“Para comprender que el cambio es oportunidad tuve que encarnar la más recalcitrante resistencia y recorrer un camino de escepticismo y de miedo disfrazado de circunstancias ajenas que amarran tu felicidad”.

Con esa frase empieza la historia de Bibiana Correa, una mujer que siempre soñó con ser periodista y la vida le dio un giro y la llevó a convertirse en una emprendedora que ayuda a las organizaciones en sus procesos de transformación.

“Me soñé periodista para toda la vida y logré ingresar al periódico El Mundo, de Medellín, aun siendo estudiante, después de tocar la puerta de la sede, en tenis y jeans, pidiendo trabajo a través de un citófono, como esos personajes que recordamos de la vida barrial de hace unas décadas, que se acercaban a las casas cambiando oro viejo por vajillas”, dice con la expresión de quien siente que la vida llevó por otros rumbos, jamás imaginados, pero realmente fascinantes.

A los dos años tuvo que decidir si dejaba el periodismo para siempre, cuando le ofrecieron participar en un proceso de selección en las Empresas Públicas de Medellín (EPM), una de las principales firmas de Colombia.

Y recuerda: “una vez más me tocó pelear con el miedo para que me ayudara a manera de alerta pero que no se interpusiera ante la posibilidad”.

Se quedó 13 años en EPM años y fue inmensamente feliz. Explica que en esa compañía tocó de cerca el servicio, como sentido de vida; lo público, como la escuela de la rectitud; y el contacto con las comunidades, como experiencia espiritual.

“Logré mucho, pero me faltaba algo esencial. Cumplir el sueño de ser mamá. Y me estaba costando. Tres años de espera que llegaron a ser desesperanza”, añade.

Compensó el vacío con trabajo

A mediados de los 90 se presentó el cambio regulatorio en el sector de los servicios públicos y EPM vivió su primera gran transformación.

“Un batallón de consultores de todo el planeta se “tomó” la empresa para ayudarla en plena adultez a volver a una especie de infancia en la que había que aprender hasta a hablar”, rememora Bibiana.

Y añade que “una empresa con 40 años de cultura de monopolio, de un día para otro, tenía que transformarse de adentro hacia afuera, aprendiendo incluso a vocalizar la palabra “cliente” que no hacía parte de su diccionario”.

Le pidieron hacer parte del equipo de la transformación en el frente más desconocido del proyecto: Administración del cambio.

“Me negué muchos días y les insistí en buscar un mejor candidato entre los 7000 disponibles.  Una retención que tuve por parte de la guerrilla en uno de los proyectos de la empresa me hizo pensar en la posibilidad y finalmente acepté”.

Y lo que fue una de las negaciones más fuertes de su vida se convirtió en su pasión. Desde ese día y hasta hoy se dedica a la gestión del cambio organizacional.

¡Y llegaron los hijos! Uno detrás del otro, como un nuevo mensaje de posibilidad porque después de tantos años de espera llegaron dos con 16 meses de diferencia.

“Pero mi vida laboral, con la pasión que me generaba el oficio, se me volvió adicción”, dice y procede a contar algo que hoy le causa dolor recordar.

“Hoy confieso que muchas noches escondí el bolso en el baño y a las 8:00 de la noche me iba disimulando a recoger mis cosas y miraba para todos los lados verificando que no hubiera nadie en los pasillos para salir como un fugitivo escapando hacia mi propio hogar. Y en el trayecto hasta la casa, pura culpa”.

“Pero al llegar a casa, más culpa. Los niños comenzaron a llamar “mamá” a la niñera a punta de ausencias de la titular del “cargo”.

Así que fue consultando en la jerarquía de la empresa buscando un cambio de horario que fuera apto para mamás, pero fue imposible.

“Yo hablaba de un horario “especial” pero en aquellos años no se escuchaba aún sobre flexitrabajo o tele trabajo y al llegar hasta la Gerencia General el mensaje fue “eso no existe”.

“Me tuve que ir. Abandonar la comodidad absoluta, los beneficios más envidiados y lo que hoy comprendo que fue de lo más duro: renunciar al “estrellato” pues ya había ganado un gran reconocimiento interno”.

Y complementa: “revisé qué no me gustaba de las prácticas de la gestión del cambio que proponían las grandes firmas de consultoría y le sumé lo que me soñaba: crear una empresa “familiarmente responsable. Años después descubrí que ya es un modelo de conciliación y hasta un sistema certificable”.

