Tenía algo en mente, lo tenía clarísimo, tenía una maqueta de cómo podía plasmarse, cómo iba a ser escrito, pero se fue. La musa se fue, esa Musa con mayúscula mencionada en La Odisea, libro que muchos siguen viendo como un ladrillo sin darle una segunda oportunidad. Le damos segundas oportunidades a la gente, a la pareja que se equivocó, al hijo emprendedor fallido, pero no le damos segundas oportunidades a un libro que probablemente no tuvo su oportunidad de éxito en alguna época pero de pronto ahora sí. En su biblioteca seguro hay libros esperando segundas oportunidades.
Lo que quería plasmarles es que podemos decidir la contemplación o la nostalgia. La primera es vivir el presente y la segunda vivir del pasado. Vivir ya o aferrarnos a lo vivido. Salir a caminar, eso sí solo, la contemplación no puede darse en compañía, a su propio ritmo y detenerse para mirar un perro raza crispeta ladrarle al vecino. Verlo como se vuelve cascarrabias, luego ver un indigente que va jugando con la carretilla, simulando competir en la fórmula 1. Antes me sentaba en un jardín al lado del Museo Nacional, con una capucha para cubrirme del sol. Creaba mi propio silencio. Sí, contemplar, sí, pero tratar de no quemarse, nada genera más arrepentimiento que confiarse y luego estar a las 10pm con la frente carmesí, la piel mustia y el ánimo enardecido por no haberse cubierto la cabeza. Contemplar, llevar colores con los cuales subrayar un libro. Ser cultos.
¿Decían por ahí que es sacrilegio subrayar? Probablemente lo sea. Probablemente entonces soy el más sacrílego por imprimirles mi sello. Pero no es solo leer, es mirar el bus pasar, mirar el ahora. Ya no sé nada del pasado, no añoro, no podemos añorar. Acaba de pasar un bus y huele a humo, luego llego a la casa y huelo unas especias que me regaló una amiga de Turquía. Henry David Thoreau se fue a vivir al campo y escribió uno de los tantos libros que leo en este momento: “Una vida sin principios”. Decía que así de ineficaz es la conversación cotidiana. Es probable que sí. También estoy seguro que puedo hallar ese silencio en el ruido, no tengo que irme al bosque.
Nosotros podemos armar nuestro propio silencio. Y, claro está, disfrutarlo.
Bueno, aparentemente volvió la Musa.
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hasta la próxima….