha dedicación y gran calidad, destruir una reputación puede ser un asunto de minutos con un comentario mal intencionado colocado en público mediante cualquiera de los mecanismos de comunicaciones que hoy día existen. Reconstruir la imagen es muy difícil porque se destruye la confianza.
Casi que la frase célebre a construir es “Donde estas tu estoy yo y donde estoy yo estas tu”…Fácil de decir pero muy exigente para cumplir.
De todas maneras hay gente que cambia mucho o muy drásticamente en la vida y da unos giros casi imposibles de seguir y en esos momentos hay que ver y evaluar cómo se hace para seguirlos, si es que se puede, intentando que si se pueda.
Hay organizaciones que hacen giros drásticos cuando se fusionan con otras y eso genera un cambio de cultura o de jefes o de servicios o de productos o de metas o de dirección, que quienes están dentro deben evaluar si quieren o pueden seguir, mientras la organización hace lo mismo y termina algunas relaciones porque evidencia que no van a seguirle la nueva ruta o no le van a servir porque la nueva ruta exige jugadores distintos.
Las empresas también giran por cambio de dueños o por fuerza del mercado y eso hace que la gente que está dentro sufra o quede confundida porque se sienten en otra organización. Aquí también, unos y otros deben evaluar el esfuerzo de seguirse la ruta, asunto que en ocasiones se vuelve difícil porque se requieren otras habilidades y otras disposiciones y no basta con tener ganas o buena voluntad.
Si fuera fácil no existirían los retos y la vida perdería un poco su sabor.
Hay que buscar mantenerse unidos o mantenerse cercanos a pesar de los cambios, teniendo claro que los cambios son normales o naturales o frecuentes. En consecuencia, la capacidad de adaptación y la velocidad con la cual nos adaptemos es lo que nos permite quedar vivos y permanecer unidos a personas u organizaciones.
Seguirse en la ruta diaria de la vida es un gran reto y aunque duele mucho algunas veces porque llegamos a distanciarnos mucho en los objetivos y las visiones o los estilos, vale la pena intentarlo, porque el cambio nos conviene a todos, no solo a la persona o a la organización que cambió, sino también a nosotros.
El cambio es una constante perpetua en todos los escenarios de la vida y aparte de la muerte es lo único seguro que va a ocurrir en todo, todo cambia a toda hora. Dado que este enunciado es verdad, a veces no entiendo por qué los eres humanos olvidamos ese aspecto y nos disgusta que haya cambios o no toleremos el cambio o no lo manejamos.
Seguirse la ruta, bien sea como personas o entre personas y organizaciones o entre organizaciones es una condición exigente como lo es entrenar para ser un buen atleta. Va a doler mucho y va a costar pero lo podemos lograr, si queremos y lo trabajamos.
Vale la pena luchar por el reto, si todavía queremos y tenemos voluntad, “Donde estas tu estoy yo y donde estoy yo estas tu”