A inicios del año, un emprendedor ecuatoriano lanzó una línea de camisetas que tenían impresa la leyenda «Fuck Empathy». El hecho podría ser una anécdota sin relevancia, si no fuera por el auge de las ideas de extrema derecha que exacerban ciertos valores que, justamente, merman la importancia de la empatía.

¿Por qué debería importarnos la empatía? El historiador, Enzo Traverso, examina las nuevas derechas desde una perspectiva que considera tanto las continuidades como las rupturas con el pasado. Él argumenta que estas derechas «han creado una nueva cultura política que combina elementos del neofascismo, la extrema derecha tradicional y el neoliberalismo» (Traverso, 2020). Al enfatizar la dimensión cultural, Traverso subraya que estas corrientes son más que una reacción económica; son respuestas a cambios profundos en la identidad y los valores sociales. 

El neofascismo se caracteriza por priorizar la identidad nacional por encima de la individualidad y la diversidad. Esto da forma a una barrera entre «nosotros» y «ellos». De esa manera, se implementan prácticas y discursos que deshumanizan al otro, viéndolo como una amenaza. Esto limita la adopción de perspectiva (role-taking) y la comprensión de las vivencias de aquellos considerados diferentes.

¿Qué es el role taking?

Justamente, la empatía es un concepto multifacético que implica la capacidad de comprender y compartir las experiencias de los demás, tanto a nivel cognitivo como emocional. Es un elemento esencial para la interacción social, la comunicación, el desarrollo moral y la convivencia. A propósito: condiciones fundamentales para la empresa basada en el conocimiento. 

George Herbert Mead (1863-1931), filósofo y sociólogo estadounidense, introduce el concepto de role-taking, incorporando la influencia de los factores sociales y las relaciones interpersonales en la empatía. Para Mead, la empatía no se limita a sentir lo que siente el otro, sino que implica comprender su perspectiva, ponerse en su lugar para anticipar sus acciones y comprenderse a sí mismo de forma más completa. El lenguaje juega un papel crucial en este proceso, como un medio para compartir perspectivas y construir un entendimiento mutuo. 

Pero, ¿qué pasa cuando se sataniza al “otro”? Pues, se rompe con las condiciones para acercarse a la perspectiva de los demás. Con el enemigo no se dialoga. Esto que vemos en el campo de la política, sin lugar a dudas, tarde o temprano, termina por afectar a otros campos: como en el entorno empresarial. Existen varios casos de personas que han sido despedidas por comulgar con ideologías distintas a las de los propietarios de negocios. Es hora de tomar acciones.

Fuentes: 

Traverso, E. (2019). Las nuevas caras de la derecha. Siglo XXI Editores.