Cuando veo a mi bello nieto Jerónimo, pienso en que la nuevas generaciones merecen vivir en un país en paz.  Así que el tema no tiene que ver con la polarización, sino con la libertad que tenemos como ciudadanos de elegir el futuro de nuestros hijos y el de nuestros nietos y aquellos que no han nacido aún.   Recuerdo, que cuando mi hijo tenía un mes de nacido, la providencia nos salvó de una de esas bombas que estallaron en la ciudad en 1993.

Estamos tan acostumbrados a la guerra, que tal vez el conflicto se ha convertido en nuestra zona de confort, por eso por estos días escuchó a personas que hablan del no, sin tener mucha conciencia de lo que dicen, es respetable su opinión, sin embargo, como bien lo dice el prócer José Martí: «La conciencia es lo que nos hace ciudadanos del universo».  A veces la ignorancia, hace de las suyas.

En esta ocasión quiero compartirle el artículo de mi gran amiga Lilia Beatriz Sánchez,  titulado: Jugándonos la esperanza.   Los invito a leerlo y reflexionar sobre la paz y la soberanía democrática que tenemos para ejercer nuestro derecho al voto.

 

Jugándonos la Esperanza

El tema de análisis obligado en este mes en Colombia será el próximo Plebiscito sobre el Acuerdo de Paz en La Habana, Cuba, evento de carácter histórico para nuestra generación presente a realizarse mañana 2 de Octubre de 2016. Y es que existe mucha tela qué recortar sobre lo contenido en el Acuerdo sometido a aprobación de la población, para el próximo mes, pero los temas jurídicos y políticos no serán motivo del presente análisis, sino aquellos filosóficos y tal vez espirituales, que muchos evaden, o por pena o porque no les interesan, pero descubriremos que son fundamentales en esta etapa de la vida colombiana.

 

En la medida en que pasan los días y la población se asienta filosóficamente en el temario del Acuerdo, se va dando cuenta de que si bien no es un Acuerdo perfecto, es el mejor acuerdo posible a estas alturas, teniendo en cuenta que se trata, precisamente, como su nombre lo indica, de  un Acuerdo y no es una rendición.

 

Es decir, cada vez va quedando más claro que el tema paz con impunidad se aleja más de la realidad y es necesario hacer énfasis en este tema, que ha dado tanto de qué hablar. Varios analistas nacionales han precisado que la impunidad actual en Colombia es de un 95% de los hechos delictivos y así llevamos años), así que el Acuerdo de la Habana, no podrá agravar más esa situación, y es más, pienso que posiblemente pueda, por el contrario, contribuir a desarrollar nuevos procesos de mejoramiento y optimización de la Justicia, producto de nuevas preocupaciones y modos de ver la Justicia en Colombia en los nuevos escenarios.

 

Es necesario mencionar casos como el del Senador Evert Bastamante del Centro Democrático, quien dice que nunca pagó ni un solo día de cárcel, solo por cuenta de los indultos otorgados al M-19 (Ley 7 de 1992). En algún momento, una Juez de la República abrió causa penal y gracias a la diligencia del Senador Uribe Vélez, ni el Doctor Bustamante ni los otros líderes del M-19 terminaron con sus huesos en la cárcel. Esta historia, mencionada por el columnista Jesus Pérez Gonzalez Rubio en la Revista Semana.com, es necesario conocerla, de frente a una campaña llena de slogans falsos y llenos de mentiras. En este proceso, lo que está en juego, es la impunidad de la mentira política para convencer incautos, pues difícilmente podrán convencer a mentes estructuradas e informadas asertivamente. El odio y el sectarismo es lo que debe acabarse en nuestro país, para pasar a una nueva sociedad educada, pensante y tolerante.  «A más claridad sobre el Acuerdo, menos votos por el NO», dice Pérez Gonzalez Rubio

 

Las encuestas comienzan a ser favorables al Plebiscito. Los argumentos de la oposición  se van diluyendo en la medida en que se hace pedagogía sobre los alcances del acuerdo final, gracias a la pedagogía que muchos ciudadanos, además del Gobierno han emprendido.

 

En realidad, lo que está en juego, no son las normas legales (que en algún momento podrán discutirse y cambiarse en el camino; siempre será posible), sino que lo que está en juego es la ESPERANZA de un mejor país para nuestros hijos, para quienes queremos un país en paz, pero desarrollado, equitativo y democrático. Todo lo cual significa, tener consciencia de que no se trata en este caso del Plebiscito, de votar por un gobierno en particular, sino de votar por la esperanza para las nuevas generaciones, esperanza que esperamos construir entre todos los colombianos, como hermanos.

