Muchas veces, por no hacer sentir mal a los demás, no fastidiar o lucir bien y por no caer en la soberbia, nos vamos para el otro extremo y eliminamos el “orgullo saludable” que sentimos por las cosas buenas que tenemos y hacemos. ¿Por qué debemos minimizar, matizar u ocultar los atributos y talentos que poseemos?.

 

La gente talentosa decide ignorar sus virtudes o no darle importancia y esta conducta es aplaudida por la sociedad como una muestra de “humildad”.  Sin embargo, hay que tener cuidado con las definiciones.  La humildad como lo define el filósofo Comte-Sponville, es la conciencia de la propia insuficiencia. Entonces, es reconocer los propios límites y no como lo sugiere la sociedad acerca de la depreciación personal, advierte mi amigo, Walter Riso, reconocido psicólogo.    

 

Durante años, nos han enseñado a no hablar de lo bueno que tenemos.   Durante los procesos de coaching, mis clientes se sorprenden cuando en la primera o segunda sesión de coaching, habló de su grandeza. Recuerdo que uno de los ejecutivos de una compañía del sector petrolero, me dijo: Coach, gracias por sus halagos.  Respondí: nada de eso. Es lo que veo en ti.   

 

Al finalizar su proceso de coaching, el cliente comprendió mis palabras:   “Coach, no había visto mis virtudes, me había enfocado en criticarme, gracias por apoyarme a descubrir todo los valores y  talentos que poseo, ahora sé quién soy en realidad”, agregó.      

  

Pero, no ha sido el único cliente al que se le dificultad reconocer sus virtudes. La mayoría de las personas se sorprende cuando en las sesiones de coaching redescubren sus talentos y lo bueno que habita en ellos.  Le suena raro, que les hablé de lo positivo que observó en ellos.  Una de mis clientes, me dice: “ahora mis labios sonríen sin que haga nada para detenerlos, pero antes no creía en mí”.   

 

Otros de mis clientes por el contrario, no podía aceptar que poseía aspectos positivos y talentos. Una vez, dijo: “pero que sacó con todo eso que usted ve en mí, si soy un mediocre”.  Era bastante crítico con él. Solo veía todo los defectos que suponía llevaba tatuados como un Inri. Es un joven inteligente, brillante, comprometido, inquieto, visionario.   Claro que todos los seres humanos somos maravillosamente imperfectos.    

 

Así que “ser humilde no es desconocer las propias virtudes y atributos: esto es ignorancia o estupidez”.  El humilde no es un ignorante de sí mismo.   Nos han enseñado a ver los defectos en los demás y en nosotros mismos, que cuesta trabajo reconocer lo bueno que habita en otro ser.  La mente está tan condicionada a ver lo negativo, que no es fácil para algunos cambiar esos paradigmas que se traducen en falta de amor propio.   

 

Los individuos que minimizan sus aspectos positivos, de manera consciente o inconsciente, siguen al pie de la letra el mandato irracional perfeccionista que sentencia: “Las personas que se sienten orgullosas de sus logros y virtudes son vanidosas y soberbias: les falta modestia”.

 

“Es mortal,  directo a la cabeza y a la mente.  Y una vez, allí, se incrusta como parte de un aprendizaje social que te impide reconocer tu valía personal, so pena de ser un ególatra descarado”.   No se trata de exagerar. Se trata de reconocerte, amarte y valorarte.  ¿Si tu no  ves tu grandeza, entonces quién la observará?.

 

La frase: “ no es para tanto”  es la ley de los inseguros.  Así que atrévete a reconocer lo bueno que habita en ti, así a los demás les incomode.  No quiere decir, que exageres, pero sí hazlo con asertividad.  Flaco favor le haces al mundo haciéndote pequeño, para que otros no se sientan mal con tu grandeza.      

 

La pregunta del Coach: giovannafuentes@yahoo.com

¿Qué definición tienes de ti mismo?

¿Prefieres hacerte el pequeño para no molestar a nadie con tu presencia?

¿Qué tan adicto eres a la aprobación social?

 

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Diciembre 12/2015.  (9: 30 am a 1.30 pm). 

¡Cupos limitados!. Reservaciones a: giovanafuentes@yahoo.com

 

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