En el mundo de la competitividad y en la búsqueda del éxito en las cosas externas, observo con  atención que en las organizaciones ronda el síndrome de la inmediatez, el acelere y el estrés.   La gente quiere todo para ya.  Esa es la consigna.  Poco se invoca a la paciencia sana.  

 

En ocasiones ese inmediatismo se presenta con visos de irresponsabilidad e inmadurez  por parte de algunos ejecutivos que piensan que pidiendo un montón de tareas en un instante a sus colaboradores, las cosas se harán más rápido.     

 

A veces, a la gente se le olvida, que trabaja con seres humanos, y recalco en esta palabra, seres humanos, no ‘robots’.   Así que es hora de parar y hacer una reflexión profunda sobre la necesidad de elogiar a la despreocupación responsable.

 

Se ha vuelto cotidiano que en el lugar de trabajo se acuda al estrés y al acelere: hay que vivir montando en la rueda del hámster y el que no lo éste en esa onda parece ‘bicho raro’.     ¡Vaya! creencia más absurda.  

 

Pensaba que era la única que lo observaba, sin embargo el otro día leyendo a mi amigo Walter Riso, me emocione, al descubrir que él estaba de acuerdo conmigo, en otras palabras, coincide mucho conmigo en las cosas que pienso sobre la vida. Así que en esta ocasión quiero hablarles de este tema inspirada en los escritos del famoso psicológico cognitivo.

 

“Nuestra sociedad tiene sentimientos encontrados con la gente despreocupada: En algunos genera (envidia la tranquilidad que tanto añoramos y que no tenemos). En otros, indignación debido a que se asocia despreocupación con irresponsabilidad, y no falta quien se angustie ante esta calma.  En el entorno de competitividad y acelere, una persona que derroche imperturbabilidad y mucho relax es posible que nos ponga los pelos de punta, como un automóvil que va a contramano y el conductor saluda sonriente a los que vienen en sentido contrario”, dice Riso.

 

“En todo caso, y para que te prepares si tu mente suele navegar en el reposo, la evaluación negativa de tu entorno no tardará en llegar. “Tu pachorra existencial”, así tenga visos de sabiduría, será considerada probablemente como apatía, falta  de juicio, frialdad, desinterés o desmotivación crónica: serás moralmente criticado por los hiperactivos de turno”. 

 

El pensamiento, no siempre consciente, de los detractores es más o menos así:  “Si todos vamos a cien por hora, ¿de dónde sale ese bicho raro con pinta de vago que funciona a media máquina?. Los obsesivos-compulsivos, al igual que los individuos de estilo de personalidad controladora (que quieren dominar a los demás y que nada se salga de su órbita) querrán lincharte aunque digas otra cosa.   Lo cierto es que falta conciencia para lograr una despreocupación responsable e inteligente y desconectarse del acelere.

    

A mi modo de ver, eso genera cansancio, frustración, drama y a la hora de actuar el acelere no ayuda mucho.   Lo que si nos apoya es la tranquilidad, la madurez y la sabiduría para responder en cada momento de la vida, por los retos que se nos presenten.   La gente, que va de prisa, no será más brillante que los que invocan la despreocupación responsable, como lo explica, en su libro Riso, “Maravillosamente imperfecto, escandalosamente feliz”.  A leer sus líneas me he encontrado con ideas y pensamientos liberadores. 

 

Siempre he pensado que la vida, es más que vivir atento de la aprobación de los demás.   Así, las cosas, la despreocupación inteligente y responsable no es desprenderse de todo y convertirse en un indiferente de tiempo completo, es hacerte cargo de aquellas cosas del mundo que verdaderamente te interesan y son relevantes.  Es ser responsable siendo consciente de tus actos y deberes.  

 

En el “modo despreocupado”, lo que te mueve no es del deber obsesivo, sino el deseo auténtico, en un planeta  donde la gente corre, tu caminas, donde todos gritan tu susurras; donde nadie mira, tú contemplas la existencia, donde todos caen víctima de la moda, tú la inventas para ti.  Serás insoportable para el ‘status quo’, pero serás tú, agrega, el reconocido psicólogo.    

 

En algunas sesiones de coaching, escucho a los coachees o clientes, sentirse mal porque el ritmo del trabajo es agobiante y además tienen jefes desesperantes que quieren que todo sea de inmediato.  He tenido casos, de personas que incluso los han tenido que incapacitar ante el alto nivel de estrés por esta clase de personajes compulsivos y manipuladores.

 

Durante su proceso han podido sanar y tomar conciencia de que es sano actuar con sabiduría y que una persona controladora, lo que está mostrando son señales de una profunda inseguridad en sí mismos y de inmadurez emocional.  Son adultos infantiles.

 

Los líderes sabios e inteligentes saben escuchar, confían en los talentos de su gente y no tienen que controlar a cada minuto las cosas.  Sino que delegan sabiendo que sus colaboradores harán lo mejor que pueden en sus labores diarias y que en la medida en que confíen en ellos y vean lo mejor del otro, eso será lo que se reflejará en la realidad.  Obviamente somos humanos y nos equivocamos.     

 

“El despreocupado responsable no es egoísta. Cuando se compromete, defiende a muerte sus principios y cuando no, se desaparece, se esfuma. ¿Políticamente incorrecto?. Pienso que no.  ¿Acaso tenemos la obligación de aceptar todo lo que se nos imponga?”.  

 

Entonces es primordial hacer conciencia, de que la paciencia sabia, es un talento que tenemos a la mano para invocar en vez de dejarnos llevar por el acelere de los controladores compulsivos y dejar de estar comparándonos con los demás.  Eso, sí que es nefasto para el espíritu.

 

Temas a considerar:  De alguna manera soy dueño de mi stress, así que la única forma de manejarlo, es tener un buen marco filosófico que me permita centrarme en lo fundamental y poder ser eficiente en la toma de decisiones y en la forma de organizarse, para ser asertivos y eficientes.

 

Ahora bien, lo de ser eficientes, también tiene su límite, pues en algunos casos debe primar la sabiduría sobre la eficiencia. Manejar el stress, en buena parte está conectado a mi autoestima, y por ende, a mi capacidad de confiar en mí mismo, en particular de mi propia sabiduría. Aprender a manejar la angustia y el stress, requerirá ciertamente de tener un marco filosófico asertivo, al cual yo pueda acudir y lograr mantenerme lo más centrado posible.

 

De ahí que, un jefe  que se comporte como tal, de manera asertiva, va a corresponder ciertamente a una característica principalmente de autoestima y autoconfianza, cualidades que le van a permitir, a su vez, entender a los demás y ser paciente con ellos, cuando las circunstancias lo permitan y exigir también cuando las circunstancias sean verdaderamente urgentes.

 

Pero en resumen, un buen jefe, es consciente de que necesita mucha inteligencia emocional y temple, para mantener su equipo de trabajo alerta y eficiente,  pero desestresado. Debe dar ejemplo de madurez y respeto por sus subalternos.

La pregunta del Coach: giovannafuentes@yahoo.com

¿Vives acelerado y preocupado por el qué dirán?  

 ¿Eres víctima de un compulsivo e inmediatista?

 ¿Usas frecuentemente la palabra estrés en tu vocabulario?

¿Tomas unos segundos para respirar y hacerte consciente de la respiración?

¿Te autocastiga por cada cosa que haces mal?

¿Reconoces tus talentos y grandeza a pesar de las equivocaciones?