Y entre tantas cosas que veo a mi alrededor, se produce esa desazón y sobre todo esa enorme impotencia cuando ocurren hechos que alteran la tranquilidad e inundan de zozobra la cotidianeidad de mi país, unos temiendo revivir épocas pasadas y otros temiendo vivirlas por primera vez. De cualquier manera, es horrible el hecho de ver esfumarse las vidas, de un momento a otro, al detonar algo, al sucumbir en lo violento. Es muy fácil escribir pero es mejor que no hacerlo. Es simplemente transmitir un ápice de solidaridad para mi Colombia, no es más. Todo esto me llevó a buscar frases y abrí entonces mi cuaderno de Miniso: estaban entre sus hojas metidas unas calcomanías de El Principito, de las cuales he pegado solamente como dos, el resto están intactas.
Hace falta alguien como El Principito, alguien que con su vida aparentemente etérea y paralela al mundo real, precisamente nos sirva de bálsamo ante las realidades no pretendidas y con sus frases ayude a los demás. Alguien que hable de lo bueno, como por ejemplo de la efímera emoción por un partido de la sub-20 entre Colombia y Venezuela, un juego que genera camaradería. Alguien que diga que la confianza del consumidor quedó en -8.3, menos negativa que el -15 esperado y mejor al -19.6 que se presentó en el periodo anterior.
Necesitamos algo así: no llenarnos de tanto ruido exterior. Que el ruido en nuestras vidas solo sea por la música a todo volumen, no por más.