Por: Julián López de Mesa Samudio*

La Ley 1556 de 2012, (clic para ver) comúnmente llamada Ley de Cine, será una herramienta fundamental para el desarrollo de la industria cinematográfica en Colombia de acuerdo al Ministerio de Cultura. La Ley pretende estimular la producción tanto de obras cinematográficas nacionales como extranjeras por medio de incentivos económicos como la contraprestación (la devolución de ciertos porcentajes de algunos de los gastos efectuados en Colombia como parte de los procesos de filmación por parte compañías cinematográficas); leyes similares se han puesto en marcha en países como Hungría y Canadá. De acuerdo con el ejecutivo, cuatro mil nuevos trabajos se generarán en los próximos 5 años y el volumen de negocios será superior a los US $200.000.000. La cifra parece ínfima si se tiene en cuenta que las inversiones de las 25 producciones cinematográficas más costosas son iguales o muy superiores a esta.

Según el Reporte Mundial de Economía Creativa 2011 elaborado por la Conferencia de la Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, los principales actores del mercado mundial de la industria cinematográfica son Estados Unidos de América (con una participación del 29%), Reino Unido (con el 19%), China (con el 13%) y Francia (con el 6%), los demás países tienen participaciones inferiores al 5%. Estas cifras suenan prometedoras si se tiene en cuenta que el recién firmado TLC puede fortalecer aún más los lazos comerciales entre el principal productor y nuestro país, pudiendo de esta forma ser un factor de crecimiento para el turismo. Cabe anotar, sin embargo, que los gremios de actores y directores estadounidenses se han opuesto a las producciones fugitivas o evasivas (runaway productions) durante años, especialmente a partir de la ley de subsidios para las producciones cinematográficas emitida en Canadá en 1998. A partir de esta fecha, cientos de producciones estadounidenses migraron al “Hollywood North” para abaratar costos, perjudicando miles de empleos en los Estados Unidos. A pesar de los esfuerzos de los enfurecidos gremios, Canadá acapara el 90% de las producciones fugitivas.

El gobierno colombiano ha hecho un esfuerzo por fortalecer la industria audiovisual nacional y eso es loable; empero, considero que a nivel de industrias culturales y creativas, Colombia tiene potencial enorme de crecimiento y consolidación en el mercado mundial por medio de los productos con denominaciones de origen, o las artesanías, por citar sólo dos. Si bien es cierto que realizar producciones cinematográficas en el territorio nacional es una plataforma potencial para el turismo, el ejemplo canadiense muestra que el impacto turístico generado por la ley canadiense ha sido casi nulo.

Es hora de pensar en el desarrollo cultural del país en términos comprensivos, de darle cabida a otros subsectores que nos pueden diferenciar en la economía global, generando empleo y sentido de pertenencia, creando identidad nacional a través de la explotación responsable del patrimonio material e inmaterial colombiano. El sector cultural no debe conformarse con la tercerización de servicios como factor para su crecimiento, a costa de salarios “competitivos” (inferiores a los de otros países). En este sentido, cabe destacar que el gobierno ha creado mecanismos para el fortalecimiento de la industria cultural colombiana sin recurrir a leyes que cubren una necesidad inmediata pero que se anquilosan rápidamente y contribuyen a aumentar la hiperinflación legislativa que nos aqueja hace ya muchos años. Quizás la Ley de Cine, como tantas otras, obedece a unas necesidades reales y urgentes. Sin embargo, la cultura es dinámica y se transforma más rápidamente de lo que lo hace el ordenamiento jurídico.  

*Profesor Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad del Bosque