Fue muy grato recibir en Colombia al austriaco Christian Felber, el creador y promotor de un nuevo modelo económico internacional denominado Economía del Bien Común.
Según lo expresó el mismo experto, el propósito del modelo planteado es poner freno a la desigualdad social, a la destrucción medioambiental y la pérdida de sentido y democracia que reina en nuestros días.
Así lo define el creador: “se trata de un modelo novedoso fundamentado principalmente en la empatía. Es un modelo alternativo de economía de mercado ético, que ha despertado un enorme interés, porque se fundamenta en los valores de dignidad humana, solidaridad, sostenibilidad ecológica, cooperación, justicia social y democracia, para lograr procesos sociales que permitan establecer una economía soberana: una economía del bien común”.
Y la responsable de traer al experto fue la Congregación Mariana, de Medellín, la primera entidad en Colombia que incorpora los indicadores de la Economía del Bien Común para la presentación de sus informes anuales.
Quedó claro en la cita del experto con líderes empresariales que la importancia de los 17 indicadores radica en que definen los valores fundamentales de una organización.
Estas son algunas preguntas que están planteadas en el modelo y que generan conversaciones poderosas al interior de las organizaciones sobre su impacto social:
Cómo de útiles son los productos y servicios?
Cómo son las condiciones laborales?
Cómo de ecológicamente se produce?
Cómo se trata a los clientes?
Cómo de solidaria se comporta la empresa con otras empresas?
Cómo se reparten los ingresos?
Si se trata y remunera igual a las mujeres?
Cómo de democráticamente se toman las decisiones?
El por qué de su trabajo
Christian plantea en su libro La Economía del Bien Común y lo reforzó en su visita a Colombia que: “Para medir el éxito empresarial según este nuevo significado necesitamos un indicador diferente al balance financiero. En este campo ya se ha hecho un amplio trabajo previo. Muchas empresas, en especial las empresas globales y las firmas de marca que protegen su reputación, han tomado en cuenta las críticas a su unilateral y desmedido afán por el beneficio y han reaccionado”.
Y agrega que: “Mediante etiquetas en sus productos (agricultura ecológica, comercio justo), sistemas de gestión ambiental (EMAS, ISO), sistemas de gestión de calidad (EFQM, el Cuadro de Mando Integral), códigos de conducta e informes de sostenibilidad (GRI) quieren mostrar que también se preocupan por el bien común y actúan de forma socialmente responsable”.
“El problema es que todos estos instrumentos de Responsabilidad Social Corporativa no son obligatorios ni se controlan desde ninguna autoridad legal. El efecto naturalmente es que tan pronto como entran en contradicción con el balance general y el balance financiero, dejan de ser valiosos. Esto atacaría los nervios de los empresarios y dañaría la dinámica del sistema actual: aquél que reduzca el balance en favor de un balance paralelo no obligatorio se catapulta a sí mismo fuera de la carrera, comete un suicidio empresarial”, enfatiza el autor.
Por eso, las asociaciones insisten en que estos balances paralelos no sean obligatorios, y éste es también el motivo de que permanezcan sin efecto.
“El sentido común y el de la justicia deberían en consecuencia intercambiarse: el que actúe de manera social, ecológica, democrática y solidaria, debería tenerlo más fácil que el asocial y desconsiderado. Debería, según la comprensión actual, disfrutar de una ventaja competitiva”, plantea Felber.
Y les dejó esta reflexión y propuesta a los empresarios del país: “Muchas personas están ávidas de un cambio de rumbo en el sistema económico. Esta es una opción para ese cambio que ya se viene dando, en el que no se tiene que cambiar la forma de pensar sino concientizar y reflexionar sobre qué se está haciendo desde la óptica de la ética y del bien común, a partir de un trabajo desde el relacionamiento”.
En conclusión del visitante, es fundamental evaluar las relaciones con todos los diferentes públicos. “Desde lo personal y desde lo organizacional es sabido que las relaciones son indispensables y beneficiosas para todas las partes. Esto no se trata de grandes esfuerzos, sino de prender la chispa, que quienes lo vayan aplicando lo repliquen”, explicó.
¿Por qué la Congregación Mariana?
Entregar un contenido de calidad para que las organizaciones trasciendan, fue la razón que motivó a la Congregación Mariana a invitar a Felber y reunirlo con líderes que puedan replicar y aplicar este modelo económico que busca la inclusión y la sostenibilidad.
Y así lo refuerza el director general, el padre José Roberto Arango: “En la Congregación Mariana y la Organización VID comprendimos que si el modelo económico no está al servicio de la dignidad del ser humano, de la inclusión, de la equidad entre seres humanos y de la naturaleza, no podríamos seguir alimentando nuestras acciones hacia este”.
“Hace ochenta años nuestros fundadores, inspirados por la espiritualidad ignaciana, constituyeron obras para el servicio de los más necesitados y así creció nuestra Organización, con el único interés de prestar un servicio de calidad, reconociendo la grandeza de la dignidad de cada persona por ser hija de Dios”, añade.
La Congregación Mariana es la primera entidad en Colombia que incorpora los 17 indicadores que propone la Economía del Bien Común creada por Felber, y que permite resultados como la gestión ética de la oferta de suministros y de las finanzas, entre otros aspectos definitivos para la sostenibilidad, como la calidad del puesto de trabajo e igualdad. Se espera que muchas empresas y entidades sigan el ejemplo.
El postre:
Ante la pregunta que se le hizo al experto Christian Felber durante su intervención de cómo enfrentar al capitalismo salvaje desde su modelo de “economía del bien común” su respuesta fue contundente: “no hay que enfrentarlo, hay que seducirlo”. Qué consideran ustedes que quiso decir? Espero sus comentarios en este post y las redes sociales: Twitter, Linkedin, Facebook e Instagram.