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Andrew J. King Paredes*
Antes de la era de las computadoras y el Internet, el mundo tuvo la Biblioteca de Alejandría como depositaria de las grandes obras escritas. La biblioteca albergaba millones de ejemplares localizados en un solo sitio, todos a disposición de cualquier visitante de esa afamada ciudad. Sin embargo la biblioteca se incendió y con ella desaparecieron millones de obras que el mundo jamás volverá a ver. Ahora, con la llegada de las computadoras personales y la digitalización de prácticamente todo, alguien acertó al decir que “el Internet es la biblioteca más grande del mundo. Lo que pasa es que los libros están todos en el suelo”. Estas palabras de John Allen Paulo, además de expresar las ilimitadas capacidades del Internet, tácitamente claman por un sistema que catalogue esa inagotable biblioteca. Google comenzó un proyecto dedicado a la búsqueda y clasificación de las obras de muchas bibliotecas que permitiría a cualquier usuario de Internet acceder a ellas y leerlas.
El Proyecto de los Libros de Google [Google Book Project] pondría al alcance de la población de usuarios de Internet en todo el mundo millones de obras, desde las más importantes hasta las más singulares. Actualmente el problema es que muchas piezas se pierden en un maremágnum de contratos faltantes o simplemente no se vuelven a imprimir y caen en el olvido, mientras obras más recientes y más publicitadas adquieren precedencia. El Proyecto de los Libros de Google tiene capacidad para poner a la disposición millones de obras escasas y de difícil localización, pues aumentaría su visibilidad y resolvería problemas de tipo logístico y financiero de los programas de biblioteca compartida. Además, el Proyecto también aumentaría la visibilidad y potencial de venta de las obras no tan escasas o difíciles de encontrar.
Este Proyecto insuflaría nueva vida a muchas obras al punto que incluso sus detractores admiten que un sistema así en pleno funcionamiento produciría enormes beneficios. El Departamento de Justicia concede, incluso en su expediente contra las propuestas del acuerdo en 2009, que esta base de datos catalogada y accesible crearía más oportunidades de búsqueda al sacar a la luz obras ahora arrinconadas bajo telarañas en lejanas bibliotecas. Sin proponérselo, el Proyecto catalizó nuevas tecnologías de búsqueda de libros y abrió la posibilidad de que nuevos mercados digitales estimulen el crecimiento económico en áreas anteriormente vedadas, con la venta de versiones digitalizadas de libros.
Sin embargo, muchas grandes aspiraciones también traen aparejados grandes problemas. Hoy, el Proyecto Google todavía espera el final de la que ha resultado ser una prolongada serie de rondas de conversaciones sobre algún acuerdo por una demanda que data del año 2005. La Sociedad de Autores [Author’s Guild] un grupo de control basado en miembros individuales que prestan servicios jurídicos y de otro tipo a autores, entabló una demanda contra Google en Estados Unidos para prohibirle continuar el copiado de obras, esgrimiendo argumentos como violación de los derechos de autor, enriquecimiento ilícito y antimonopolio.
El principal motivo de preocupación de la demanda contra el Proyecto de los Libros de Google tiene que ver con los derechos de autor y el monopolio de facto que Google obtendría sobre ciertas obras. A sus detractores les preocupa que Google pueda lucrarse de obras huérfanas o sea aquellas cuyo autor no se pueda localizar o identificar, sin un justo reembolso. También aducen que la opción de marginarse del plan, que permite a los autores retirar expresamente sus obras del proyecto, obviamente incluiría de facto a todas las obras huérfanas por falta de autores que las retiren y por consiguiente, tampoco gozarían de una protección adecuada.
Google, que no tuvo mucho éxito en su defensa del uso de material sujeto a derechos de autor sin el permiso de su respectivo titular pero dentro de los límites de la ley, decidió ir a la mesa de negociación en un intento de sacar el Proyecto adelante con algunas concesiones a los grupos de autores. Las conversaciones para llegar a un acuerdo se han sometido a muchas revisiones y hay más conversaciones en curso para negociar con toda minuciosidad el acuerdo definitivo. No obstante el progreso logrado respecto al acuerdo en los Estados Unidos, aún quedan litigios por dirimir en el extranjero. Actualmente el Proyecto afronta impugnaciones en China, Canadá y Europa, con muchos autores y grupos activistas indignados ante el enorme alcance de búsqueda del Proyecto.
En la actualidad, las leyes de los Estados Unidos y las del derecho internacional limitan las posibilidades de que este proyecto entre en pleno vigor, obstaculizando los posibles beneficios del sistema en sí mismo. La Unión Europea ya empezó a revisar sus propias leyes y bajo sus directrices sobre derechos de autor actualmente busca crear leyes y políticas que permitan y protejan las nuevas áreas de mercado creadas por las tecnologías de rápida evolución.
Mientras la UE busca revisar su Directriz de los Derechos de Autor en respuesta a tecnologías que cambian con gran rapidez, la concertación de las leyes sobre derechos de autor de los Estados Unidos y la Unión Europea podría lograrse con una revisión de la Convención de Berna que creara una excepción especializada para bases de datos literarias en línea. La excepción permitiría que estas bases de datos existieran bajo ciertas protecciones de la Convención de Berna. También incluiría un sistema especializado de manejo para bases de datos en línea que contuvieran obras protegidas por los derechos de autor. El mismo Acuerdo Google prevé la creación del Registro de Derechos de Libros como un grupo supervisor para hacerle seguimiento a las compras y proyectos de escaneo, con el objeto de asegurar la protección de los autores. Es obvio que los beneficios públicos del sistema pesan más que los recursos legislativos necesarios para efectuar el cambio y acallar a los opositores.
Adicionalmente, lo que conseguiría un sistema así sería una catalización del comercio al elevar la cantidad de libros para la venta muy por encima de la actual gracias a una mayor visibilidad y forzar a los competidores de Google a lanzarse al mercado solo por seguir el paso al Proyecto, ya que valiéndose de la actual controversia sobre los Libros de Google como trampolín para los cambios en los derechos de autor a nivel internacional, muchas otras bases de datos competirían con Google para mantener y ofrecer servicios a menor costo. El acceso a prácticamente cualquier libro que se nos ocurra resultará inevitable, su búsqueda será menos tediosa y se abrirán nuevas vías de enlace dentro del estudio de nuestra propia cultura.
Sin un sistema como este, el mundo corre el riesgo de perder millones de obras por causa de incendios, desastres naturales y también por negligencia, pues como dijo Cicerón, “No conocer lo ocurrido antes de que hubiéramos nacido es permanecer siendo niños”. No repitamos los errores del pasado echando al olvido la aniquilación de nuestro patrimonio cultural cuando el fuego arrasó la Biblioteca de Alejandría y protejamos tantas obras literarias como nos sea posible. Actualmente las diferencias entre legislaciones dificultan la puesta en práctica de estas tecnologías de avanzada que solucionarían el problema de la destrucción y el deterioro. Es necesario concertar las leyes internacionales sobre los derechos de autor para poder levantar del suelo esos millones de obras y permitir que la tecnología moderna salvaguarde nuestro pasado.
* Andrew John King Paredes
Facultad de Derecho Universidad de Georgia
Candidato a Juris Doctor
Clase de 2011
Traducción del inglés efectuada por María Victoria Roa Toledo, Miembro del CCT
Miembro de ATA Certificada I-E. maria.v.roa@gmail.com
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