Pues sí, ayer causó bastante impresión y comentarios mi artículo sobre las criptomonedas. Se mina, se calientan las máquinas, como los hornos al hacer pan o almojábanas, se usa la plataforma Blockchain y se usan 23 Megawatts para hacer uno: no para hacer un pan, sino para hacer un bitcoin, en fin. Si puse mal 23 megawatts solo imaginemos que es mucha energía. Y con esto ya me detengo.
También ayer operaban los títulos, hubo subasta de Tes de corto plazo y cerca de las 10 am, o sea cerca de la hora en la que se colocan las posturas en la subasta, empecé a oír una música celestial, esa música que llaman música clásica. Ocurría que la transmisión en el servicio de televisión se había interrumpido por una interferencia solar y sonó Stravinsky o Tchaikovsky de música de fondo. Eso sonaba, sí, doy fe, mientras la gente vendía y compraba junios del 32, mientras operaban UVRs del 35, sí, así mientras transaban jul24s al 6.195% y mientras se cotizaban bonos pensionales.
Me pregunto quién habrá pasado por el sol para procurar tal interferencia. ¿Supermán? ¿la chica vampiro? ¿algún globo de helio? No sé, quisiera saberlo, el hecho es que hizo interferencia en la señal y motivó la transmisión de una opereta. Luego el día terminó de manera dulce: faltando 5 minutos para las 9pm mordí una dona, no chilena, sino colombiana. Una dona con huequito en la mitad, de la categoría Rosca, subcategoría glaseada, de la especie Dunkin’. Una delicia, cuadró perfecto con la teoría de las finanzas corporativas.
Tchaikovsky seguro cuando creó sus canciones comía dona y no consumía megawatts.