Hace pocos días tuve la fortuna de leer algunos titulares que emanaban de la noticia del viaje que el Gobernador del Atlántico, el Sr. Eduardo Verano de la Rosa, hizo en helicóptero alrededor de Bocas de Ceniza. Su mensaje era claro: un bajo formado y creciendo al pie de la entrada del rio más importante de Colombia, estaba formando un gigantezco nido de garzas, y amenaza uno de los puertos más importantes del país y la logística fluvial que puede construirse a lo largo de sus riberas.
De inmediato, el gremio marítimo local salió al quite. Amigos de la industria fortalecieron sus voces y demostraron con serios estudios, gráficas y modernas ecosondas, cómo el calado de la entrada al río había mejorado y cómo por qué ellos consideran que el bajo no representa una amenaza para la entrada y salida de buques.
Varios días después, esta reacción automática sigue teniendo eco,según lo que cuentan las noticias locales, pero nadie al parecer se preocupa por lo que el sr Gobernador, con una visión un poco más profunda y lejana, quiso advertir con sus comentarios, dados desde varios cientos de metros de altura, una altura en donde la visión de un piloto práctico no llega con facilidad.
Respeto y admiro de hecho, por amistad y por profesionalismo a los héroes pilotos prácticos del puerto, que con su agilidad, audacia, y experiencia logran sortear las enormes dificultades y desafíos que amenazan cada maniobra de cada barco que entra o sale de Barranquilla.
Pero en esta oportunidad debo irme del lado del gobernador, quizás porque también soy un visionario soñador que ha vivido experiencias suficientes para diferenciar entre la intención de las palabras, y la atención de hechos puntuales.
Cuando el sr Gobernador publicó su noticia que le dio la vuelta al país, yo pensé que ahora se le vendría el apoyo de todo el gremio. Era apenas lógico. Lo que el sr Gobernador estaba diciendo detrás de sus , y aquí viene mi interpretación (que coloco de buena voluntad en pública prueba) era “venga el gremio marítimo y portuario de la ciudad capital del departamento, cuyo comercio depende en gran medida del rio Magadalena, y acompáñenme en esta cruzada para despertar conciencias dormidas a nivel nacional y ver si de pronto juntos, despertadas las conciencias, podemos encontrarle solución al problema”. O al menos, pensé que interpreatarlo así era “lógico”.
Pues no. A cambio de apoyo, lo que vimos fue una cascada de contradicciones, sustentadas en estudios actuales y puntuales, con estadísticas verídicas que contradecían el nido de las garzas, a pesar de su inminente crecimiento. Conclusión: los que deciden sobre esta problemática, apostados entre montañas y páramos, sustentados en los expertos de campo, deciden aplazar medidas de choque y medidas de largo plazo hasta tanto los barranquilleros no nos pongamos de acuerdo sobre el famoso nido, y cuánta razón tienen en este extenso país tan lleno de prioridades como de contradicciones.
Entonces para qué preocuparse por el bajo de Bocas de Ceniza, ese que el año pasado causó tres o cuatro encallamientos, ese que mantiene a Barranquilla, con todo su potencial de desarrollo sumida en el conformismo de los nueve metros de calado? Ese que tanto dolor de cabeza le causa a las compañías aseguradoras de fletes y que ha estado a punto de cobrar una tasa extraordinaria para recaladas a ese puerto, o incluso, un sutil mensaje sobre declarar a Barranqulla como puerto no seguro?
Ninguno de sus coterráneos, pudo observar, que lo que el Gobernador estaba reclamando era la atención nacional que necesita un problema que no se puede medir en los datos un día, o de una semana, o de un mes, sino en los datos de todo un siglo. Y cuyas consecuencias no se pueden medir en el encallamiento de ayer o de mañana, sino en el costo de la sumatoria de tantos daños a la competitividad del país, y en el potencial que se desperdicia por la simple inacción, motivada desde luego por la miopía del mismo gremio local.
Atte. MAURICIO IBAÑEZ MARTINEZ APARICIO –Administrador Maritimo.-