Me emocionó muchísimo la noticia cuando me enteré que el Premio Portafolio 2018, en la modalidad Mejor Gestión del Recurso Humano, fue para Frisby, una compañía que conozco de cerca y que, a mi parecer, es uno de los mejores ejemplos que tenemos los colombianos de una empresa con Propósito Superior, que contribuye con su diario quehacer a que tengamos un mejor planeta cada día.
Por eso mi felicitación a sus fundadores, mis buenos amigos Alfredo Hoyos y Liliana Restrepo, va a acompañada de un fragmento sobre Frisby que está publicado en mi libro Historias de Negocios Altamente Inspiradoras – Eje Cafetero – que sale al mercado ahora en diciembre. Aquí les va:
Frisby, con receta para liderar por décadas
Por donde se le mire, Frisby es una historia de amor. Sobre todo porque fue fundada por dos personas enamoradas: Alfredo Hoyos y Liliana Restrepo. Y ese amor trascendió su relación y se proyecta a quienes les rodean. Dialogar con ellos es una delicia. Son excelentes seres humanos que promulgan el servicio no desde la teoría sino des- de la práctica cotidiana.
Mientras muchas empresas del mundo tienen como prioridad generar grandes utilidades, para Frisby –la firma líder en la comercialización de pollo frito en Colombia- lo más importante son las personas y la consolidación de una organización que trascienda positivamente a la sociedad.
Alfredo Hoyos es un alumno aventajado de los creadores del Capitalismo Consciente, John Mackey, cofundador de Whole Foods, y el profesor Raj Sisodia. Por eso, como ellos, tiene la certeza de que es posible un futuro más cooperativo, humano y positivo, con empresas que tengan principios, valores y proyección social y para las que el dinero no es el objetivo primordial.
A donde vayan, Liliana y Alfredo siempre hablan de la importancia de que las organizaciones ejerzan un Propósito Superior, que se materializa cuando se desarrolla una relación equilibrada con los grupos de interés (colaboradores, clientes, accionistas, medio ambiente, proveedores, sociedad y gobierno), el liderazgo se enfoca en el servicio y los valores organizacionales son claros para todos los miembros de la organización, fundamentando la cultura.
Además, las personas que integran el equipo comparten esa filosofía y eso da significado a su existencia porque sienten que están contribuyendo con algo trascendental. “El sentido de pertenencia en las personas se origina en el hecho de que su vida tiene sentido”, manifiesta Alfredo.
Empezó con pizzas
Frisby empezó en el año 1977 como una pizzería en Pereira. Como quien dice, nada que ver con los pollos en esa fase inicial. Esa oferta de la gastronomía italiana no existía hacía más de cuatro décadas en la capital risaraldense. Los visionarios llevaron desde Bogotá a un arquitecto especializado en el tema para adecuar el restaurante ideal.
El invitado tenía en su hoja de vida la construcción de varios locales de este tipo. También llevaron a un pizzero, quien a la postre se convirtió en el “showman” del lugar, en el céntrico Parque del Lago. La gran novedad no solo era el producto en sí, sino la forma como lo preparaba.
Mientras armaba y le daba forma a la masa, el pizzero la tiraba para arriba y la ponía a girar, atrayendo la mirada de curiosos y clientes, quienes hablaban en ese momento de “las arepas voladoras de Pereira”. Ahí fue donde Alfredo tomó la idea del nombre, pues la maniobra era parecida al juego con el popular frisbee. Así que nuestro personaje le hizo un cambio en la escritura para que dejara de ser un genérico y así poder registrarlo. Ese fue el nacimiento del nombre: Frisby.
Alfredo conoció el negocio avícola desde niño al lado de su padre, Alfredo Hoyos Mejía, uno de los pioneros en la industria avícola colombiana. Poco después, a los 17 años, trabajó en una empresa avícola muy moderna en Indiana, Estados Unidos. Aprendió sobre la comercialización del pollo y trajo una freidora a presión, un sistema que no existía en Colombia.
“Lanzamos la venta de pollo en la misma pizzería y fue algo que se expandió. Paulatinamente nos crecimos, tomando más locales vecinos, con un flujo de clientes que iba siempre en aumento”.
Decisiones y aprendizajes firmes
Ahí hubo una primera enseñanza emprendedora y fue reorientar a tiempo el rumbo del negocio, porque la pizza no cautivó tanto como el pollo, y de ahí el haberse concentrado mejor en comercializar el producto más exitoso de los dos. Se suma una segunda receta inspiradora: su apuesta por el talento humano desde el origen mismo del negocio.
Por eso, desde hace 41 años trabajan en anticiparse a los desafíos modernos y hoy, al momento de salir este libro, cuentan con más de 4.000 empleados y 270 puntos de venta en el país. Ambos fundadores resaltan que lo más importante de cualquier empresa son las personas. Esto ha permitido que los valores perduren y hoy sean los mismos del principio.
“Somos honrados, apostamos a ser derechos, correctos, a cumplir lo que se estima, a tener relaciones de equidad con todos los públicos de interés. Siempre nos acordamos de ser agradecidos, de tener esa claridad de quién le ayudó a uno para crecer”, resalta Alfredo.
A su turno, Liliana manifiesta que el mejor ingrediente del pollo que venden es mantenerse firmes en dichos valores, además de creer en ellos mismos, articular la inteligencia con el corazón, lo que se llama “inteligencia afectiva”, y ser buenos relacionistas. “La compañía es lo que es porque cuenta con un equipo de trabajo impecable en su cumplimiento, compuesto por personas que hacen mejor las cosas que uno mismo y copian los sueños para cristalizarlos”.
Bueno, y después de leer ese fragmento, los invito a compartir sus comentarios en este post, en mi correo electrónico juany@agenciastm.com y mis redes: Linkedin, Twitter, Facebook e Instagram. Ahí me pueden contar qué empresas les parecen inspiradoras, para que las tengamos en este blog, en nuestro programa de televisión Negocios en Tu Mundo y en la colección de libros Historias de Negocios Altamente Inspiradoras.
Los dejo con este video donde hablan Liliana Restrepo y Alfredo Hoyos, los fundadores de Frisby.