Sí, es el estudio de la conformación fisiológica del cerebro y de las conexiones entre las neuronas del mismo (neurociencia), como elementos que deben tenerse en cuenta para la explicación y juzgamiento de la conducta humana (neuroderecho). Es una disciplina naciente que habrá de influir considerablemente en el derecho.
El neuroderecho no debe confundirse con las teorías de Lombroso (1835-1909) sobre el criminal nato, identificable por sus características físicas, sobre todo las del cráneo. El cráneo es la estructura ósea externa, mientras que la neurociencia se ocupa de la interna, especialmente de los lóbulos frontales. Hoy, no hay que acudir a la autopsia para encontrar deformaciones o irregularidades en los componentes del cerebro, ya que basta una imagen de una resonancia magnética para ver su contorno con gran precisión.
Es célebre el caso de Charles Whitman, asesino en serie, quien en 1966 asesinó a sangre fría a 16 personas, incluyendo a su madre y a su esposa e hirió a muchas más. Era una persona aparentemente normal. Dejó una nota suicida, en la que pidió una autopsia, ya que estaba convencido que algo andaba mal en su cabeza. Le encontraron un tumor cerebral que comprometía la amígdala, órgano que es el centro de las reacciones emocionales.
Los comportamientos compulsivos como el juego, el hurto en los almacenes y los vicios están asociados a la química cerebral (dopamina). Comportamientos agresivos se han asociado a una base genética unida a patrones de maltrato en la infancia.
La base de la responsabilidad ante la ley penal está en comprender que se está obrando mal, y no es responsable el inimputable, es decir, “quien en el momento de ejecutar la conducta típica y antijurídica no tuviere la capacidad de comprender su ilicitud o de determinarse de acuerdo con esa comprensión, por inmadurez sicológica, trastorno mental, diversidad sociocultural o estados similares.” (Código Penal, Artículo 33)
Si se comprueba la existencia de un desequilibrio químico en el cerebro, o un tumor, una deformación del lóbulo frontal en el cerebro, o maltrato infantil como causas explicativas de la ausencia de comprensión de la conducta ilícita, estamos como sociedad dispuestos a aceptar la inimputabilidad?
Esta nueva disciplina, el neuroderecho, habrá de reabrir discusiones filosóficas, morales, éticas y jurídicas muy profundas, empezando por el libre albedrío.
En reciente sentencia de la Corte Suprema de los Estados Unidos (Brown v. Entertainment Merchants Association), donde se debatía si era constitucional una ley del Estado de California que prohibía la venta de videojuegos violentos a los niños, la mayoría de los magistrados opinó que no lo era, pero el Magistrado Breyer salvó su voto diciendo que “el filo de la neurociencia ha demostrado que la violencia visual en los videojuegos resulta en esos patrones neurales que se consideran característicos de la cognición y comportamiento agresivos.” En el apéndice B de su salvamento, Breyer cita 14 páginas de estudios científicos sobre el particular. Así sea un salvamento de voto, no es menos importante la mención de la neurociencia en un pronunciamiento de una Alta Corte. Algunos salvamentos de voto terminan haciendo carrera propia, y creemos que este es uno de ellos.
Al permitir a nuestros hijos el juego con estos videos violentos, estaremos permitiendo que se formen conexiones entre neuronas que más tarde los harán propensos a comportamientos antisociales?
Dos universidades importantes de los Estados Unidos, la de Wisconsin en Madison y Vanderbilt, ya empezaron a ofrecer grados conjuntos de medicina y de derecho. Gracias a este programa, se pueden obtener los dos títulos en apenas 7 años.
Hoy día, para obtener un empleo, hay que presentar certificado de antecedentes judiciales, a veces radiografía pulmonar, VIH sangre etc. Será posible que el día de mañana también haya que anexar resonancia magnética del cerebro y nivel de dopamina cerebral?
Lecturas sugeridas:
How neuroscience might advance the law
Cognitive neuroscience and the law
Connecting neuroscience and law: anticipatory discourse and the role of sociotechnical imaginaries