Como la canción de Ruben Blades: ‘Decisiones’ a la hora de tomar una determinación las personas parecen encontrarse ante una disyuntiva. Dado que cada decisión está acompañada de una causa y una consecuencia. En la cotidianidad a cada instante se toman decisiones. Sin embargo, los miedos impiden en algunos casos que los individuos decidan con claridad lo que en realidad desean.
A veces, se piensa que todo es fácil para los demás desde la perspectiva y creencias personales y se van haciendo juicios y críticas sin conocer el contexto de las circunstancias. Ponerse en los zapatos de otro es complejo a la hora de elegir. Es por eso que muchos, optan por pedir consejos para no asumir la responsabilidad consciente de su vida. La gente se queda esperando que otros les diga qué hacer con tal de no enfrentarse a sus retos y temores más profundos. Así por si acaso, encontrarán a quién echarle la culpa cuando las cosas no salgan bien.
Otros optan por quedarse en la zona de ‘confort’ así ese espacio les genere sufrimiento. Al final en cada decisión de la vida, siempre habrá que elegir y esto generará sacrificar algo. El secreto del éxito proviene en buena parte del desarrollo de una buena dosis de inteligencia emocional, seguridad, confianza y autoestima y rapidez en la toma de decisiones. Con esto no quiero decir que las cosas no deban pasarse por el cedazo. Dado que cuando te autodefines y crees en ti y en tu poder interno partiendo de la certeza de que eres co-creador con la fuente divina, podrás tomar decisiones sanas y asertivas.
Como Coach he observado que en la condición humana se tiene la tendencia a ponerle drama a las situaciones cotidianas como en las novelas mexicanas. Pero cuando se dramatizan las circunstancias, el actor principal de la película adquiere el papel protagónico de víctima. Nadie ha dicho que en la escuela de la vida, sucedan situaciones retantes. Solo que cada quien elige como se quiere sentir.
En la sociedad el síndrome de dar consejos ha hecho carrera. Pero, no es responsable pensar por otro, ni mucho menos traspasar la barrera del respeto y vulnerar el derecho de los demás, su inteligencia y sabiduría interior. Un Coach no da consejos, ese es uno de los principios éticos de la profesión.
Entre los coachees o clientes de quiénes he tenido el privilegio de ser su entrenador o Coach, traigo a colación la situación de un ejecutivo a quién el trabajo se le había convertido en una pesadilla. Había cumplido un ciclo y su jefe era un ‘tirano’ que abusaba del poder para amedrentar a sus colaboradores. Así el cliente se levantaba, sin ánimo para ir a la oficina. Aunque hacia todo para sentirse a gusto en el trabajo, se enfermaba constantemente buscando un escape emocional. Había días en que pensaba en renunciar pero el miedo no se lo permitía. ¿De qué viviría? se preguntaba. La decisión no era fácil.
Durante su proceso de coaching de vida, aquella persona vio con más claridad lo que en realidad deseaba hacer y SER. Se convirtió en un hombre seguro, asertivo en su manera de comunicarse y enfocado en sus sueños. Descubrió que lo que realmente quería hacer era montar su empresa de consultorías. Cambio hábitos, adoptó nuevas maneras de SER. Aprendió a escuchar su intuición (voz interior). Confío en sus capacidades y talentos. Tomó decisiones sin titubear con metas definidas.
La toma de decisiones es uno de los asuntos que causa insomnio, frustración, rabia e incluso depresión cuando las personas no ven salidas y se encierran en un círculo constante de quejas. Sin tomarse un tiempo para reflexionar sobre lo que hay detrás de una relación tormentosa, un jefe maltratador, un amigo abusador, una crisis económica, una empresa enferma, un hijo manipulador, un trabajo absorbente entre otros temas, el rompimiento de una relación…
Todo el día tomamos decisiones. Nuestra vida es el conjunto de decisiones buenas o malas. Todo depende del filtro con que las observes. Pero es sabio aprender a tomar decisiones pues allí también nace la libertad y la grandeza del SER humano. Al hacer un repaso de la historia descubrimos que en el mundo sucedieron hechos que la transformaron, pues hubo alguien que se arriesgó y decidió.
El Presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln decidió abolir la esclavitud. Vivir es decidir pero con conciencia. Como bien lo dice mi amigo Napoleón Hill en su libro: Piense y Hágase Rico, una de las principales causas del fracaso es la indecisión. La gente quiere tener éxito, pero no actúa. Dejare las tareas para mañana. No tengo tiempo, estoy cansado, no hay trabajo, pero quién me va a contratar a esta edad y otras excusas que se dicen por ahí.
¿Me casó con ese hombre? ¿Dejo a mi marido porque me es infiel o sigo con él? ¿Cambio de empleo o me quedo aguantando que me maltraten? ¿Hago ejercicio o me quedo descansado? ¿Estudio ahora o lo dejo para después? ¿Compró los zapatos? ¿Me cambio el look o le consulto a mi esposo? ¿Contrató al consultor o espero otra oportunidad?…
En la vida hay dos tipos de personas las que toman decisiones o las que lo aplazan siempre todo y tienen por costumbre tomarle del pelo a los demás, son olímpicos para dar excusas y poco se comprometen con lo que piensan y dicen ¿Con cuál te identificas?.
