Últimamente he sentido guiños imperceptibles de parte del mundo pictográfico, ese de las fotos en blanco y negro. Por un lado vi una foto sublime, tomada por Stanley Kubrick, a Rosemary Williams. La locura: la foto es tomada en 1948 y esa afición, no Rosemary sino la fotografía, era algo a lo que Stanley era adepto. La fotografía como arte paralelo a la cinematografía. Los detalles, su pelo, sus cejas, la tetera, los zapatos, las servilletas Hudson, todo por Dios. Todo. Hay otra foto también espectacular de Betsy von Furstenberg, en una época que me encanta por cierto, esos hermosos años 40. Son fotos en blanco y negro que conviven con un mercado colorido que ayer se subió de tasa, es decir se bajó de precio.
Ayer tuvimos buenas noticias: por un lado la producción industrial de Estados Unidos creció 0.6%, un poco más que el 0.5% esperado; y aquí en Colombia, el índice de confianza al consumidor fue de 15.5, mayor que el 10.5 esperado. Aparte de esto, hubo Tes de corto plazo al 4.859%; además, en cuanto a liquidez, había un cupo de 8.5 billones de pesos y la gente pidió 5.79 al 4.25% efectivo anual. Son las actualizaciones del mundo financiero.
Yo continúo con mis fotos. Tengo un hermoso calendario que me dio mi hija, también con fotos neoyorquinas y, vea pues, en blanco y negro. La del mes de Junio corresponde al Hotel Plaza y la de Julio tiene como bello nombre “Summer on the lower east Side”. Fotos de esa época, cuando florecía Coco Chanel y Marlene Dietrich. Maquillaje monocromático y neoyorquino.
Blanco y negro, colores, lienzos, claroscuro, cámaras fotográficas. La fotografía es un corazón congelado e impertérrito.