Decidió crear una empresa responsable en tamaño, aprovechando el consejo de su mamá emprendedora: “hay que saber crecer”; una consultora boutique dedicada a hacer sólo lo que sabe hacer muy bien, haciendo eco también de otro consejo de su mamá: “hay que saber decir no”. Decidió no tener socios para poder crecer y encoger el negocio en la medida de las necesidades del equilibrio personal y laboral.

“Abandonar la “burbuja de cristal” como llamaba el entonces gerente Ramiro Valencia Cossio el ámbito de comodidad de EPM no fue fácil. El empujón final me lo dio un consultor mexicano que participaba en el proceso de transformación a quien le pregunté si me veía como consultora y me respondió “estás cocinada”.

Y aunque estaba segura de su decisión, en el mundo inconsciente seguramente se removieron tantas cosas que Bibiana se enfermó. Una afección en la glándula Tiroides le hizo perder 10 kilos. Llegó a pesar 35. Y todo el que la veía se asustaba y le decía: ¿A usted qué le pasó?

“Nada que no pudiera ajustar con la ayuda de un buen bioenergético y con el apoyo de mi esposo, atento al impacto de este cambio. Mi primer mes de junio como independiente, encontré sobre mi almohada un sobrecito blanco que decía: no será lo mismo, pero esto es para que no extrañes mucho el pago de la prima”, recuerda Bibiana, con una expresión que denota el agradecimiento por ese acto de amor y ternura de su marido.

“Este fue uno de muchos momentos que me permitieron ir tomando conciencia de que mi decisión no había sido la de cambiar de trabajo. Al decidir crear mi propia empresa había elegido cambiar el éxito por el significado. Y al materializar mi compañía soñada, había cambiado el ego por el servicio”.

Ya son trece años de acompañar procesos de gestión del cambio y transformación cultural en importantes compañías en Colombia y varios países de Latinoamérica.

Y así describe su compañía: “Comunicación y Cambio S.A.S. es una empresa pequeña pero con ínfulas de grande. Nos formamos con los mejores: Grinder, Kotter, Harvard Business School y Prosci. Estamos certificados en ISO 9001 desde 2006 y somos miembros fundadores de la Asociación Mundial de Profesionales de Gestión del Cambio, con sede en los Estados Unidos”.

Pero después de aprender mucha técnica y método, sentía que al rompecabezas le faltaba la pieza más importante. Sabía aplicar con máximo juicio un modelo para facilitar el cambio pero sentía que faltaba algo para lograr la transformación. Es decir, le faltaba algo que le permitiera comprender cómo pasar del cambio en el hacer al cambio en el ser, desde la perspectiva corporativa.

“La búsqueda me llevó al Barrett Values Centre y al conocer su modelo de transformación cultural comprendí la manera de “liberar el alma de las empresas”.

“Y como siempre he estado convencida de que en este mundo de la consultoría sólo tiene sentido tener conocimiento y experiencia si es para compartirlos, en ello he puesto toda mi energía. Muchos de mis compañeros de trabajo me han cuestionado la falta de reserva. Yo les digo que “la gracia no está en la metodología sino en lo que uno hace con ella”. Y la vida me ha demostrado el verdadero poder de la generosidad”, agrega Bibiana.

Está convencida de que en el mundo de la consultoría, la empresa es el consultor y sus únicos activos son el conocimiento y su reputación. No hay más.

“Por eso, más importante que lo que el consultor sabe, es lo que el consultor es. De ello depende su sostenibilidad”, asegura enfática.

“Es un camino exigente en todo sentido. Exige disciplina para contribuir con los resultados de los negocios desde el mundo de los proyectos. Exige avidez por el conocimiento, capacidad de establecer vínculos y saber leer esos sistemas tan complejos que llamamos empresas”.

Y concluye que “es un camino que siempre está abriendo y cerrando procesos donde cada día implica un desafío personal para honrar la promesa de la contribución. Pero sin duda, el que más se enriquece es el consultor mismo con las experiencias buenas y las que no son tanto”.

Y esta es su frase de cierre: “Quiero mi oficio y quiero a mis clientes. Tanto, que cada cierre de proyecto es una especie de duelo que me recuerda que el cambio exige pasar por ese camino, pero hay que hacerlo desde las elecciones conscientes que son las que permiten creer que siempre hay otra posibilidad”.

Comunicación y Cambio y la historia de Bibiana hacen parte del libro 3 de la colección Historias de Negocios Altamente Inspiradoras, próximamente disponible en librerías. Los volúmenes 1 y 2 ya están disponibles en Panamericana, Librería Nacional  y en plataformas virtuales como Amazon, Barnes and Noble, iBooks de Apple y Google Play, entre otras.