Esto también toca al mundo de los negocios y las empresas. Algunas compañías dilatan decisiones que son fundamentales para su crecimiento y mayor rentabilidad. Así que también les vendría bien revisar la toma de decisiones desde la alta gerencia y evitar la tramitología interna.
La gente exitosa es aquella que toma decisiones rápido. Así se equivoquen. No dan marcha atrás. Narra la historia que alrededor del año 335 A.C, al llegar a la Costa Fenicia, Alejandro Magno (el grande) debió enfrentarse a una de las más cruentas batallas. Al desembarcar, comprendió que los soldados enemigos superaban tres veces el tamaño de su ejército. Sus hombres estaban atemorizados y no tenía una motivación superior para la batalla. Habían perdido la fe y se daban por vencidos. El temor se había apoderado de ellos.
Cuando desembarcaron todas sus tropas en la Costa enemiga, Alejandro dio la orden de quemar los barcos. Mientras el fuego consumía las naves, reunió a sus hombres y les dijo: observen cómo se queman los barcos. Esta es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver a nuestra casa, ni podremos abandonar esta tierra que hoy despreciamos. Debemos salir victoriosos, pues sólo hay un camino de vuelta, y es por mar. Guerreros para regresar debemos hacerlo de la única forma posible: en los barcos de nuestros enemigos. Fue así como el ejército venció y regresó a bordo de los barcos conquistados.
Traigo a colación este hecho, para decirte que si vas a tomar una decisión, hazlo de todas maneras, pues a veces como en la película ‘Trescientos’ es mejor morir de pie que vivir toda la vida arrodillado. Tú eliges.
Si estas aplazando una decisión para cuando llegue el momento perfecto, tal vez te quedes esperando para siempre. Tomar decisiones es como lanzarse de un paracaídas, entre más te lances, aprenderás. La vida me enseñó a convertirme en una mujer decidida. He tenido como todas las personas retos, sin embargo, he tomado decisiones arriesgadas y los resultados han sido maravillosos. No solo, porque he aprendido, sino además me han permitido crecer y practicar el desapego, cerrar ciclos, cortar lazos y despertar a una mayor conciencia de que soy responsable de todo lo que sucede en cada etapa de la vida.
Así que no esperes a que un jefe maltratador se convierta en tu amo, seas esclavo de tus miedos o de la indecisión.
Podrías practicar a diario tomando decisiones rápidas en asuntos pequeños de poca transcendencia. Por ejemplo, cuando te lleven la carta en el restaurante. Elige el menú sin que esto te tome más de cinco minutos. Cuando vas de compras. Haz una lista de las decisiones importantes que has aplazado y de las que tienes en tu presente. Crea un cronograma con tiempos establecidos y trabaja en tus metas.
Toma conciencia de dar las gracias a esos fabulosos maestros (personas de autoridad maltratadoras o con desordenes de la personalidad, profesores desconsiderados, esposas agobiantes, novias(os) intensos, padres autoritarios, hijos manipuladores, amigos complicados, trabajos agobiantes) en fin…
Ya que detrás de estas situaciones o individuos, sí eliges mirar más allá de los límites se esconden sabias lecciones de vida. También reviste de especial importancia cuando tengas que tomar una decisión que te formules la pregunta indicada y esto es lo que se logra en una sesión de coaching (entrenamiento y desarrollo de la inteligencia emocional) ya que te permite superar bloqueos y moverte en otra dirección.
¿Qué sucede en una sesión de coaching?
Es un espacio que propicia una conversación enfocada en donde el Coach hace preguntas poderosas a su coachee o cliente para que encuentre respuestas poderosas. La sesión es de noventa minutos a una hora.
Gracias a la intervención del Coach y sus preguntas claves, vas a lograr establecer tus prioridades, descubrir tus talentos, establecer tus metas, diseñar planes de acción y a alcanzar tus sueños.
Una sesión de coaching te brinda la posibilidad de:
Ser y sentirte escuchado desde la perspectiva de tu grandeza sin juicios, ni críticas.
Descubrir las respuestas que están en tu interior
Encontrar lo mejor de ti mismo y a sacarlo a la luz
Tener una visión externa y neutral de tus circunstancias
Percibir nuevas opciones y puntos de vista
Recibir retroalimentación o feedback de tus acciones e ideas
Establecer prioridades
Direccionar tus esfuerzos para la consecución de resultados
Contar con un entrenador de vida que te apoye a evolucionar y crecer de manera consciente
La pregunta del Coach
Tu Coach:giovannafuentes@yahoo.com.
¿Cuántas situaciones difíciles y amarguras has vivido por miedo a tomar una decisión?
¿Qué habría sucedido en tu vida, si tomas la decisión correcta en el momento oportuno?
¿De qué te has escapado en la vida por no tomar decisiones?
¿Cuántas oportunidades has dejado ir por temor al qué dirán?
¿Eres feliz o permites que otros apaguen tu luz por miedo al futuro?
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