Ayer tuvimos algo catalogado como el día de Arctic Monkeys; ocurre que hace 13 años ese grupo lanzó el álbum que los catapultaría hacia lo más alto en el universo del indie rock. En mi opinión la mejor canción de ellos es Brianstorm (es Brian sí, no brain), una descarga de tres minutos absurda, pero esta fue del segundo álbum; entre gustos no hay disgustos. Así empezó la jornada, nadie imaginó que en el campo financiero habría luego algo similar a esa descarga de riffs, baterías y demás.

¿Pero qué ocurrió? Ayer había subasta de tes tasa fija, de referencia octubre de 2034. Normalmente los resultados salen a las 11am, pero esta vez se publicó todo a las 12:31pm; durante todo este tiempo el mercado estuvo quieto y expectante, así como cuando uno quiere sacar una niña a bailar, la fiesta está empezando pero nadie se anima. La tasa de corte fue 7.25% y esto se consideró alto entre los participantes del mercado. Por otro lado, se hizo otra subasta de títulos pero en dólares, colocados afuera. Serán 1.500 millones de dólares (bastante dinero) y las características luego se las daré. Así que podemos decir que hubo bastante movimiento en cuanto a subastas se refiere. Subastas adentro y afuera.

Luego hubo un almuerzo épico en Tábula. Hubo aguacates, yucas marinadas, pesca fresca, pastel de choclo, cremas catalanas y panna cotta de banano, este último postre como para chuparse los dedos. Y ya luego, con el estómago lleno, ocurrió algo curioso en Transmilenio. Resulta que yo soy uno de los amantes de Transmilenio, me encanta, veo vivencias, las siento, veo gente de verdad, veo la esencia de Bogotá, en vez de andar en carro pitando, esperando y haciendo zigzags. Resulta que una niña andaba hablando por teléfono y dijo algo así: “Sí, mira, es que este grupo Superlitio, sí, tenemos que ir, ellos son de Uruguay”. Luego se quedó pensando y dijo “No, son de Bogotá, ay se me olvidó, me confundí”. Tal vez le hablaba al novio o a su media naranja o a su primo melómano y bohemio. Mi mente dijo “no, le tengo que ayudar”. El tiempo corría, casi sudo y ya iba a llegar a mi estación en la 142. La miré, le dije “Cali, son de Cali”, ella me miró y dijo “Cali, son de Cali” y me bajé; al cabo de tres segundos la puerta se cerró y el bus siguió.

Había hecho mi buena acción del día. Salvé una relación probablemente. Fui un súper héroe. Puede ser que el mundo sea un pañuelo y que ella sea una de las lectoras diarias. Ya lo veremos.
Día de buenas acciones, superlitios, panna cotta y subastas.