Ayer realicé unos sondeos a los índices de acciones de Estados Unidos y me di cuenta que el Dow Jones creció 1.21%, cerrando a 25.013 unidades. Otro índice más extenso en sus componentes, el Standard & Poor’s 500, también aumentó pero en menor proporción: aumentó un 0.74%. De ahí surge algo que siempre me he preguntado, mirando todo desde arriba como un espectador ubicuo, analizando los movimientos diarios desde una perspectiva de un niño que no sabe nada: ¿siempre que sube el precio de algo es por algo?¿siempre que se baja es también por algo?¿no puede haber algún momento en que los movimientos solo se den porque sí?

 

Siempre me lo he preguntado. Si la acción de Ecopetrol, por ejemplo citando la más académica y mainstream del universo, se sube 20 pesos en un día, ¿esa subida sí corresponde a una valorización concienzuda de parte de los compradores referente a que Ecopetrol tiene mejores perspectivas a futuro? Si al otro día baja 2 pesos, ¿entonces la perspectiva ya no es tan buena? En otras palabras: ¿la perspectiva sobre una empresa grande sí puede cambiar en la mente de los compradores de un día para otro o a veces los movimientos se dan solo porque sí, porque alguien compra por comprar y otro vende solo por vender?

 

Piénsenlo, no es algo tan absurdo. Para maridar esta duda, esta inquietud ideológica, les dejo algo que probé el viernes en mi restaurante favorito de Bogotá: Ocio. Pidan esta entradita: pandeyucas chocoanos con suero costeño y cilantro. Luego me ofrecieron un ají de ojo de pez y un arroz endiablado.

La locura. O más bien la lucidez. Ya no sé cuál es cuál