Ayer tuvimos un mercado en el que, si bien las tasas bajaron (algunas entre 5 y 6 puntos básicos), pues no hubo mayores contratiempos. Entre movimientos, gritos, intenciones, pantallas y demás, ahí entre todo eso los precios se suben y las tasas se bajan. Así es. Para mis lectores de adentro y de afuera de Colombia que les interesa cómo está el dólar, les cuento que va a 2.845 pesos. En Bélgica me lo preguntan, en Barcelona también, en París por la estación de Crimée también.

 

Todo es un mundo, un criptomundo compuesto de criptonaciones. Hace poco estuve en una capacitación sobre todo este cuento de las criptomonedas, muy interesante de verdad. Una cosa es invertir en ellas: hay muchas, miles, no es solo el bitcoin sino, entre otras, el litecoin, el ripple, el Ethereum y el syscoin. Quisiera crear mi Kemycoin pero para su sostenibilidad al futuro debo cimentar una credibilidad mayor. Sepamos que son muchas criptomonedas y que invertir en ellas puede ser riesgoso, puede ser interesante, pero eso es solo una arista.

 

Lo que me llama la atención es cómo se crean. Pensemos en algo: ustedes pueden invertir en camisetas, para ello compran y venden gastando algo de su plata. Sin embargo también pueden decidir hacer las camisetas: para eso necesitan una máquina, hilo, telas, etc. Con las criptomonedas es lo mismo: uno puede comprar cierto software, ciertas tarjetas de video y la máquina empieza a minar. Es como robots, es como una película.

 

Me quedo corto en espacio. Sepamos por hoy solamente que uno las puede fabricar y que las máquinas se calientan mucho. Así que no se justifica minar criptomonedas en El Espinal a medio día, ni mucho menos en alguna finca en Apulo, por mucho jacuzzi que haya.

 

Les dejo mil inquietudes, yo sé, pero para todo esto habrá segundas y terceras partes.

 

Buena suerte para hoy, este es mi criptoblog!