Estamos dando el paso hacia una nueva Colombia, que va a exigir primero que todo, desarmar los espíritus del sectarismo político de cualquier gama de la derecha o de la izquierda, pues este virus no deja pensar en las verdaderas alternativas de paz, de racionalidad y de asertividad social, con el objetivo primordial de construir una convivencia ciudadana sana, equitativa, respetuosa de los derechos humanos y de la diversidad. Al lado de este objetivo central, entonces habrá que construir una mente social a base de educación para todos, pues una democracia que se respete no puede convivir con la ignorancia política, el desconocimiento de los derechos humanos frente a la diversidad política, que de manera natural debe haber en toda sociedad que se respete. Tolerancia y respeto deben ser valores fundamentales a construir en este proceso de paz que iniciamos, pero con una consciencia muy clara de qué tipo de sociedad necesitamos: Con equidad, igualdad, libertad, fraternidad, todos conceptos que ya vienen desde la Revolución Francesa y que han marcado un hito en la construcción de civilizaciones como la francesa, solo para poner un ejemplo.

Todo lo anterior significa, que dar el paso hacia una nueva Colombia, implicará reconocer que no solo la política estará sobre el tapete, sino también la economía y la sociedad, conceptos que deben manejarse con criterio sistémico e integral, o de lo contrario, entraremos en otras etapas de barbarie, alto desempleo, pobreza y corrupción, males que nos han acosado desde mucho tiempo atrás, y a los que debemos enfrentar muy temprano y es ya (ahora), en esta nueva Colombia que esperamos ver en paz, libre y desarrollada. Pues si no se resuelven aquellos conflictos originarios de nuestra historia de guerra, simplemente estaremos incubando nuevas formas de violencia en un futuro muy cercano.

Todo lo anterior, nos lleva a otra idea central: La transformación del Estado colombiano, en uno moderno, eficiente, equitativo y transparente, pues de no ser así, estaremos simplemente dejando vivos los gérmenes contaminantes de la siguiente revolución en nuestro país, posiblemente con otras caras y otras manifestaciones, y veremos la violencia mutando de nuevo en los escenarios colombianos, como ya ha sido visto que históricamente ha venido sucediendo (todas las incruentas guerras del siglo IXX, la Guerra de los Mil Días a principios del Siglo XX, la violencia política conservadora de los años 40, el inicio de las guerrillas en los años 50, sin contar con la guerra que hemos vivido en los últimos 15 años, entre otros tantos fenómenos, todos violentos).

Lo anterior, nos lleva a una afirmación ya de corte espiritual: será necesario introducir de manera muy urgente el concepto esencial del perdón social asertivo (no de la impunidad, mal entendida), tema que obliga a toda nuestra sociedad a pensar que hay que comenzar de nuevo, pero con las cosas al derecho, posiblemente con un nuevo concepto de Justicia Transicional que tendremos que aceptar.

 

Liberar el espíritu del odio y de la ira, nos hará a todos mejores seres humanos, pero sin dejar de reconocer el hecho contundente de que es mejor una paz imperfecta a una guerra perfecta. Y finalmente, quitarnos los miedos a dar un nuevo paso hacia el futuro, que en cualquiera de los casos seguirá siendo una nueva aventura que hay que dar. Los riesgos siempre estarán presentes en el Universo, no solo en Colombia, pero es necesario recordar que en cada momento del presente, estamos construyendo futuro, por lo que simplemente hay que trabajar en la dirección que toca en cada momento y confiar.   El pueblo colombiano también debe comenzar a confiar en sí mismo, que si hemos superado otros retos en el pasado, por qué no podemos superar los que vienen?

 

El futuro de los colombianos, visto desde que construyamos una economía equitativa y bien planeada donde quepamos todos, que pienso que es posible, y si nuestra clase dirigente por fin, se siente a pensar en que aquí debemos caber 48 millones de colombianos tranquilos y bien desarrollados y donde no tenga cabida ninguno de los extremos políticos violentos, entonces estaremos asistiendo a un nuevo amanecer. Es necesario construir un nuevo espíritu colombiano de demócratas pacíficos, donde quepa la paz estable y duradera.

 

La pregunta del Coach giovannafuentes@yahoo.com

¿Eres consciente de que la paz comienza en tu corazón?

¿Qué clase de futuro deseas para tus nietos y los que no han nacido?

¿Cuál es tu legado para la humanidad y tu país?