(KIEV, Ucrania)

 


Decidí recibir esta nueva década en uno de los destinos menos tradicionales y explorados del mundo, Ucrania. La principal razón por la que lo escogí, fue para visitar a varios amigos que están haciendo el voluntariado del Cuerpo de Paz en poblados recónditos del país. Califico a la experiencia como única al haber estado inmerso en una cultura tan diferente, expuesto a un patrimonio cultural envidiable y sobre todo a una sociedad vibrante que puja por ser catalogada como un polo comercial de primer orden.


Localizada en el corazón de Europa y con casi 50 millones de almas, fácilmente es una de las menos reconocidas economías en vertiginoso crecimiento del planeta. Aun así el país mantiene puntos adversos, tales como su marcada  volatilidad económica y su inestabilidad política la cual ha sido una constante desde su formación, con su máxima expresión en el mundialmente conocido intento de fraude electoral que culminó en la Revolución naranja del 2004.


De vuelta al título de mi artículo.


Mi primer evento en Kiev, fue una invitación a una cena con voluntarios de todo el mundo, agregados culturales de embajadas europeas y académicos de diversas partes de la ex Unión Soviética. Una verdadera ensaladera de culturas y puntos de vistas.


Pensé que la noche iba a ser una interacción constante vía mi traductor de turno, pero en medio de la reunión me presentaron a Pedro, un verdadero representante del emprendimiento mexicano en Ucrania. Fue cuestión de unos cuantos minutos entrada en nuestra charla para identificar su sofisticado sentido empresarial.


Entrado en sus 30’s, la travesía de Pedro empieza cuando sale de su natal DF hacia Europa Oriental siguiendo a una novia ucraniana, al factor romántico le sumaba el querer alejarse de la “monótona rutina corporativa azteca”, tal como él la calificó. Al arribar, su primer golpe fue el darse cuenta que la barrera idiomática iba a ser el mayor problema para desarrollarse profesionalmente en el país. Así que lo decide aprender como prioridad principal.


Ucrania es un país en donde la tasa de hispanohablantes es casi (o) nula y la supuesta universalidad del inglés al parecer se perdió en el camino. El lenguaje y alfabeto ucraniano / ruso merecen el mayor de mis respetos y un capítulo aparte en las potenciales barreras de entrada al mercado per se; la complejidad fonética y la gramática estructural eslávica golpearon de manera inclemente mi bilingüismo anglo/hispano, el cual cada día me parece más y más insuficiente.


A más de la lingüística, sumémosle factores culturales, ética empresarial, procedimientos burocráticos y el respectivo trámite aduanero ucraniano como potenciales “limitantes” emprendedoras.


Volviendo a Pedro.


Al evaluar las posibilidades y con el fin de conocer el entorno del mercado en que se encontraba, Pedro decide acercarse a la embajada mexicana en Kiev y ver qué tipo de ayuda existía para emprendedores. Se encontró con una  burocracia expatriada mexicana marcada por la lentitud y un insipiente impulso a la actividad económica bilateral con orientación a Pymes. Dado su interés de conocer el mercado local, Pedro se convirtió en un frecuente visitante de la embajada mexicana. Interactuaba de manera constante con los funcionarios y trataba de entender el plan comercial bilateral, así como el tipo de ayuda que su gobierno podía ofrecerle. El cual siempre fue limitado, pero a la larga este fue un recurso al que siempre encaró con una actitud proactiva.


En su camino encontró ciertos clústeres nacionales mexicanos que poseían un presupuesto destinado a comercialización en mercados internacionales y en base a los contactos que había forjado en su vida social en la embajada, convirtió de manera no oficial al equipo de la embajada en su primer punto de partida a la comercialización masiva del tequila y el bacanora en Kiev y ciudades como Odesa, Lvov y Yalta.


El éxito comercial fue inmediato y apuntó a su segundo intento empresarial al crear una empresa orientada a la coordinación de importaciones mexicanas hacia mercados específicos en el resto de Europa Oriental. Su empresa tiene presencia en varias ciudades de México, en donde incentiva de manera pro activa la exportación de productos “exóticos” con potencial de posicionamiento nicho en varios capitales cosmopolitas en Oriente. Porter al 100%.


Conforme seguí conversando con él, noté que su espíritu emprendedor estuvo maquinando todo su andamiaje empresarial ucraniano desde antes de subir al avión en el DF, humildemente lo termino aceptando.


Ucrania sigue viviendo una etapa de transición, luego de 70 años de planeación central ala soviet, en la cual existía poco o nada de conocimiento de las fuerzas de la oferta y demanda, y aún menos noción del cómo la pequeña y media empresa pudiesen ser catalizadores económicos nacionales.


Inclusive con este y los bemoles político-económicos, el país mantiene un potencial abismal, basado en gran parte en su patrimonio humano/intelectual e inmensos recursos naturales. Businessweek USA califica de manera positiva en su ranking 2009 de “Futuras ciudades que nos quitaran el empleo” a Lvov (Ucrania Occidental) y su creciente polo de outsourcing intelectual orientado a la tecnología.


El poder adquisitivo y presupuesto discreto de ciudadanos como los ucranianos estará en aumento en la siguiente década. ¿Oportunidad empresarial a la vista? Un sí rotundo. Mercados y nichos como este abundan alrededor del mundo, no hay lugar recóndito en donde una buena estrategia de diversificación no logre progresos.


El emprendimiento y la creatividad humana siempre se darán camino para innovar y conquistar mercados nuevos, sin importar las vicisitudes iniciales y aparentes trabas. Pedro es uno de mil ejemplos.


 


jsilva@u.northwestern.edu